Luis Wertman Zaslav

La nueva seguridad: cuidarnos en cuerpo, mente y datos

La seguridad no se construye solo con más presupuesto o más fuerza. Se construye con inteligencia, tecnología, cercanía y prevención.

Hablar de seguridad ya no puede quedarse en patrullas, pistolas, cámaras o rejas. Hoy, la verdadera seguridad va mucho más allá de lo físico: abarca también lo digital y lo emocional. Estamos frente a una transformación profunda: la seguridad del siglo XXI debe ser ¡integral!

Claro que necesitamos policías preparados, justicia eficiente y calles bien iluminadas. Pero también necesitamos que nuestros datos estén blindados, que las familias vivan sin ansiedad constante y que las instituciones inspiren confianza y no miedo. Porque una sociedad que duerme intranquila, aunque no haya disparos, sigue viviendo insegura.

1. Seguridad física: la base que sostiene todo

El espacio público sigue siendo el termómetro de cualquier país. Calles iluminadas, transporte confiable, respuesta rápida de autoridades. Pero no basta con lo básico. Una ciudad con patrullas pero sin equidad seguirá siendo insegura. La verdadera prevención se construye atacando las raíces: desigualdad, impunidad y exclusión. Una calle vigilada sirve, pero una comunidad integrada vive en la paz y tranquilidad ¡EN CONFIANZA!

2. Seguridad digital: el nuevo campo de batalla

Nuestra vida ya no cabe solo en la casa: vive en la nube, en el celular, en cada contraseña. Hoy, millones de personas y empresas son vulnerables a fraudes, hackeos, suplantación de identidad o manipulación de información. No es futuro, es presente. Un ataque digital puede paralizar un hospital, robar ahorros familiares o desatar caos social en minutos.

Necesitamos de la ciberseguridad que proteja ciudadanos, empresas y gobiernos. Un banco es tan seguro como su firewall. Una familia es tan fuerte como sus hábitos digitales. Así como enseñamos a cruzar la calle, debemos enseñar a detectar phishing, usar doble autenticación y cuidar lo que compartimos. La tecnología no solo debe ser accesible: debe ser confiable. La privacidad no es un lujo, es una defensa.

3. Seguridad emocional: la dimensión olvidada

La inseguridad no solo se mide en delitos, sino en miedo. El miedo desgasta, paraliza y rompe el tejido social. Vivir en constante estrés, ansiedad o desconfianza deteriora tanto como un robo. ¿De qué sirve blindar una casa si tu mente vive sitiada?

La salud mental debe ser parte central de cualquier política de seguridad. Escuelas que enseñen empatía, comunidades que contengan, gobiernos que escuchen. En Canadá, las brigadas de apoyo psicológico comunitario han reducido conflictos vecinales más que cualquier patrullaje. En Japón, las campañas de bienestar emocional en el transporte público disminuyeron la violencia cotidiana. La mente tranquila es un muro invisible que protege.

4. Una visión integral: de lo reactivo a lo preventivo

La seguridad no se construye solo con más presupuesto o más fuerza. Se construye con inteligencia, tecnología, cercanía y prevención. Una ciudad que invierte en salud mental, tecnología segura y tejido social es una ciudad blindada en tres dimensiones.

Barcelona integró diseño urbano con bienestar ciudadano para prevenir delitos. Estonia convirtió la ciberseguridad en política de Estado. Singapur mezcla tecnología y comunidad para anticiparse al crimen. ¡Podemos construir los casos de éxito!

Tenemos todo para ser ejemplo: talento, creatividad, compromiso social. Entender que la seguridad no es solo ausencia de violencia, sino presencia de bienestar. Un joven que estudia, trabaja y se siente acompañado está más protegido que cualquier patrullaje. Una mujer que vive sin miedo está más segura que cualquier botón de pánico. Una comunidad que confía en sus instituciones es más fuerte que cualquier sistema de vigilancia.

¿Qué nos toca hacer?

Gobiernos: no retrasen la ciberseguridad, no ignoren la salud mental. Empresas: proteger datos es proteger vidas. Escuelas: enseñar empatía es enseñar defensa social. Ciudadanos: la seguridad empieza en cada contraseña, en cada palabra de apoyo, en cada acto de confianza que construye comunidad.

El reto es grande, el momento es ahora. La nueva seguridad no es más control: es más cercanía, más inteligencia, mejores oportunidades y progreso para todos. Proteger el cuerpo ya no es suficiente: debemos proteger también la mente y los datos. Solo así podremos decir que vivimos verdaderamente seguros.

¡Generando confianza! ¡Haciendo el bien!

¡¡¡Haciéndolo bien!!!

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