Se publicó ayer el dato oportuno del indicador de actividad económica. Hoy, cuando lea usted esto, se conocerá ya el dato preliminar de agosto. Aunque nada más hay un día de diferencia entre ambas publicaciones, la diferencia puede ser significativa. Ya nos pasó en julio, cuando la caída fue el doble de la esperada. Ahora podría ser al revés. Por esa razón, ese indicador oportuno se toma más como señal de la tendencia del mes siguiente. Es decir, en este caso no importa tanto el dato de agosto, sino la dinámica rumbo a septiembre. Lo publicado ayer indica que no hubo un movimiento relevante entre esos dos meses.
Si se confirma la información oportuna, al cierre del primer trimestre el Índice Global de Actividad Económica cruzará el cero. Es una línea monótona que empezó a caer a mediados de 2023, cuando crecíamos 4% anual, rondaba dos y medio al momento de las elecciones, uno y medio al inicio del actual gobierno, y cero al cumplirse el primer año de éste.
La caída viene de la industria, donde todos los componentes han tenido mal desempeño. La minería promedia una caída de siete puntos de octubre a agosto, último dato publicado. Electricidad, -1%. Construcción cae un poco más de tres, y las manufacturas, que son la mitad de la industria, tienen una muy ligera contracción. Esto es importante porque las manufacturas representan buena parte de las exportaciones, y eso es lo que ha evitado que estemos en peor situación.
Como sabe, cuando una economía se debilita, lo resienten de inmediato las importaciones, de forma que, si se sigue exportando, el saldo comercial se hace menos negativo, o incluso positivo. Ese efecto ha “salvado” al PIB en lo que va de la actual administración. Si nada más consideramos el comportamiento de la demanda interna, la contracción es indudable, y ya importante.
Con los datos oportunos del consumo, ya lo habíamos platicado, también estamos cruzando a terreno negativo en los últimos meses, y la inversión sigue totalmente desplomada. Tenemos el dato de julio, y suficiente información de agosto como para estimar que la caída de la inversión en el tercer trimestre será cercana al -7%. Si el consumo no aporta, como hemos dicho, la caída en ese trimestre rondaría -1.5%. Con los datos oportunos de actividad económica, sin embargo, la contracción estaría más cerca de -0.8%. Si no hay nada excepcional, en ese trimestre no alcanzará la balanza comercial a compensar, y el dato del PIB será negativo.
Todavía no tenemos dato alguno del último trimestre del año, que inicia en octubre. La tendencia de las series principales no augura mejoría: empleo, salarios, remesas, extracción de crudo, etc. Pero los datos empezarán a fluir hasta dentro de dos semanas. Sin un cambio importante de dirección, que no se me ocurre de dónde vendría, el crecimiento rondará el cero. La mayoría de los colegas tiene estimaciones ligeramente superiores a cero, pero para 2026 están todos por encima de un crecimiento de 1%, aunque sea por poco.
Esa parte es la que preocupa ahora. Para tener un crecimiento mayor en 2026 sería necesario que el consumo se recuperase, pero en todos los casos en que ha cruzado a terreno negativo, la recuperación tarda muchos meses. Del lado de la inversión, a pesar del desplome, es todavía posible que caiga en 2026, considerando que no hay nada que la haga especialmente atractiva en estos momentos.
La evidencia que tenemos es que el modelo ‘4T’ no produce crecimiento. Sólo entre junio de 2022 y junio de 2024 hubo algo, impulsado por el exceso de gasto (financiado con deuda) orientado a comprar la elección. Si lo quita, vamos a cerrar 2025 con el mismo PIB que teníamos en septiembre de 2018, cuando Morena tomó el Congreso, y al mes siguiente cancelaron el aeropuerto. Siete años de vacas flacas, siguen siete sin vacas.