La reunión de los veinte países más poderosos del mundo se da en un contexto global complicadísimo. Justo cuando crecen las tensiones y los tambores de guerra aceleran una escalada en los conflictos bélicos globales.
Por ello, sus conclusiones deben ser revisadas con lupa para saber hacia dónde se dirigen las decisiones de estas mujeres y hombres que mueven los destinos de todos nosotros; o bien, entender que estas citas no están sirviendo para mucho.
Hay cuatro temas centrales que están impactando en los caminos de la vida: las guerras en distintas zonas geográficas, el cambio climático, la desigualdad y la presencia de gobiernos populistas que se imponen por la vía democrática o no en el poder. Estos factores se entremezclan y todas ellas forman parte, al mismo tiempo, de las soluciones.
Por lo pronto, en el comunicado final del G20, se firmó una condena sobre la guerra emprendida en territorio ucraniano (sin mencionar a Rusia) y se subrayó la situación humanitaria que aqueja a los palestinos en la franja de Gaza. Es decir, no hay síntomas reales de que los conflictos se vayan a detener. Aún no hay esperanzas suficientes para pensar que la paz llegue ni a Ucrania ni a Medio Oriente.
Además, el presidente anfitrión de la cumbre, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, lanzó la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, con la adhesión de 82 países y cuyo objetivo es erradicar ese histórico problema en 2030. También parece ser una utopía sin una estrategia pormenorizada y vinculante a los países.
La pregunta es si ese reto, que se ha propuesto sistemáticamente en varias cumbres y foros, realmente se cumplirá cuando hay de por medio guerras, migraciones y un cambio climático cuyos esfuerzos están siendo aún insuficientes.
No obstante, mientras esta cumbre estaba en su zenit, se desarrollaron intensas acciones y declaraciones en cuanto a la guerra entre Rusia, Ucrania y respectivos aliados, incluso haciendo patentes los vocablos ‘tercera guerra mundial’ en lo más alto de las tendencias en redes sociales.
El que más causó escozor fue la decisión del gobierno estadounidense, después de que influyentes medios estadounidenses revelaran que permitieron al gobierno de Ucrania el empleo del poderoso Sistema de Misiles Tácticos del Ejército (Atacms), en respuesta a los 10 mil soldados norcoreanos dispuestos a enlistarse en las filas del Ejército ruso en su pretendida invasión a Ucrania.
El gobierno ruso se tomó esta afrenta de manera personal e inmediatamente respondieron que con esta decisión le están “echando más leña al fuego”. Pero ayer, las cosas se precipitaron aún más, al darse a conocer que el Ejército ucraniano ya había bombardeado la región fronteriza rusa de Briansk con estos misiles de largo alcance. Todas estas declaraciones, tras bambalinas, de comunicados oficiales desataron la furia de Rusia, pero también la preocupación no solo de una guerra de mayor alcance, sino del uso de las apocalípticas armas nucleares.
De inmediato Moscú reaccionó y decidió implementar una “nueva doctrina que permite una posible respuesta nuclear, incluso a un ataque convencional sobre Rusia por cualquier nación que esté apoyada por una potencia nuclear”, publicó la agencia AP.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov afirmó que “el ataque marcó una nueva fase cualitativamente de la guerra occidental contra Rusia”. Toda esta incertidumbre se da justo cuando se cumplen mil días de conflicto entre Rusia y Ucrania, una incertidumbre que se traduce en que aún falta mucho para que se logre firmar la paz.
Pero no sólo eso; en paralelo, también según la agencia AP, la ONU dio a conocer que Irán aumentó su reserva de uranio enriquecido “a niveles cercanos a los de grado armamentístico en desafío a las demandas internacionales”, lo cual no solo se amaga con un incremento en las tensiones nucleares entre Rusia y Ucrania, es decir, Oriente y Occidente, sino que pone de relieve una tensa disputa geopolítica en Oriente Medio con dimensiones inimaginables.
El mundo gira más hacia un escenario en conflicto que hacia uno en paz. Mientras tanto, el presidente electo Donald Trump se placea de la mano del multimillonario Elon Musk, con argumentos facilones sobre su capacidad para negociar con hombres de difícil temple, como Xi Jinping.
Nos esperan tiempos difíciles, en manos de pocas personas.