Esta columna no la voy a complementar con estadísticas, porque del tema que hablo ya se han dado hasta el cansancio, sino que haré una descripción de sentimientos y un ejercicio de observación que trataré de transmitir en este espacio con la mayor cantidad de detalles.
Entre el lunes y miércoles me tocó estar en Nueva York para los juegos 3, 4 y 5 de la Serie Mundial entre los históricamente todopoderosos Yankees y los Dodgers de Los Ángeles. Dentro de todos los equipos deportivos de esta ciudad, ninguno representa tanto para los neoyorquinos (o estadounidenses) como los Yankees. Son el equipo de todos, el que domina más su liga, esa que es la más antigua entre los deportes profesionales en Estados Unidos. El nombre del equipo, Yankees, evoca a todo lo que le produce orgullo al imperio norteamericano.
Los Yankees tienen una cantidad impresionante de números retirados, 21 para ser exactos, incluidos todos los del 1 al 10, con el 8 de Yogi Berra y Bill Dickie repetido, y también el 42 de Mariano Rivera, quien lo comparte con Jackie Robinson, cuyo dorsal fue retirado por todos los equipos de Grandes Ligas. El último fue el 2 de Derek Jeter, responsable del primer lanzamiento del juego 3. Son los Yankees los que más números han retirado.
Así, el equipo que enorgullece a NY sobre otros como Giants, Jets, Knicks, Nets, Rangers, Red Bulls o NYCFC, se preparaba para una nueva Serie Mundial, la 40 en su riquísima historia.
Del otro lado, los Dodgers también tienen una rica historia, pero que envejeció con menos gloria de la que merecería. El equipo de LA tuvo su mejor época justo después de llegar a la ciudad desde Brooklyn, en 1958; ganaron los títulos de 1959, 1963 y 1965, y la mayoría de sus estrellas las heredaron del equipo que se mudó. Así, del glorioso equipo que ganó dos títulos en los 80, solo el entrenador Tom Lasorda había visto retirar su dorsal 2 como leyenda del equipo… hasta que, apenas el año pasado, Fernando Valenzuela vio su número 34 ser retirado.
Y aquí voy, lo de Valenzuela no lo podemos dimensionar, de verdad. En el Yankee Stadium, quizá con algo de parcialidad, puedo decir que no había más jerseys de otro jugador que de Valenzuela. Los había de todas formas: en blanco, en azul, con la combinación de los colores de México, en rosa, en una especie de tramado tipo sarape.
Junto al palco de transmisión de FOX Sports, un aficionado estadounidense con el jersey de Valenzuela vio el logo del canal y nos transmitió su admiración por los narradores de la versión estadounidense de FS y recordó al legendario Vin Scully, pero luego se percató de nuestra nacionalidad y reculó para desearnos un sentido pésame por la muerte de El Toro.
A Valenzuela no hizo falta verlo jugar en vivo para entender su leyenda. Lo que Fernando provocó en Estados Unidos, la ‘Fernandomanía’ no la ha provocado ningún otro deportista mexicano fuera de nuestras fronteras, y quiero ser enfático: NINGUNO.
Con todo respeto y admiración, pero lo de Valenzuela no lo hicieron ni Hugo Sánchez ni Julio César Chávez, los otros líderes del momento, porque Fernando maravillaba a propios y a extraños. Estos días de Serie Mundial, muy muy lejos de LA, se pudo distinguir el tamaño de pelotero cuando escuchabas a todos los demás hablar de El Toro, como Gerrit Cole, pitcher estrella de los Yankees y uno de los mejores de la MLB (pese a su fatídico inning que le costó el partido del miércoles a su equipo).
Esta Serie Mundial, los Dodgers se la dedicaron a su leyenda; el mítico ‘34′ presenció desde el montículo la primera bola que no se lanzó en honor a él, a su ausencia. En medio de las celebraciones en el campo del Yankee Stadium, todos los campeones tuvieron palabras hermosas para el lanzador mexicano, pero fueron unas las que nos permitirán entender mejor el nivel de jugador y persona que murió el 22 de octubre pasado: “Cuando a él le tocaba lanzar toda la ciudad estaba mirando. La manera en la que creó esa ‘Fernandomanía’... está al nivel de la fiebre por Kobe (Bryant)”, explicó uno de los accionistas del equipo, Earvin Magic Johnson. “También ayudó el cómo era como persona. Fernando era muy amable, humilde y por eso también todos lo amaban. No solo por el dominio que tenía como pitcher, sino que también como el hombre más amable en el campo. Desearía que estuviera aquí para ver esto (Dodgers campeones)”.
Magic comandó, con Kareem Adbul-Jabbar, a los mejores Lakers de la historia y juntos lograron cinco campeonatos, los mismos que ganó Kobe. Ellos tres, junto a Valenzuela, son los máximos ídolos deportivos en Los Ángeles en los últimos 45 años… ¡qué tamaño de leyendas!
Hoy, nuestro Fernando Valenzuela cumpliría 64 años. Es nuestro Fernando porque no conozco un solo mexicano que lo haya escuchado nombrar y haya lanzado una crítica hacia él. Un talento puro, una persona ejemplar y una leyenda que participará en las celebraciones del octavo título de Serie Mundial del equipo de sus amores, Los Ángeles Dodgers.