Política para A’Mar

El país que marchó con dos sombreros

El símbolo global de la Gen Z se adaptó en México para denunciar corrupción, crimen organizado y la falta de futuro laboral.

Dos movimientos, una misma marcha. Por un lado, una calaca sonriente con sombrero de paja; por el otro, un sombrero sahuayense. Eso sucedió el pasado 5 de noviembre en Michoacán y este sábado 15 en diferentes ciudades de México.

El primer emblema es adoptado por la Generación Z – aquellos nacidos entre 1997 y 2012 –, como símbolo de resistencia. El segundo, ese sombrero texano de color blanco, representa al “Movimiento del Sombrero”, una organización política y social independiente, centrada en Michoacán, que se ha expandido por toda la República Mexicana. La exigencia articulada a nivel internacional y la lucha regional se vieron fusionadas en banderas híbridas, un símbolo 2.0 que une la rabia global de toda una generación con el dolor local luego del asesinato de Carlos Manzo.

El pasado 15 de noviembre, ya sea con la bandera de México, las distintas fusiones de la pirata o con sombrero de charro, miles de personas marcharon en al menos 24 estados para exigir seguridad, fin a la corrupción y libertad digital. Esa Jolly Roger, la insignia utilizada principalmente durante la Edad de Oro de la Piratería, aproximadamente entre 1650 y 1730 por piratas europeos y del Caribe, aparece en el siglo XXI como una calavera juguetona con sombrero de paja sobre huesos cruzados en fondo negro. En esta ocasión, surge del animé japonés One Piece (1997), creado por Eiichiro Oda, la cual representa a Monkey D. Luffy y su tripulación, piratas que declaran la guerra a un gobierno mundial corrupto, censor y opresor. La calavera del 2025 sonríe con picardía y lleva un sombrero de paja como corona de libertad, pues representa la idea de que los sueños colectivos valen más que cualquier autoridad que los quiera aplastar. Para la Gen Z, esa bandera se convirtió en un código de causa compartida con el personaje de Luffy. El símbolo se viralizó y se ha visto en distintas naciones.

Su primera aparición en las calles fue en julio de este año en Indonesia. Ahí, la Generación Z la usó contra las alzas salariales para legisladores y corrupción. Se extendió a Filipinas, Francia, Madagascar, Nepal – donde logró derribar al gobierno en tan solo 48 horas – y ahora, México. Respectivamente, ha significado lucha contra la malversión; recortes presupuestarios; explotación de recursos; nepotismo frente a precariedad laboral y censura de redes; así como inseguridad. Un movimiento global que se articula con causas locales.

En Nepal, detonó una Revolución el 8 de septiembre luego del bloqueo de 26 redes sociales digitales – incluido Facebook, TikTok y X –. El gobierno de K.P Sharma Oli enfrentó protestas que escalaron a 74 muertos, incendios al parlamento y empujó a que el gobierno de Oli renuncie en tan solo dos días. Los himalayos se manifestaron también contra los “Nepo Kids”, hijos de élites que lucían lujos en Instagram de forma descarada, mientras que el 50% de la población migra por hambre.

En México, el símbolo llegó el mes pasado vía redes y, como en otros países, se tropicalizó. Pero aquí también se fusionó con el “Movimiento del Sombrero”, fundado por el exalcalde de Uruapan, Carlos Manzo, asesinado el 1 de noviembre —tema del que trató la columna anterior en este mismo espacio—. Su asesinato sacudió a la Gen Z mexicana, y el movimiento se ha convertido en un emblema anticorrupción y de resistencia frente a la violencia y al crimen organizado, logrando atraer a quienes están desencantados con el sistema político.

La muerte de Manzo catalizó las marchas. El híbrido que hizo la Gen Z del Jolly Roger fue cambiar el sombrero de paja por ese sahuayense o bien, poner calaveras con bigotes. La bandera que hoy recorre el mundo nos recuerda que la lucha contra la corrupción y la falta de oportunidades laborales para jóvenes es global, sí, pero en México a esa batalla se suma la amenaza cotidiana del crimen organizado. Aquí la exigencia es sobrevivir y vivir con libertad. Por eso, en México, los dos sombreros y el simbolo 2.0, además de ser una exigencia generacional, es un grito urgente.

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