Las protestas en Los Ángeles se ven de terror. Es posible que todo aquello sea un mito para suspender el habeas corpus –figura legal estadounidense que permite a los detenidos comparecer ante un juez para disputar su detención. Esta garantía puede suspenderse en momentos de desorden civil, rebelión o invasión. Eso busca Donnie T.
El relato de la violencia angelina, en voz de algunos periodistas que andan por allá, es que o no es tal, o que es una simulación. León Krauze ayer reportó a través de su cuenta de X que las cosas están tranquilas en términos de violencia, aunque la gente está frustrada y preocupada por lo que pueda pasar. Ariel Moustatsos Morales, periodista mexicano en los Estados Unidos, documentó que algunos de los manifestantes que ondeaban la bandera mexicana no parecían mexicanos: uno, claramente, tenía el uniforme de militante de Hamás, y el otro parecía más bien un afroamericano.
En los años 80, cuando Bruce Springsteen cantaba “Born in the USA”, Weird Al Yankovic cantaba “Born in the East LA”, una parodia de un muchacho de origen latino que acaba deportado simplemente por un error de perfilamiento étnico.
Si le hacemos caso a León Krauze, aquello parece más bien un Quiet Riot, otro nombre de banda ochentera que significa “Motín silencioso”. Pero, la administración federal no quiere que le hagamos caso a Ariel o a León; preferiría que pensemos que realmente Los Angeles está bajo asedio y que por ello enviaron fuerzas militares.
La secretaria de Seguridad Doméstica (Homeland) de los Estados Unidos, Kristi Noem, dijo ayer que la presidenta Sheinbaum atizó las protestas angelinas con sus declaraciones recientes. Cierto, Sheinbaum dijo que convocaría a movilizaciones derivadas de los anuncios de legislación para gravar las remesas. Pero, no la veo con la capacidad de organizar semejante zafarrancho. Como dijeron varios caricaturistas mexicanos, esto fue un regalo de imprudencia para Donnie de la doctora.
Y aquí cito a otra banda, pero mexicana, y más cercana en el tiempo: Molotov diría “que se sienta el power mexicano”. En tiempos del presidente Salinas, la conversación sobre México en los Estados Unidos era sobre integración comercial. Sí, sobre costos de mano de obra, y lo que significaría en términos de cambio de la dinámica laboral de los Estados Unidos, pero en general, la comunicación pública sobre México tenía un tono generalmente positivo. Hace algunos años, Roberto Newell, durante una estancia en el Woodrow Wilson Center, documentó este hecho. Eso fue durante el sexenio de Calderón, y la conversación en esa época estaba volcada a narcotráfico y violencia. Es decir, pasamos de “La Riqueza de las Naciones” a “Camelia la texana”, en solamente tres y medio sexenios.
Cinco y medio sexenios después, la conversación es de guerra y sedición. Valdría la pena bajarle el tono y regresarla a temas de integración comercial, migración, atracción global de talento y competitividad. Cierto, la doctora no nos ayuda. Ahora que Marco Rubio andaba fustigando dictaduras bananeras por los médicos cubanos, la presidenta se puso el saco y también le reviró al secretario de Estado americano diciendo que esa práctica en México no se trataba de un esquema de explotación laboral. No lo es. Tiene razón la doctora. Es mucho peor: es financiamiento de una dictadura terrorista que viola derechos humanos, y es un esquema de esclavitud en pleno siglo XXI. Es una cercanía absurda con lo peor de la narcopolítica regional y global. Si necesitamos médicos, deberíamos traerlos de manera competitiva, de todo el mundo, con una prueba de competencias, y entregarles el 100 por ciento de su salario neto.
Vaya: nos ponemos de pechito. La reforma judicial, la destrucción de los organismos autónomos, la creciente militarización de la administración pública, nuestra diplomacia de defensa de regímenes impresentables, son todos argumentos para que los republicanos MAGA tengan excusas para ponernos en el mismo montón con los enemigos que abusan de su pobre país atribulado.
El “poder suave” no se ejerce a sombrerazos con la mayor potencia del mundo. Prefiero ser vecino de Elon y Donnie, aunque sean un par de inútiles, que de Putin. No me cambio por los alemanes y polacos ni un minuto. La conversación mexico-americana ha sido, generalmente, muy pacífica y constructiva.
Pero, no abusen. Donnie admira a Putin y Orban. Podemos ser presa fácil de sus instintos autoritarios. Si pedimos que nos rompan la boca, en una de esas nos conceden nuestro deseo.