El poder es el poder, y para conseguirlo el pragmatismo es el bálsamo necesario. Esto lo vemos con ciertas figuras del PRI que se transmutan y se lanzan a las pistas, de otros circos, que les son ofrecidas.
Por supuesto, esto no es nuevo. El PRI es el partido donde, otrora, se desprendieron varios movimientos, o mejor dicho, de ahí salieron ‘líderes políticos’ que multiplicaron agrupaciones a su conveniencia en nombre del desarrollo de México. Una especie de matrioshka, que ha poblado el sistema de partidos de nuestro país.
No obstante, el PRI original, el de los colores tricolor, lleva tiempo en desgracia. Se le caen los dientes, la sonrisa y las siglas. Ya es un ‘partidito’, no tiene nada de revolucionario y su institucionalidad es una laguna seca.
Hoy en día, Morena, como si fuera un gran imán, sustrae sus piezas. Succiona a sus gobernadores, legisladores, ediles y los va acomodando poco a poco en las diversas estructuras del poder. Ahora se les montó una nueva pista del circo, que les es ofrecida en tributo para continuar consolidando el poder del partido gobernante y seguir adelgazando a la oposición: la diplomacia.
Tras las recientes 16 nuevas designaciones para representar a México en el exterior, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha decidido seducir a prominentes priistas para enviarlos de viaje y gocen de la buena salud de los salarios, la infraestructura y el glamur. Claudia Pavlovich y Carlos Miguel Aysa, exgobernadores de Sonora y Campeche, respectivamente, se suman a la lista de próximos embajadores y cónsules, con el objetivo presidencial, de fondo, de fortalecer su control en los estados, a pesar de ser gobernadores que fueron incapaces de asegurar la continuidad de su partido en sus respectivas entidades.
En este caso, no importa la ideología, el pasado o el prestigio, lo importante es sumar... sumar para concretar los objetivos del presidente, que van desde la aprobación de sus reformas centrales en el Congreso de la Unión, hasta el florecimiento de una estructura electoral que consolide a su movimiento a nivel nacional, precisamente como lo tuvo el PRI en su mejor momento.
Da igual si eres de izquierda o de derecha, o no se sepa cuáles son los atributos ideológicos que tenga una o uno. No importa si se tiene un pasado de dudosa procedencia. Lo que cuenta es el momento, y si estás del lado de quien ostenta el poder, se te absuelve de todo pecado. Ahí están las alianzas con el Partido Verde y con el PES, tejedores de siniestros delitos electorales, cuyos miembros gozan de cabal salud, sobre todo financiera.
Anteriormente ya había sido bendecido el exgobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, para representar a México ante el Reino de España, quien se hace del rogar en aceptarlo, entre otras cosas, por las afrentas que ha hecho López Obrador para que pidan perdón a los mexicanos por los agravios del pasado.
En esa misma línea van Omar Fayad y Alejandro Murat, próximos a concluir sus gubernaturas en Hidalgo y Oaxaca, respectivamente, y cuyos gobiernos también quedarán en manos morenistas. Seguramente ya alistan sus maletas hacia algún cómodo país con las siglas de la 4T, tatuadas en el brazo izquierdo.
El PRI se convirtió en una especie de fuerza básica que abastece al equipo principal. Una figura muy común en los equipos profesionales de futbol, al construir sucursales para reforzar sus alineaciones.
Pero quien sin lugar a dudas se llevó la noche en esta multifacética constelación de propuestas para diplomáticos fue Pedro Agustín Salmerón, doctor en historia por la UNAM, a quien proyectan en la embajada de México en Panamá.
Es largo su historial de denuncias que enfrenta como acosador sexual cuando fue profesor universitario. Varias estudiantes lo han acusado abiertamente. Además de ser destituido del ITAM, también fue destituido del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México por expresiones fuera de lugar, al llamar “valientes” a quienes asesinaron al empresario Eugenio Garza Sada en 1973, perpetrado por la Liga Comunista 23 de septiembre.
El presidente se equivoca al esperar denuncias formales o legales contra Pedro Salmerón. Nuevamente desoye a las mujeres, incluso a quienes forman parte de su movimiento.
Estas designaciones, que aún tienen que ser ratificadas por el Senado de la República, no se deciden en la Cancillería, sino en Palacio Nacional. Por lo pronto, han generado un gran malestar en las filas de Morena y de la sociedad que les apoya, al contradecir los preceptos originales de la autodenominada 4T.
El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales.