Presidente de la Conasami

La concentración en el mercado laboral y cómo contrarrestarla

Llevamos siete incrementos consecutivos por arriba del doble dígito del salario mínimo sin que se haya perdido empleo.

El incremento al doble del salario mínimo en México en tan solo seis años, sin que afectara el empleo y la inflación, se ha vuelto un caso muy interesante a nivel internacional. Típicamente, cuando el salario mínimo sube de manera acelerada puede tener efectos adversos en el nivel de empleo, salvo con una excepción clave: cuando el nivel de concentración en el mercado laboral es alto.

Los modelos económicos modernos analizan los efectos del salario mínimo dependiendo del grado de concentración en el mercado laboral. Si los mercados de trabajo son cercanos a la competencia perfecta, el salario mínimo puede crear desempleo. En contraste, si los mercados están concentrados, puede crear nuevos empleos. Esto ocurre porque, entre más concentrado esté el mercado de trabajo, las empresas pueden pagar salarios mucho más bajos que los de competencia. Típicamente, esto hace que la productividad laboral crezca mucho más que los salarios promedio y que el nivel de empleo caiga.

En el caso de México, llevamos siete incrementos consecutivos por arriba del doble dígito sin que, en términos netos, se haya perdido empleo por efecto del salario mínimo. Buscando entender estos resultados, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) desarrolló un indicador que mide el grado de concentración en el mercado laboral. Este indicador está entre 0 y 1, donde 0 representa competencia perfecta, y 1 concentración perfecta. En México, el promedio nacional en 2024 fue de 0.81. Este indicador nos permite comparar con otros países, en Estados Unidos llega a 0.58. Por tanto, el salario mínimo ha beneficiado a millones de personas sin perjudicar el empleo ni la inflación por el alto grado de concentración.

Aunque el salario mínimo es una de las políticas más efectivas para combatir la concentración –ya que logra aumentar los salarios, acercarlos más al promedio de competencia y reducir la brecha de explotación laboral–, esta última tiene otros efectos adversos que no siempre son solucionados por la política salarial. Por ejemplo, entre más concentración hay, el nivel de empleo es mucho menor. Con datos también de la Conasami, se observa que por cada 10 por ciento que aumenta el indicador de concentración, el empleo cae 4.75 por ciento, y esto afecta más a las mujeres (el empleo de ellas cae 5.54 por ciento). Además, este problema es particularmente grave en México, donde la diferencia entre los municipios con mayor competencia (0.14) y el promedio nacional (0.81) refleja un nivel de concentración 5.78 veces mayor, lo que se traduce en salarios 29.4 por ciento más bajos, únicamente por al alto grado de concentración.

En la práctica, estas situaciones se dan porque las empresas tienen mucho más poder que las personas trabajadoras. Es común que un mismo corporativo pague menos a sus trabajadores y trabajadoras en una localidad donde no hay más opciones de empleo, aunque estén realizando el mismo trabajo. También existen prácticas de “boletinaje” y colusión para que, entre empresas del mismo sector, dejen de contratar a personas trabajadoras “problemáticas”. Incluso existen cláusulas ilegales en varios contratos donde se prohíbe que un trabajador o trabajadora renuncie y se mueva a la empresa “rival”.

Por tanto, parece indispensable se dote de mayores facultades y herramientas legales a la Conasami para combatir la alta concentración en el mercado laboral. En ese sentido, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo propuso en el documento “100 Pasos para la Transformación” que la Conasami también cuente con facultades para revisar la concentración existente en los mercados laborales de las diferentes entidades, municipios e industrias del país, así como para perseguir y multar a empresas que no cumplan con el pago del salario mínimo, y proponer cambios en ciertas industrias para reducir el desequilibrio entre personas trabajadoras y empresas.

Probablemente, en un futuro, la Conasami se transforme en una institución diferente, que no solo tenga la tarea de coordinar la política de salarios mínimos, sino que también se convierta en un ente regulador, que además de coordinar la política salarial, restrinja la concentración en el mercado y prácticas monopsónicas.

Si México continúa por este camino –fortaleciendo instituciones como la Conasami y enfrentando de frente la concentración en los mercados laborales–, el futuro traerá aún más prosperidad, equidad y bienestar para todas y todos los trabajadores del país.

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