Razones y Proporciones

Los desafíos del mandato dual de la Fed

La proliferación de aranceles puede desacelerar la actividad económica de Estados Unidos.

La política comercial de la administración del presidente Trump, basada en la imposición de aranceles a un gran número de países, plantea desafíos considerables al Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) en el cumplimiento de su mandato dual de máximo empleo y estabilidad de precios.

Por una parte, la proliferación de aranceles puede desacelerar la actividad económica de ese país. Los mayores costos de insumos importados y la ineficiencia implícita en la sustitución de importaciones operan como un choque de oferta sobre la economía. Si fueran definitivos, los aranceles tendrían un efecto “de una sola vez”, conllevando una recomposición de las cadenas de suministro, cuya realización plena podría requerir un largo tiempo.

No obstante, el carácter fluctuante de la actual política comercial estadounidense introduce una fuerte dosis de incertidumbre. La eventualidad de cambios drásticos, de cualquier sentido y magnitud, tiende a inhibir los planes de inversión de las empresas y las compras de bienes duraderos de las familias, reduciendo el potencial económico en un horizonte más largo.

Si la administración decidiera pronto abandonar la estrategia de utilización generalizada de aranceles, el efecto adverso sobre la actividad económica sería pasajero. Si, por el contrario, se extendiera la incertidumbre, el perjuicio podría profundizarse. Una desaceleración económica prolongada conllevaría, tarde o temprano, al aumento del desempleo.

Por otra parte, la perturbación descrita aumentaría el nivel general de los precios, lo cual ocurriría no sólo porque los productos importados fueran más caros, sino, tal vez más importante, por los mayores costos de la producción interna.

Como en el caso de la actividad económica, en principio, el choque de oferta ejercería un impacto transitorio sobre el nivel de los precios. Sin embargo, este impulso podría desencadenar un proceso de inflación elevada y enraizada, si el público percibiera que la Fed no está dispuesta a hacer lo necesario para regresar el crecimiento de los precios al objetivo de mediano plazo de 2.0 por ciento.

Un escenario de “estanflación”, conformado por una inflación ascendente y un debilitamiento de la actividad económica con más desempleo, colocaría a la Fed ante dilemas complicados de política monetaria. Por ejemplo, si el desempleo iniciara una trayectoria alcista por arriba de 4.2 por ciento, nivel considerado de largo plazo, la Fed se vería obligada a acelerar los recortes de tasa de interés. Sin embargo, si, al mismo tiempo, la inflación empezara a alejarse notablemente del objetivo, este banco central tendría que considerar mantener su postura o inclusive apretarla.

Debe señalarse que los desenlaces delineados no son producto de medidas o condiciones políticas de otros países, como lo fueron las crisis petroleras de 1973 y 1979, o de causas globales fortuitas, como lo fue la epidemia del Covid-19 en 2020. El choque de oferta actual proviene de decisiones de la administración estadounidense, las cuales, podrían fácilmente revertirse, beneficiando a ese país y al mundo entero.

El presidente Trump ha ejercido presión sobre el presidente del Fed, Jerome Powell, para que este banco central reduzca más rápidamente su tasa de interés de referencia. Correctamente, la mayoría de los observadores ha coincidido en que, si la Fed cediera a tales influencias, correría el riesgo de perder reputación acerca de su autonomía, condición indispensable para la credibilidad de los objetivos monetarios.

Powell ha reiterado que la Fed seguirá conduciendo la política monetaria con independencia de consideraciones políticas. Este banco central debe ser y aparecer autónomo. El origen gubernamental de un eventual escenario de estanflación haría particularmente retador el ejercicio de la autonomía. En tal situación, la claridad de la comunicación de la política monetaria será crucial.

Durante 2025, la Fed ha considerado apropiado esperar a tener más información antes de realizar cualquier ajuste. Hasta ahora, el efecto adverso más claro de los aranceles se ha manifestado en las expectativas del público, en particular las de inflación. Por ejemplo, según las encuestas de la Universidad de Michigan, en abril, la inflación esperada a un año alcanzó el más alto nivel desde 1981, mientras que la de los siguientes cinco años fue la más elevada en treinta años.

Ante estas perspectivas desafiantes, Powell resumió recientemente el compromiso del Fed: “equilibraremos nuestros mandatos (…), teniendo en cuenta que, sin estabilidad de precios, no podemos lograr los largos periodos de condiciones laborales sólidas que benefician a todos los estadounidenses”. Esta claridad de rumbo da confianza de que la Fed continuará generando certidumbre a la economía estadounidense.

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