Trópicos

La caza de Caro Quintero enfría relación con EU

Lamentablemente para el gobierno, muy pronto la mediática captura de Caro Quintero se vio empañada por las contradictorias narrativas entre funcionarios del gobierno de EU y de México.

La recaptura de uno de los capos más poderosos que ha existido en la historia de México, Rafael Caro Quintero, no sólo significó de inmediato un trofeo de altura para el gobierno de López Obrador y demostrar que existen alternativas a la caricaturesca senda de los ‘abrazos, no balazos’, sino que también existe una estrategia de cazar a los peligrosos, desde renovados sistemas de inteligencia para la seguridad nacional.

Al gobierno de Andrés Manuel le urgía una presa de alto calibre en materia de crimen organizado. Desde la liberación del hijo del Chapo Guzmán, minutos después de su captura y con una sonrisa desafiante, se cuestionó su estrategia de ineficiente y sumisa, aunque para muchos significó un acuerdo tácito con el Cártel de Sinaloa.

Lamentablemente para el gobierno, muy pronto la mediática captura de Caro Quintero, que se dio entre matorrales de Choix, Sinaloa, y de quien se forjara en la camada de criminales de la talla de Amado Carrillo, e Ismael El Mayo Zambada, se vio empañada por las contradictorias narrativas entre funcionarios del gobierno de Estados Unidos y de México, respecto a si participaron de forma conjunta en la localización y captura del capo.

Primero vino el comunicado de la máxima representante de la DEA, Anne Milgram. Contundente, confirmó entre ¡hurras!: “nuestro increíble equipo de la DEA en México trabajó de forma conjunta con las autoridades mexicanas en la captura y arresto de Rafael Caro Quintero”. Un poco como diciendo, sin nosotros, no capturan a nadie. Lo que es de elemental sentido común, si la DEA sabía del paradero de Caro Quintero, inevitablemente se habló de su detención entre AMLO y el presidente Biden, tres días antes.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos, por medio del fiscal general, Merrick Brian Garland, remató en una declaración publicada el 15 de julio: “el arresto de hoy es la culminación del trabajo incansable de la DEA y sus socios mexicanos…”. Por cierto, hasta ayer este pronunciamiento del fiscal es la principal información que se coloca en la página de internet de la DEA.

Recordemos que para la DEA Caro Quintero no sólo es uno de los 10 delincuentes más buscados, junto con los mexicanos Ismael Zambada, Nemesio Oseguera Cervantes y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, hijo del Chapo Guzmán, sino que para la DEA, su aprehensión y ahora extradición ha sido una obsesión, desde de la tortura y asesinato que le produjeron a su ‘héroe’, como llama Anne Milgram a Enrique Kiki Camarena Salazar.

La DEA siempre ha seguido los pasos de Caro Quintero y muchas veces se ha topado con las complicidades entre el crimen organizado y autoridades mexicanas. Por ello, no es de sorprender que la información de su ubicación la distribuyeran sus agentes ante la creciente penetración de los cárteles mexicanos en las estructuras de poder en municipios y estados del país. Sorprende que al presidente mexicano le cueste tanto aceptar el trabajo conjunto entre fuerzas de seguridad binacionales. Máxime cuando no hay otra salida para vencer al narcotráfico.

Fue tal la molestia del presidente de México, que obligó a mover a la diplomacia de ambos países para forzar que apenas el embajador Ken Salazar desmintiera lo dicho por Milgram y otorgara el crédito a la Marina Armada de México, que se encontraba de capa caída por el fallecimiento de 14 elementos, minutos después de la captura del capo.

En un breve mensaje, de apenas un párrafo, Ken Salazar afirma que ninguna persona de Estados Unidos participó en la “operación táctica” que llevó al arresto de Caro Quintero, y que la aprehensión del narcotraficante fue “conducida exclusivamente por el gobierno de México”. No obstante, al final del párrafo aplaude que la operación exitosa, ejemplifica lo que ambos gobiernos pueden hacer en conjunto para salvaguardar la seguridad de los ciudadanos de ambos países.

Lo que dijo Ken Salazar no niega lo que dijo Merrick B. Garland, aunque sí compromete los términos de lo que planteó Anne Milgram, al asegurar que tanto mexicanos como estadounidenses trabajaron en equipo para capturar al capo sinaloense.

El lunes, en su conferencia mañanera, López Obrador, en respuesta a pregunta de una periodista respondió: “son informaciones no veraces”, sobre lo dicho por Milgram; y remató: “no hubo participación de la DEA”. De poder a poder, Andrés Manuel y Ken Salazar contradecían a la poderosa Anne Milgram, quien seguramente tras bambalinas rabiaba, más por lo que dijo el embajador, que por lo que decía el presidente.

En medio de estos dimes y diretes, un helicóptero de la Marina se vino abajo dejando 14 muertos, entre ellos, participantes en la detención de Caro Quintero. El hermetismo sobre las causas y la estrategia para minimizar los hechos, generó más dudas que certezas, quedando en el aire si fue una venganza de las activas y poderosas huestes de Caro Quintero, quienes, desde el Cártel de Caborca, disputan territorio a los hijos del Chapo Guzmán.

Encrucijadas que dejan mal parada la relación y cooperación entre México y Estados Unidos, ante las obsesivas intentonas individualistas de dejar en claro qué país, ante un desbordante crecimiento del crimen, hace más.

El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales.

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