Costo de oportunidad

Producir en el hogar

No hay forma de salir de ese ciclo autodestructivo de atrición sin crecimiento económico. Pero eso es algo que está prohibido hoy día.

Esta es como pregunta de curso de introducción a la macroeconomía. Si en lugar de contratar a un plomero para arreglar la tubería de su casa, mi amiga Y., decide hacer el trabajo de plomería ella misma, entonces reducirá el PIB de la ciudad de Washington, donde vive. Primero, porque el plomero no facturará el servicio. Pero también, porque usará horas que podría utilizar haciendo su trabajo como economista, entonces ella tampoco producirá durante el tiempo que le tome cortar los tubos, pegarlos e instalarlos.

Los antiguos mexicanos producían la mayor parte de los bienes y servicios que consumían en el hogar. Eran una economía primitiva, de comando y control, que producía pocos bienes, y la gran mayoría de ellos no se intercambiaban en el mercado de la gran Tenochtitlan. Eran bienes que se producían en la casa del señor de Texcoco para el señor de Texcoco, probablemente con mano de obra esclava tlaxcalteca, y que no contribuían al PIB de la ciudad lacustre. Afortunadamente, o desafortunadamente, en esos tiempos las autoridades no contabilizaban la economía a partir del valor de los bienes y servicios producidos e intercambiados en el mercado en un trimestre o un año.

Cuando la gente tiene liquidez, como hoy en día, pero también sus horas de trabajo no valen lo suficiente para comprar satisfactores básicos, es posible que los hogares decidan desconectarse de los mercados, y producir bienes y servicios en el hogar. No me alcanza para comprar un traje en el centro comercial, mucho menos para comisionar a un sastre para que me lo haga, y entonces tomo la decisión de cortarlo y coserlo yo mismo. El sastre me cobraría unos 4 o 5 mil pesos, y la tela para hacerlo costaría quizá entre 2 y 4 mil pesos, dependiendo de la calidad. Si logro hacer el traje en tres fines de semana (apuesta difícil, diría Adam Smith, pero no imposible), ese trabajo extra está pagado igual que trabajar en la manufactura, o como profesor universitario.

Volver a la Edad de Piedra significa renunciar a los beneficios que le otorgó a la humanidad la revolución industrial. A partir de 1780, un conjunto de países, llamados por el economista Oded Galor los “English offshoots”, los hijos del Imperio Británico, empezaron a acumular capital a una tasa que no se había visto nunca en la historia de la humanidad. Estas sociedades lograron entregarle una mayor y mejor dotación de capital a cada uno de sus trabajadores desde esos años, y eso hizo que el ingreso per cápita aumentara consistentemente en esos países.

Antes de esos años de finales del XVIII, los seres humanos vivíamos existencias brutales, violentas y cortas, como hubiera dicho Thomas Hobbes. Estábamos sujetos a pinzas malthusianas —la producción de alimentos crecía linealmente, y la población crecía exponencialmente hasta que la curva poblacional superaba la de producción, y entonces llegaban los años de hambruna y reducción de la población hasta que el sistema regresaba a su precario equilibrio. La revolución industrial, la división del trabajo, los mercados libres, la revolución del crédito y el comercio global del siglo XVIII permitieron a la humanidad desligarse de estas hambrunas periódicas y pinzas de destrucción masiva.

Hoy en día, en regiones del mundo relativamente pobres, como África y América Latina, no es descabellado pensar en un retorno de las pinzas malthusianas, y de desintermediación de los mercados —un regreso de los hogares a la producción ineficiente desde el hogar, al no poder comprar los satisfactores básicos en el mercado. La economía informal mexicana es una expresión de este fenómeno: familias jugando a ser empresas, por razones de subsistencia.

Bajo ese paradigma, el tamaño de la economía, medido a través del PIB, no crece. No aumenta la cantidad de bienes y servicios producidos y vendidos en la economía. Es posible que trabajemos más, y paradójicamente produciremos menos, dado que perdemos capacidades productivas que están presentes en la economía de mercado, y ausentes en las economías primitivas. No acumulamos capital, no reemplazamos el capital depreciado, y lentamente nos sumiremos en un atraso de la Edad de Piedra.

No hay forma de salir de ese ciclo autodestructivo de atrición sin crecimiento económico. Pero eso es algo que está prohibido hoy día, y que lo estará en los años siguientes, a menos que el Estado asuma una visión diferente de la economía. En Argentina ya se dieron cuenta. ¿Cuándo nos daremos cuenta por acá?

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