Razones y Proporciones

¿Por qué México crece menos que China?

China ha invertido una elevada proporción de su PIB en infraestructura de transporte y conectividad, mientras que en México la infraestructura ha crecido poco y su capacidad sigue siendo limitada.

Pocos trabajos de investigación resultan a la vez tan fascinantes para la lectura y tan relevantes para México como “Openness and Growth: A Comparison of the Experiences of China and Mexico”, escrito por Timothy J. Kehoe y Xing Xu (KX) y publicado por la Reserva Federal de Minneapolis en agosto de 2025. Sin sustituir el examen del texto, conviene destacar algunos puntos que invitan a ampliar el debate público sobre el problema más desafiante de México: su bajo crecimiento económico de largo plazo.

Los autores buscan profundizar en el entendimiento del efecto de la apertura al comercio y la inversión sobre el crecimiento, mediante un estudio de caso sobre el desempeño de China y México en los años recientes.

A pesar de que ambos países abrieron su economía aproximadamente al mismo tiempo (México en 1990 y China en 1992), el PIB por persona en edad de trabajar ha registrado, desde 1990, un crecimiento exponencial en China, mientras que en México ha permanecido estancado. Medido de esta manera, China pasó de ser un país sustancialmente más pobre a uno más rico que México en 2023. Aquí, KX reconocen un primer enigma: “¿Por qué la apertura condujo al crecimiento en China, pero no en México?”

Además, la razón de exportaciones a PIB, indicador de apertura comercial, ha descendido en China desde 2006, mientras que en México ha continuado aumentando, superando a la de China desde 2009. De forma semejante, la razón de IED a PIB, indicador de apertura a la inversión, ha bajado en China desde 1994, mientras que en México ha subido moderadamente. Así, los autores plantean un segundo enigma: “¿Cómo logró China mantener un crecimiento mayor que México a pesar de depender menos de la apertura?”

Desde el punto de vista teórico, tanto China como México pueden crecer mediante la adopción de mejores tecnologías y prácticas de negocio del país líder, Estados Unidos, pero las instituciones y políticas gubernamentales pueden representar “barreras a la riqueza”.

KX resuelven el primer enigma identificando un hecho: la apertura de China ocurrió durante su proceso de industrialización, que generó gran parte de su crecimiento, mientras que México abrió su economía después de haber pasado por su etapa industrializadora, por lo que no contó con ese impulso. En China, las empresas se volvieron más aptas para exportar, mientras que en México fue necesaria una costosa recomposición.

Los autores proponen una conjetura para el segundo enigma: China ha ascendido drásticamente en la escala de productos con creciente sofisticación tecnológica y calidad, pasando de depender de la exportación de textiles a convertirse en el mayor exportador mundial de semiconductores, teléfonos inteligentes y otros bienes tecnológicamente avanzados. Ello se ha traducido en aumentos de productividad y producción medida. Por su parte, México no ha modificado sustancialmente su estructura productiva, con exportaciones altamente concentradas en automóviles ensamblados y productos derivados del petróleo dentro de la cadena de suministro de América del Norte, por lo que el beneficio mencionado ha sido escaso.

Otros indicadores confirman las diferencias en la diversificación de las exportaciones y el dinamismo empresarial: México destina una proporción de sus exportaciones a Estados Unidos significativamente mayor que China; este último país ha incrementado sustancialmente su “margen extensivo de comercio”, definido como las relaciones producto-país con valor superior a cierto umbral, mientras que México apenas lo ha hecho; y las entradas y salidas de estas relaciones por año en China han superado con creces las de México.

Entre los factores que contribuyen a la diferenciación en la transformación económica, KX destacan que China ha invertido una elevada proporción de su PIB en infraestructura de transporte y conectividad, mientras que en México la infraestructura ha crecido poco y su capacidad sigue siendo limitada. Además, el gasto en I+D como proporción del PIB ha aumentado notablemente en China, mientras que en México ha sido menor y se ha mantenido estable.

Finalmente, los autores subrayan tres “barreras a la riqueza” que colocan a México en desventaja respecto a China en el crecimiento de largo plazo: un sistema financiero ineficiente, ilustrado por la muy inferior proporción del crédito interno al sector privado respecto al PIB; la falta de Estado de derecho, ejemplificada por el número creciente y significativamente mayor de homicidios por cada cien mil habitantes; y las mayores rigideces en el mercado laboral, reflejadas en la marcada distinción entre formalidad e informalidad.

El trabajo concluye con interrogantes sobre cómo podría el gobierno impulsar de manera óptima la transformación que México necesita. Analizarlas debería orientar la agenda de investigación económica más urgente del país.

COLUMNAS ANTERIORES

Debilidades del Paquete Económico 2026
Los aranceles de México

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.