Razones y Proporciones

Las certezas del Banxico

La certidumbre en la predeterminación de la política monetaria contrasta con la incertidumbre creciente que este banco central ha reconocido en el entorno nacional e internacional.

A partir de junio de 2024, en cada reunión de política monetaria, la Junta de Gobierno (JG) del Banco de México (Banxico) ha decidido el recorte de la tasa de interés de referencia de la siguiente reunión.

Así, en las cuatro últimas sesiones de 2024 y las dos primeras de 2025, la JG aplicó las reducciones plasmadas en las “guías futuras” de las sesiones previas, acumulando una caída de 200 puntos base. A la luz del comunicado de marzo pasado, resulta prácticamente un hecho que, mañana, este órgano colegiado rebajará la tasa de referencia otros cincuenta puntos base, para llevarla a 8.50 por ciento.

La certidumbre en la predeterminación de la política monetaria contrasta con la incertidumbre creciente que este banco central ha reconocido en el entorno nacional e internacional. ¿Qué factores podrían explicar las certezas del Banxico?

Aunque es posible que haya varias razones, incluso ajenas a la política monetaria, conviene excluir algunas hipótesis.

La confianza del Banxico difícilmente provendría de que la inflación se haya encontrado claramente cerca del objetivo de 3.0 por ciento. El ciclo de recortes preestablecidos inició con una inflación anual de 5.0 por ciento en junio y siguió con una de 5.6 por ciento en julio de 2024. Además, de junio de 2024 a abril de 2025, la inflación promedio anual se ubicó en 4.4 por ciento.

Asimismo, las certezas no podrían derivarse de que la inflación haya mostrado una trayectoria sostenida hacia la meta. Si bien la inflación anual cayó a 3.6 por ciento en enero de 2025, a partir de febrero ha ido subiendo hasta alcanzar casi 4.0 por ciento en abril.

Tampoco la seguridad podría fundamentarse en las expectativas favorables del público. Contrario a lo que ha afirmado esta autoridad, las expectativas de inflación a cualquier plazo no han estado “ancladas” e, inclusive, algunas continúan por arriba de los niveles anteriores al Covid-19.

Por ejemplo, según las estimaciones recientes del Banxico, desde junio de 2024, la expectativa promedio de inflación de 1 a 5 años, extraída de instrumentos de mercado, ha permanecido por arriba de 4.4 por ciento, así como de los niveles de 2022, cuando la inflación registró su máximo cercano. Además, las expectativas de inflación a cualquier plazo, tanto de mercado como de encuestas, se han mantenido por encima de la meta.

Finalmente, la certidumbre del Banxico no podría fincarse en sus pronósticos. La práctica monetaria reciente comenzó al mes siguiente de la enésima revisión de la fecha de convergencia a la meta y ha coincidido con una proposición adicional en diciembre pasado. Como su “balance de riesgos” sigue sesgado al alza, este banco central no parece descartar que continúen las dilaciones, en una secuencia potencialmente interminable.

Las certezas del Banxico parecen, más bien, obedecer a dos razones. La primera estriba en la falta de compromiso con el objetivo de inflación. Las consideraciones anteriores confirman que el foco de la política monetaria no ha sido la urgencia por alcanzar la meta.

Además, la JG ha declarado que, en 2025, el aumento de los precios entró a una “nueva etapa” y terminaron las inflaciones elevadas derivadas de la pandemia. Este señalamiento que, en la práctica, ha descartado los riesgos inflacionarios al alza, representa una declaración prematura de victoria. El hecho de que la inflación se haya encontrado dentro del “intervalo de variabilidad”, aunque por arriba y no alrededor del objetivo, ha llevado al Banxico a acelerar el relajamiento monetario.

La mayor comodidad para aflojar ha fortalecido la percepción de muchos, incluso “expertos”, de que la meta real del Banxico es el intervalo. Esta ambigüedad y la ligereza con la que ha tomado el objetivo contribuyen a explicar por qué la inflación se ha mantenido, en el largo plazo, incluso por arriba del intervalo.

La segunda razón reside en la ilusión del Banxico de conocer la tasa de interés adecuada para controlar la inflación. Su justificación se ha basado en que la tasa de interés real ex ante se mantenga por arriba de un intervalo estimado de “neutralidad”. Con independencia de que los supuestos de tal estimación sean debatibles, a la JG le ha bastado que la tasa se mantenga “restrictiva”, sin importarle el grado de restricción. La falta de humildad para reconocer que la postura monetaria adecuada es una variable desconocida que debería explorarse mediante los resultados, explica por qué la JG insiste en que tiene suficiente “espacio” para recortar.

Haría bien el Banxico en abandonar el pensamiento grupal y generar un debate real sobre la seriedad de la meta y la postura para alcanzarla. Las infundadas certezas de recortar la tasa no son un buen augurio para el logro del objetivo.

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