Fuera de la Caja

Avanzamos

El gobierno no tiene capacidad de responder: ni en salud, ni en educación, ni en seguridad, ni en economía. Ni siquiera pueden controlarse a sí mismos. Cada día hay más fierros en la lumbre, y mayor descontento social.

El viernes se confirmó la contracción de la economía durante el tercer trimestre del año, con lo que en el mes de septiembre el crecimiento acumulado de 12 meses llegó prácticamente a cero. De acuerdo con el indicador oportuno a octubre, así siguió, de manera que las estimaciones para todo el año se ajustarán a la baja en los próximos días, aunque ya Banamex ha anunciado la propia: en lugar de esperar un crecimiento de 0.4%, ahora ven 0.2%.

El ritmo de la economía ha venido cayendo desde mediados de 2023, cuando alcanzaron su punto más alto las obras del Tren Maya y Dos Bocas, cuyos datos fueron además alterados para dar una impresión de bonanza inexistente. De ahí a mediados de 2024, el esfuerzo gubernamental se concentró en repartir más dinero a más personas, para mantener esa ilusión y ganar con ello las elecciones. De eso hemos hablado ya, y del golpe de Estado que siguió.

Lo que no hemos comentado, y merece cierta atención, es lo que ocurre con la economía desde que el actual grupo llegó al poder. Aunque formalmente López Obrador tomó posesión en diciembre de 2018, en realidad tenían todo en las manos desde septiembre, con mayoría en las cámaras. A fines de octubre, López canceló la construcción del aeropuerto, y desde ese momento, la economía se empezó a frenar. Hasta antes de la pandemia, el ritmo de la economía fue de -1% anual. En el último año, de septiembre a septiembre, la economía se ha contraído -0.6%.

Comparando con septiembre de 2018, el inicio del actual grupo en el poder, la economía ha crecido 3.5%, un promedio anual de 0.5%. Eso incluye los 4 billones gastados por López en financiar su triunfo de 2024, es decir, en la construcción del Tren Maya y Dos Bocas (obras que pierden dinero) y en repartir limosnas para comprar votos. Cuatro billones representan 11.5% del PIB, de forma que ese crecimiento de 3.5% es en realidad una contracción de 8%, más o menos -1% cada año. De hecho, la deuda pública prácticamente se ha duplicado en comparación con septiembre de 2018 (88% de crecimiento), y la mayor parte de eso ha sido en pesos, lo que significa que el gobierno ha jalado recursos que de otra forma serían destinados a inversión privada. Al hacerlo, destruye crecimiento futuro. Por eso la ley prohíbe que se contrate deuda para gasto corriente, algo que no ha sido respetado por el grupo en el poder, como no respetan nada.

Aunque habían ofrecido que México crecería más que en los tiempos “neoliberales”, muy rápidamente cambiaron su discurso para afirmar que el PIB no importa. López decía que lo relevante era la felicidad, Sheinbaum dice que es la reducción de pobreza. Ninguna de esas cosas es posible con la economía deficiente que están creando. La ilusión de bonanza fue falsa, y así ocurrirá con la ilusión de menor pobreza. Está ya ocurriendo, y por eso crece el enojo con el gobierno, que no tiene su origen en complot alguno.

Todo indica que hemos entrado ya en la fase final. El gobierno no tiene capacidad de responder: ni en salud, ni en educación, ni en seguridad, ni en economía. Ni siquiera pueden controlarse a sí mismos. Cada día hay más fierros en la lumbre, y mayor descontento social. Han optado ya por el enfrentamiento, sea la represión directa a manifestantes, la persecución a adversarios políticos, la descalificación a los críticos.

Al cerrar las puertas al diálogo, al intentar impedir elecciones libres, el grupo en el poder apuesta a la violencia, porque creen que en eso llevan ventaja. No estamos en los 60 o 70. El gobierno no tiene control territorial. Hay un entorno internacional adverso. Avanzamos al caos.

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