Fuera de la Caja

Peor

Lo que sí ya es claro es que el sistema dejó de funcionar, y no va a poder reconstruirse. Trump ha roto la base de confianza necesaria para el funcionamiento de un sistema de reglas.

Ya alguna vez le comentaba que cuando esta columna se dedica a economía, baja el número de lectores, pero lo hace aún más cuando el tema es internacional. Supongo que ahora, que tenemos que escribir de economía internacional, el asunto debe empeorar. Pero en este camino nos ha puesto Trump.

Él argumenta que el mundo entero ha abusado de Estados Unidos, mediante el sistema de reglas y organizaciones que ese mismo país creó hace 80 años. Para terminar con ese abuso, quiere que se vuelva a invertir en todo tipo de manufacturas, y para eso quiere cerrar su mercado. Además, ya no quiere el papel de “policía mundial”, y quiere que el dólar se deprecie. Ya hemos comentado que sus objetivos son contradictorios, por lo que sus medidas no lograrán lo que busca. Ya debería ser evidente que eso mismo piensan los mercados, que se han hundido desde el 3 de abril.

Los problemas que dice querer resolver ni siquiera existen. El déficit comercial de Estados Unidos no es un problema serio, especialmente cuando se considera el superávit en servicios. La deuda pública, aunque elevada, tiene margen para un trabajo serio de reducción del déficit, y no se necesitan los machetazos de Musk.

Algunos creen que en realidad no se trata ni de esos problemas, ni de esas soluciones, sino de la destrucción del sistema de posguerra, sin que tengamos claro qué podría construirse a cambio. Hay quienes creen que ni siquiera han pensado en eso, sino simplemente en la concentración de poder en la persona de Trump. Algo así como cancelar la construcción del aeropuerto para dejar claro quién manda.

Ya veremos si fue megalomanía personal, soberbia sistémica o simple estupidez. Falta tiempo para eso. Lo que sí ya es claro es que el sistema dejó de funcionar, y no va a poder reconstruirse. Trump ha roto la base de confianza necesaria para el funcionamiento de un sistema de reglas.

Con Europa, eso parecía un hecho desde que amenazó con la salida de la OTAN, pero especialmente después de abusar de Zelenski en la Casa Blanca, bloquear entregas de material, y cancelar criminalmente la entrega de inteligencia a Ucrania. Si desde entonces los gobiernos de Reino Unido y la Unión Europea estaban preocupados, con los aranceles creo que les quedó claro que Estados Unidos ya no es un aliado.

Alemania ha cambiado su política fiscal y de defensa de los últimos 80 años, y con eso dejará atrás la recesión en que se encontraba. Si, como estiman ellos, en cinco años pueden construir un ejército razonable, tendrán justamente lo que les ha faltado para que el euro pueda considerarse una moneda alterna al dólar. Si en esos cinco años, además, regresa Reino Unido y moderan los excesos regulatorios de los últimos tiempos, Europa será un actor de mucho peso.

Para China el problema es diferente. Desde la Gran Recesión habían intentado extremar el modelo de crecimiento basado en inversión, pero entre la caída demográfica y los excesos, entraron en crisis en octubre de 2021. Desde entonces, para evitar una recesión que ponga en riesgo al sistema político, multiplicaron sus exportaciones. Aunque tienen un ejército importante, su moneda no sirve como alternativa al dólar (o al euro), porque su sistema financiero es inexistente (opaco, o más bien turbio, arbitrario).

Esto sugiere que tenemos enfrente al menos cinco años de incertidumbre como no conocíamos desde el fin de la Segunda Guerra. Ya no importa mucho si hoy Trump cambia fechas o tarifas, el daño ya está hecho, como lo muestran los índices de los mercados.

Habrá que construir nuevos planes, para un nuevo mundo, que no será mejor que el que conocimos.

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