Directora de Monitoreo de Indicadores Educativos.
Había una vez un país de miel… en donde sí se evaluaba la educación. Les quiero contar la historia de un país en el que se evaluaban muchos aspectos del Sistema Educativo, se hacían evaluaciones a las maestras y los maestros de educación básica y media superior; se tenían evaluaciones nacionales para conocer cuánto sabían los estudiantes; se evaluaban las condiciones de las escuelas; se participaba en pruebas internacionales de aprendizaje; había un instituto dedicado exclusivamente a monitorear y valorar las condiciones y la calidad de la educación. En este país se contaba con profesionales especializados en la evaluación de las políticas educativas, el muestreo, la aplicación de pruebas, e incluso personas de otros países venían a aprender de estas personas especialistas. En ese país se tenían datos, estadísticas, indicadores y la información del sistema educativo estaba catalogada como de interés nacional.
En muchos aspectos, ese país era ejemplo a nivel internacional, y se tenía en el centro, como castillo medieval, la garantía de la calidad en la educación. Hubo luego aquella tormenta cruel, y el castillo del aire cayó. Se dejó de evaluar a las y los alumnos, a los docentes para el ingreso al servicio y las condiciones generales de la oferta educativa. De pronto ya no había datos suficientes para que la información pudiera ser actualizada y ya no nos atrevimos a soñar con que fuera considerada de interés nacional. A estas alturas seguramente ya saben de qué país estoy hablando. Se trata de México, que pasó de tener un Sistema Nacional para la Evaluación de la Educación, que después se transformó en el Sistema Nacional para la Mejora Continua de la Educación, y terminó por tener prácticamente nada. Al inicio del ciclo escolar 2024-2025, se realizó en la mayoría de las entidades federativas la que seguramente será la última evaluación diagnóstica, para determinar en qué áreas los docentes tenían que modificar su práctica para apoyar a los estudiantes y lograr mejorar los aprendizajes. Este fue el último ejercicio de medición que se organizó a nivel federal, y del que tristemente ya no conocimos los resultados.
Hoy en ese país de miel, ya no hay evaluaciones educativas, ya no tenemos organismos especializados, y lo que es peor ya no podremos utilizar esta información para mejorar el sistema educativo y avanzar en la garantía del derecho a la educación. Organizaciones de la sociedad civil como Mexicanos Primero hemos levanto la voz para pedirle al gobierno federal que siga apostando por las pruebas, por contar con más y mejor información para orientar las políticas educativas. Afortunadamente, en algunos estados sí creen en el poder de la evidencia para mejorar la experiencia de las niñas y los niños en la escuela. Hay tres casos paradigmáticos: Nuevo León, Tamaulipas y Guanajuato.
Nuevo León, no solo ha apostado por evaluar todos los años a todos sus estudiantes, también se animó a entrar a una prueba internacional. Este año los estudiantes neoleneses de 3º y 6º de primaria pudieron participar en ERCE 2025, estudio que es coordinado por la UNESCO y en el que participan prácticamente todos los países de Latinoamérica. Tamaulipas decidió unirse con sus vecinos de Nuevo León en la evaluación del aprendizaje de todos sus estudiantes, y a pesar de los cambios administrativos ha mantenido su apuesta por este tipo de ejercicios. Finalmente, tenemos a Guanajuato que desde 2020 ha mantenido ejercicios constantes de medición de los aprendizajes en los distintos niveles educativos del sistema.
Espero que perdonen mi referencia la música de la década de 1980, pero es necesario decir que para Mexicanos Primero hay esperanza, aunque no ingenuidad, en que evaluar la educación en nuestro país volverá a ser una realidad. Habrá de nuevo un país de miel, con tejados color bermellón.