Política para A’Mar

Lluvias intensas ¿y si el Fonden siguiera vivo? La fuerza de la naturaleza vuelve a poner a prueba la del Estado

Veracruz, Puebla, Hidalgo, Querétaro, San Luis Potosí y Guerrero han sido los estados más afectados.

México padece, nuevamente, por las fuertes lluvias. En lo que va de octubre, el país se ha convertido en un terreno de lodo, inundaciones y lágrimas. Se agrega a la tragedia la falta de fondos para hacer frente al desastre.

Veracruz, Puebla, Hidalgo, Querétaro, San Luis Potosí y Guerrero han sido los estados más afectados. De acuerdo con cifras oficiales, tan solo durante este mes suman 64 personas fallecidas, 65 desaparecidas, miles de casas inundadas, carreteras borradas por deslaves y comunidades enteras incomunicadas. Mientras el Ejército y la Marina limpian escombros, a falta del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), la presidenta hace un llamado a la solidaridad de empresarios.

Pidió donativos de despensas y el préstamo de maquinaria para el desazolve. Está claro que los 19 mil millones de pesos para emergencias que el gobierno dice tener no son suficientes. ¿Qué habría pasado si aún existiera el Fonden? Aquel fondo creado para atender los golpes de la naturaleza y que desapareció durante el sexenio de López Obrador, junto con otros 108 fideicomisos.

México está catalogado como uno de los países de mayor actividad sísmica del mundo y, también, aproximadamente el 40% de nuestro territorio y más de una cuarta parte de la población lidia con tormentas, huracanes e inundaciones. De ahí nació la idea de contar con un método que dé respuesta a emergencias naturales.

El Fonden nació en 1996 con Ernesto Zedillo y arrancó en 1999. Hasta antes de julio del 2021, México contaba con este mecanismo financiero dedicado exclusivamente a atender catástrofes de origen natural. En ese entonces, año con año, se usaba como mínimo el 0.4% del presupuesto federal para enfrentar desastres que nadie puede prevenir ni controlar. Además de los recursos de impuestos, el Fonden sumaba donaciones y rendimientos generados por inversión. Contaba con reglas claras y un comité técnico. Se usaba para apoyar, específicamente, a la rehabilitación de la estructura federal y estatal impactada. Este vehículo financiero fue de gran apoyo en varios momentos.

En 2013, ante las consecuencias de los huracanes Ingrid y Manuel que dejaron a 157 personas sin vida y afectaciones en Guerrero y Veracruz, el Fonden otorgó 40.7 millones para casas, escuelas y caminos. En 2014, Odile destrozó Baja California Sur y el fondo pagó puertos y hospitales. En 2015, cuando el huracán Patricia golpeó Jalisco y Colima, el fondo cubrió techos y medicinas. Y en 2017, los sismos en Puebla, Morelos y CDMX agotaron el presupuesto, pero se logró reconstruir el 100% de la infraestructura federal y miles de hogares. En emergencias, financiaba comida, agua, ropa; en reconstrucción, arreglaba puentes, drenajes, hogares y clínicas. Aunque a veces era lento, burocrático y susceptible a corrupción, se constituía como un plan listo, con recursos para utilizarse en momentos de emergencia. Una especie de seguro que funcionaba mejor que la improvisación y el llamado a la ayuda privada que ahora se hace desde el ejecutivo federal. Si el Fonden siguiese existiendo, el panorama sería otro.

Con una declaratoria de desastre, el fondo mandaría despensas, medicinas y maquinaria en días. Luego, el programa de reconstrucción destinaría millones para censos rápidos, apoyo a familias y reparación total de escuelas, carreteras y hospitales. En Hidalgo, con 150 comunidades aisladas, se podrían contar con puentes aéreos. En Veracruz, con 23 municipios bajo el agua, hubiera sido posible destinar recursos para drenajes nuevos. En Puebla, frente a los deslaves, estaría al alcance la estabilización de cerros. Y todo con dinero público, auditado, sin depender de donativos y maquinaria prestada.

Las lluvias de octubre recuerdan lo que ya sabemos: México, por su geografía, debe anticiparse a la fuerza de la naturaleza. Esa que sigue poniendo a prueba nuestra solidaridad, pero también la capacidad de un Estado que requiere fondos, transparencia y un plan específico antes de que llegue la próxima tormenta.

X: @marlenemizrahi

COLUMNAS ANTERIORES

Ley General de Extorsión: avance sin presupuesto
El boom que no fue para ellas

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.