Al parecer, la paz en Ucrania está más cerca que nunca, al menos en los discursos de los líderes que encabezan las negociaciones. En primera instancia, están los involucrados directamente en el conflicto: el ruso Vladímir Putin y el ucraniano Volodímir Zelenski. Por otro lado, participa el estadounidense Donald Trump. Además, se encuentran los representantes de los países de la Unión Europea, encabezados por el eje francoalemán. De lejos está la siempre omnipresente China, que apoyará sobre todo los planes y conveniencias de Rusia. Recordemos que las relaciones diplomáticas entre ambas potencias son las más antiguas y estas no se van a resquebrajar por nada; es un valor entendido desde hace siglos.
Trump desplegó el pasado lunes, al mediodía, un mensaje en sus redes sociales bastante optimista; dijo que después de dos horas de hablar con Putin, iniciarían inmediatamente negociaciones con el equipo ucraniano para un cese al fuego y poner fin a la guerra. No es algo nuevo, pero esperemos que las partes afectadas comiencen a ceder en sus demandas para abrir las puertas a una paz regional duradera.
Además, agregó que Rusia quiere un tratado con Estados Unidos después de que la guerra termine, una idea que calificó como una “tremenda oportunidad” para crear masivos puestos de trabajo, ya que el potencial es ilimitado. Y es cierto, pero esa idea significaría que Rusia abra sus mercados y fronteras a una occidentalización que lleva décadas tratando de controlar y acotar, aunque bajo el espectáculo de Trump, todo país es un posible escenario.
Otra cosa que llamó la atención en ese largo mensaje, que primero se publicó en su red social Truth Social y después en X, es que mencionó abiertamente quiénes de Europa juegan un papel relevante: Alemania, Francia, Italia y Finlandia. Pero lo más interesante es que por primera vez incluyó al papa y al Vaticano como jugadores directos para impulsar la paz de una guerra que lleva más de tres años.
Un nuevo papa, que ha impreso una vigorosidad renovada al liderazgo pontificio, podría ser la clave para destrabar este conflicto, al imponer primero los valores esenciales de la existencia del ser humano, por sobre los intereses económicos y políticos. Aunque sabemos que en asuntos terrenales el diablo se aposenta más entre los detalles.
No obstante, el regocijo de Trump se vino abajo de inmediato, a pesar de que también dialogara con Zelenski. Pocas horas después, el líder ucraniano comentó: “es obvio que Rusia está tratando de ganar tiempo para continuar la guerra y la ocupación”. En el contexto de Zelenski, y de tener razón, lo que busca Moscú es debilitar al máximo la soberanía de Ucrania y su capacidad militar y económica, para entonces sí sentarse a negociar bajo condiciones mucho más ventajosas.
Recordemos que entre las demandas centrales que en estos momentos exige Rusia está que Kiev renuncie a unirse a la OTAN, motivo por el que se originaron hace tres años los primeros ataques de este nuevo capítulo de conflicto entre ambos países. Para Putin, el hecho de que existan bases de la OTAN en Ucrania es una amenaza y viola su soberanía. Otras exigencias que pide el presidente ruso son que Zelenski reduzca de manera importante su ejército, así como el retiro de sus fuerzas de las cuatro regiones ucranianas que Moscú se ha anexado.
Por supuesto que, y de forma paralela, la estabilidad de Europa está en riesgo. Con una Ucrania débil y manipulable, más los partidos políticos radicales que se asoman con mayor insistencia en los procesos electorales en países de la zona euro, su fragmentación y su pérdida de peso ante las nuevas potencias globales es inminente.
De hecho, el mensaje publicado por Trump dio rienda suelta a que medios rusos, aliados del sistema, publicaran encabezados del tipo “Esperanzas de Europa aplastadas; Trump se niega a ir a la guerra con Putin”, escribió la agencia estatal de noticias RIA Novosti.
Mientras tanto, para Donald Trump, lograr la paz en Ucrania es un asunto urgente; no solo fue una promesa de campaña, sino que el republicano tiene motivos personales para convertirse en el garante de la paz mundial: primero en Ucrania, después en Gaza.
A pesar de que muchos de sus mensajes y bravatas son bélicos, la paz para él significa progreso. Y es cierto, lo que pasa es que él entiende el progreso como el hecho de quedarse con un pedazo grande del pastel.
De Ucrania quiere sus minerales y de Gaza sus terrenos para construir una nueva zona turística. Seguramente sus estrategias de negocios personales ya están en marcha para hacerse de una valiosa fuente de riqueza aprovechando las zonas de conflicto.