Fuera de la Caja

Una semana

Donald Trump no dejó la cumbre por una urgencia, sino por su mala educación y la necesidad de evidenciar su poder. Sin Estados Unidos, la cumbre del G7 no es mucho, por el momento.

El lunes se llevó a cabo la reunión del G7 en Kananaskis, en la provincia de Alberta, Canadá. Como ocurrió hace siete años, cuando Canadá también fue anfitrión, Donald Trump se retiró intempestivamente, ahora argumentando que la tensión entre Israel e Irán le obligaba a ello. Como es evidente, era una mentira, porque no ha hecho nada desde entonces que no pudiera haber hecho desde la cumbre. Es su forma de humillar a Canadá, y despreciar a los jefes de gobierno que esperaban tener una reunión al día siguiente, entre ellos Claudia Sheinbaum, pero también el premier australiano, Zelenski, Modi, y otros más.

Para Sheinbaum, era una buena oportunidad de encontrarse con Trump en un entorno que éste no controlase, para evitar las humillaciones que han recibido otros mandatarios que lo visitan en la Casa Blanca. Desafortunadamente, no fue así.

Hay quienes sostienen que si hubiera ido en avión presidencial, habría llegado con tiempo para ver a Trump, pero eso no tiene lógica. Sí debería viajar en su propio avión por varias razones, pero, en este caso, no hubiese hecho diferencia. La farsa de viajar en línea comercial, además de quitarle tiempo y provocar un desgaste innecesario, pone en riesgo al resto de los viajantes. Si, como parece ser el caso, hubo un vuelo de una nave de la marina a Kananaskis, la burla es todavía mayor.

Sin embargo, el que ya haya salido Sheinbaum es un avance, comparado con el aislamiento de su antecesor, que ella había continuado, en el que sólo visitan a otros gobiernos autoritarios latinoamericanos. Esta postura parroquial daña a México, que ha perdido ya mucha presencia en una escena global que ahora es más complicada e incierta. Como suelen decir los diplomáticos, en estas cumbres: si no estás en la mesa, estás en el menú. Y ahí seguramente hemos estado ya por varios años.

Pero decíamos que Trump no dejó la cumbre por una urgencia, sino por su mala educación y la necesidad de evidenciar su poder. Sin Estados Unidos, la cumbre del G7 no es mucho, por el momento. Un insulto más a los anfitriones, que, sin embargo, parecieran haber acordado algo con Trump con respecto a la revisión del T-MEC. Algo así se dijo, pero sin más detalles. En caso de ser cierto, eso sí sería preocupante para México. Habrá que esperar.

La excusa de Trump fue el ataque de Israel a Irán, que inició el viernes pasado con el objetivo de impedir que Irán pueda tener una bomba nuclear. El programa nuclear de Irán se había contenido durante el gobierno de Barack Obama, pero, cuando Trump llegó a la presidencia por primera vez, canceló el acuerdo con ese país. Poco después, Irán reactivó su programa y ha acumulado una cantidad importante de uranio enriquecido, aunque todavía no al nivel necesario para una bomba. Por otra parte, además de esto, se requieren otros pasos para construirla que tampoco parecen haber logrado. Es decir que, aunque no hay duda de que Irán estaba avanzando en su propósito, y para ello seguía engañando a Trump, le faltaba todavía algo de tiempo para lograrlo.

Pero Netanyahu ya no quiso esperar. Por un lado, Israel ya había debilitado los proxies de Irán: Hamás, Hezbolá y, en menor medida, a los hutíes. Por otro, la presión política interna amenazaba con derrocar a Netanyahu, que sabe que corre el riesgo de acabar en prisión. Así, aunque el ataque se planteó como un freno al programa nuclear iraní, poco después se ha convertido en un intento de cambio de régimen en ese país. En ambos casos, Israel necesita que Estados Unidos se involucre. Mientras Trump no decide qué hacer, Putin ha aprovechado para intensificar el bombardeo de Ucrania. En esta semana, Trump perdió con sus aliados, es la burla de Putin, y Netanyahu lo bulea. Ganando como siempre.

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