Segundo piso

Hacia la reforma electoral. ¿Reducir la edad para votar?

Es muy claro que la juventud no es sujeto de derechos para nuestras leyes y que quienes tienen 16 y 17 años no son vistos ni escuchados por los actores políticos.

Las y los jóvenes no son el futuro de México. En el futuro ellos ya no serán jóvenes. La juventud es el presente de México. La política pública hacia la juventud (y hacia la niñez) se debe formular en tanto jóvenes, en tanto infancias, desde una perspectiva de derechos, no de inversión de futuro.

En sucesivas investigaciones sobre la participación política de la juventud, tuvimos un hallazgo recurrente: la juventud en México no termina a los 29-30 años como se establece normativamente; se interrumpe cuando la vida, las circunstancias, las condiciones sociales y materiales de existencia confluyen para obligar al sujeto a actuar como adulto, a madurar forzadamente al asumir responsabilidades. El embarazo adolescente, la necesidad de contribuir al sustento familiar, la interrupción de los estudios, la ausencia de apoyos institucionales o familiares para estudiar o para el desempeño laboral, artístico o deportivo, desencadenan, con más frecuencia de la imaginable, la interrupción de una fase en la que las y los jóvenes deberían poder convivir y comportarse como jóvenes. La pobreza y, en algunas partes del país, la violencia o los desplazamientos por catástrofes ambientales también interrumpen esta fase vital.

Si las juventudes —porque no hay una, sino múltiples expresiones, aspiraciones, manifestaciones juveniles— no tienen una fecha clara para dejar de serlo, sí hay una edad de inicio (artículo 34 de la Constitución): 18 años.

Corresponde a la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral analizar, discutir, encuestar y consultar a expertos (no políticos ni electorales) en psicología, sociología y antropología la conveniencia y condiciones necesarias para reducir la edad para votar a los 16 años en México.

En Reino Unido, el Partido Laborista anunció el mes pasado lo que calificó como “la mayor expansión del derecho al voto” en 7 décadas al reducir la edad para votar a los 16 años, lo cual podrán ejercer en las próximas elecciones de 2029. La reforma electoral británica incluirá el endurecimiento de la vigilancia a las donaciones a partidos políticos, previendo el apoyo de Elon Musk a la ultraderecha. La intención es, según los laboristas, “renovar la democracia” y contribuir a recuperar la “confianza” ciudadana.

En países como Austria, Argentina y Brasil se puede votar a los 16 años, en Grecia a los 17 y en Alemania y Bélgica solo pueden votar a los 16 años para elegir parlamentarios europeos. Existe el voto local a los 16 años en algunas ciudades de Wisconsin, Gales y Escocia.

Conceder la ciudadanía a los 16 años en México es otorgarles derechos a quienes pueden abandonar los estudios, trabajar, pagar impuestos y hacer el servicio militar anticipado. Legisladores de Morena (en el Senado) y Movimiento Ciudadano (en el Congreso de CDMX) han presentado iniciativas recientes en este sentido.

Es muy claro que la juventud no es sujeto de derechos para nuestras leyes y que quienes tienen 16 y 17 años no son vistos ni escuchados por los actores políticos.

Dotarles del derecho al voto sería un incentivo para voltearlos a ver, para formular políticas públicas y ofertas electorales a un segmento de la población que, según los datos del primer trimestre de 2024 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), podría alcanzar 5 millones de personas, de las cuales casi la mitad podría ser económicamente activa (los datos de INEGI segmentan de 15 a 19 años).

Recientemente, se modificó el acceso al bachillerato: desapareció el examen de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems) y se garantizó un lugar a quienes egresen de secundaria, ofreciendo 10 opciones que elige el estudiante. Además, se anunció un nuevo sistema nacional de bachillerato. ¿Por qué no hubo un gran debate sobre las dos decisiones? ¿Por qué ni comentaristas críticos, ni opositores analizaron, debatieron, cuestionaron o celebraron tales medidas? Porque la población beneficiada no vota. ¿Por qué no hubo un gran debate sobre las dos decisiones? ¿Por qué ni comentócratas críticos, ni opositores analizaron, debatieron, cuestionaron o celebraron tales medidas? Porque la población beneficiada no vota.

Un argumento recurrente para cuestionar que la edad para votar comience a los 16 se refiere a la inmadurez y lo influenciables que podrían ser los neoelectores. Lo mismo se temía del voto de las mujeres en la primera mitad del siglo XX. Una crítica más seria sostiene que “las políticas que reducen la edad para votar sin abordar también las brechas de equidad socioeconómica en la educación cívica corren el riesgo de reproducir el acceso desigual al voto en las nuevas generaciones” (Laura Wray-Lake y Benjamin Oosterhoff).

No basta la ciudadanía temprana; se pueden impulsar en la reforma electoral mecanismos de consulta y participación vinculantes para jóvenes, a través de apps y SMS gratuitos (para celulares no inteligentes).

Abordamos cómo el repechaje puede garantizar pluralidad sin ser botín de élites; proponemos expandir derechos; hablaremos de cómo reducir costos…

Lectura sugerida: Juventudes fragmentadas de Gonzalo Saravi (FLACSO).

Gracias, LGCH.

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