Finalmente vamos a conocer a los precandidatos presidenciales de Morena tal y como son. Sin las máscaras que les dan sus puestos en el gobierno o en el Congreso, ni el presupuesto que les permite maquillar sus errores. Vamos a poder contrastarlos, reconocer sus fortalezas y debilidades, su capacidad de convencer, discutir sus propuestas y al final, un sector de la población, que tenga la aleatoria suerte de ser encuestado, decidir cuál de ellos será quien compita por la presidencia de México en 2024.
El hecho de que todos renuncien esta semana a sus cargos, dignifica la contienda interna y realmente supone que no habrá dedazo como en anteriores elecciones presidenciales, sobre todo bajo aquel priismo rancio que al parecer ya quedó en el pasado. Esperemos que el presidente López Obrador no esté organizando una trampa o un juego para manipular el triunfo, de tal forma que al final quede su favorita o favorito.
Al respecto, se habla mucho sobre quién podría ser su elegido o elegida, pero creo que no hay una evidencia contundente que dé por sentado esa cargada. No obstante, sí las hay cuando minimiza o a margina a algún candidato. Así ha sucedido con Ricardo Monreal y Fernández Noroña. Para el presidente, sólo son tres los posibles vencedores: Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y de forma muy rezagada, Adán Augusto López. No obstante, los otros precandidatos, incluido el candidato verde, Manuel Velasco, serán parte de los actores de reparto.
¿A quién de los tres favoritos le beneficia que la baraja se amplíe a seis en la encuesta final? ¿Declinará alguno de ellos a favor de otro antes de que se desarrollen las encuestas? Estos escenarios son importantes contemplar, aunque aún es difícil predecir efectos e inclinaciones. A bote pronto, la lógica dice que Monreal y Velasco lo harán por Ebrard, mientras que Adán Augusto por Sheinbaum; pero se sabe que, en política, la lógica no existe. Existen los acuerdos, arreglos, el pragmatismo, y esto último, está en marcha.
Se avecina una carrera interna de Morena de gran intensidad, cuyas estrategias respectivas tendrán que ser elaboradas con fineza e inteligencia minuciosa. Cada hora que transcurre, cuenta para sumar o restar. Las redes sociales serán el gran escenario de lo inmediato, de la evidencia oportuna a favor o en contra, lo que dinamite la información respecto a cada uno de los candidatos y los amplifique al resto de los medios de comunicación. No obstante, tendremos que estar mucho más pendientes de las fake news y a las granjas de bots, ellas también sostendrán su juego.
Sobre la aparición de los candidatos en medios, se ha mencionado la ilógica y contraproducente limitante de que “evitarán los medios reaccionarios, conservadores, adversarios de la cuarta transformación y partidarios del viejo régimen”. Este camino contribuye a enrarecer las decisiones de cada corcholata, ya que se dará entre un escenario de gran subjetividad, que abrirá nuevamente las puertas a la polarización interna y al desprestigio de lo que supone será una nueva etapa para México.
Ese escenario desatará ataques de los radicales de varios bandos y se activarán las granjas de bots. El presidente ya aclaró que, en este contexto, está prohibido prohibir, pero ese elemento terminará dejando mal parado a un movimiento que pretende ser democrático, autocrítico y abierto.
No obstante, el punto crítico de todo este proceso que se avecina será la selección de las empresas que realizarán las encuestas y, por supuesto, los resultados finales contrastados con las encuestas espejo. Ahí está en juego la división, ruptura, o bien, la unidad que les llevaría a una victoria contundente. Si los seis candidatos llegan hasta el final del proceso interno, habrá 12 posibles empresas encuestadoras que se sujeten a una tómbola, de las cuales saldrán cuatro finalistas que fungirán como espejo, respecto a la encuesta oficial que aplique Morena.
Todos los candidatos tienen de referencia lo que sucedió con los resultados de las encuestas presentados en las elecciones del Estado de México. La gran mayoría arrojó puntajes muy desafortunados. La empresa Rubrum fue la que más cerca estuvo de los 8.4 puntos de diferencia entre Delfina Gómez y Alejandra del Moral. Ellos predijeron un puntaje entre la ganadora y perdedora de 9.3, es decir, un margen de error de sólo 1.2 puntos. Esa misma encuestadora, en su último estudio, le da una ventaja a Ebrard sobre Claudia Sheinbaum de 2.5 puntos porcentuales de diferencia.
Pero están en juego al menos diez empresas encuestadoras que, sobre los resultados en Edomex, erraron sustancialmente en sus márgenes de error sobre esa diferencia de 8.4. Sólo tres estuvieron por debajo de los tres puntos. Más de siete estuvieron entre los 8.6 y los 16 puntos de diferencia, es decir, muy poca confiabilidad. Si esos márgenes se presentan entre la encuesta de Morena y las encuestas espejo, entonces habrá problemas serios en la unidad que tanto pretende López Obrador.
A Marcelo Ebrard se le ve seguro, congruente en sus comentarios y le sienta bien ese look de candidato en las aceras. Ya despojado del traje y seriedad que implica ser canciller, aprovechó la histórica frase de “¡Sonrían, vamos a ganar!”, por la de “¡Sonrían, todo va a estar bien!”. Tomó ventaja, madrugó… al renunciar antes que todos y sentar precedentes para que renuncien los demás. Pero esto apenas empieza y no falta mucho para que veamos a Claudia, Adán y al resto, bajo sus propias inercias.
Serán 70 días de una campaña exhaustiva y definitiva, donde la personalidad y capacidad de cada quien de conectar con las bases morenistas, pero también con el resto de la sociedad, incluidos los críticos de la 4T, jugarán un papel relevante para inclinar la balanza respecto a quién será el elegido, en unos resultados que conoceremos el próximo miércoles 6 de septiembre.
Y mientras tanto, inexplicablemente la oposición sigue dormida, sin reacción, moribunda, rumbo a un 2024 que se les escapa de las manos, se les complica, los entierra.
El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales.