Estuve ahí. Nadie me lo contó. Después de lo que viví en la marcha del 15N convocada por la generación Z, tengo muchas preguntas. Y los mexicanos y mexicanas tienen derecho a cada una de las respuestas.
Me tocó sobrevivir. Nos acorralaron en plena plancha del Zócalo. Fue fuerte, fue de repente, fue real. Olía a miedo cuando los granaderos se vinieron encima de nosotros y propios y extraños gritaban: “¡que no nos encapsulen, que no nos encapsulen!” –táctica muy utilizada por el binomio Sheinbaum-Harfuch vs. quienes alzan la voz–. En cuestión de segundos, parecía que todo se iba a desmoronar; que el 68 podía surgir como una chispa, como un accidente mal calculado.
Fue ahí donde mi mente comenzó a dar vueltas. Escribo esta columna para cuestionarle al ‘bloque negro’, para darle sentido a eso que México y el mundo vieron, pero que sólo quienes estuvimos ahí vivimos.
Te hablo a ti, a esos ojos que se asomaban justo por encima de ese telón negro que te cubría la cara. ¿De quién te escondías? ¿De las cámaras? ¿De las y los niños a quienes no querías dar un mal ejemplo?

Porque me imagino que eres hermano o mamá joven. Porque el telón negro no permitía distinguir tu edad. Pero sí dejaba ver tu intención. Querías infundir miedo. ¿Por qué? ¿Más miedo infundido por ti, para decenas de miles que salieron a la calle, precisamente, por miedo a tener el mismo destino que Carlos Manzo?
Quiero entenderte. Creo también que nos debes una explicación. Si eres hombre o mujer. Si eres mexicano o extranjero. Si tus convicciones son legítimas o fuiste pagado. Si eres morenista con corazón priista o verde ecologista. Porque se han dicho muchas cosas que tú no has aclarado. Y México te pregunta de frente. ¿Por qué?
¿Por qué callar a todo un país con más violencia? ¿Consideras que no hemos sufrido suficiente? ¿Que decenas de miles de asesinatos son pocos? ¿Que es “cool” que el derecho de piso sea la moneda de cambio para vivir o morir, a lo largo de la República que ya no es mexicana, sino “crimen-organizada”?
¿Qué tuviste que haber vivido en lo íntimo de tu hogar, para aceptar ser el o la vocera-reventadora en la marcha de la genZ? ¿Quién te abandonó? ¿Quién te la debe? ¿Es la escuela pública la que te falló? ¿Fue la maestra del SNTE la que no estuvo a la altura para identificar que sufrías violencia en casa?
México quería escuchar. La marcha era para alzar la voz, porque Claudia Sheinbaum nos condenó a callarnos, desde la batea de una pick-up en Poza Rica, en una de las peores inundaciones en la historia de México.
¿Qué te duele tanto, que deseas hacerle daño a la primera persona que te encuentres caminando por la calle, literal? ¿Perdiste a algún familiar querido en el Covid? ¿Los honorarios que te pagaron por reventar la marcha del 15 de noviembre, te van a regresar al ser querido que murió, como un número más, en una cama del IMSS con respiradores chafas que vendió el hijo de Manuel Bartlett?
Se vale estar encabronado. Claro que se vale. Porque el gobierno cuatrotero, que dice que nos gobierna (pero que en realidad manda el crimen organizado), te trata como una estadística. Y en ese cálculo, no le preocupa que hayan muerto un millón de personas por Covid. Total, hay 130 millones más. Y seguro se nos pasa pronto el luto.
Te entiendo, está cabrón. Cuánta frialdad hace falta para tratar a tus muertos como extraños, cuando son tuyos. Cuando sólo te duelen a ti. Yo también estaría indignada.
México está escuchando. Y te lo digo de frente. Eres libre de hablar, aunque te escondas detrás de un antifaz negro. La libertad de expresión tiene que ser universal. Aunque hayas reventado la marcha, tienes derecho a hablar y a decir por qué lo hiciste.
¿Por qué usar el color negro como el símbolo de la ruptura? ¿De la guerra? ¿De la amenaza de muerte? ¿Se te hace buena idea vestir de negro en un país que está de luto permanente?
Aquí te estoy esperando, quiero dialogar contigo, búscame. Quiero escribir tus motivos. Prometo guardar tu nombre, si lo deseas. Pero cuéntanos con qué soñabas ese día, con la violencia encubierta que personificaste.
México necesita también tu voz. Ese es el México democrático al que apelamos. Tu México, nuestro México.
Una consultora contra una gobernadora
Chihuahua es cuna del PAN. Y ahora, cuna de un atrevimiento jamás visto antes.
Una consultora reta a una gobernadora. Se atrevió a presumir que va a forzar a Maru Campos, para que se decida por Bonilla, el alcalde de la capital. En pocas palabras, la presión corre por su cuenta.
Esta “consultora” no conoce a la gobernadora María Eugenia Campos, ni sabe cuál es su lugar en la esfera política: ninguno.

Llenando con espectaculares que dicen “Qué Bonilla es Juárez”, así como caravanas de coches y, para colmo, mantas respaldando a Bonilla, dentro del desfile del 20 de noviembre, Gisela Rubach, la priista, está colmando la paciencia de una de las mujeres más valientes de México: Maru Campos.

Rubach se fue a vivir a Chihuahua. Así como lo leen. Es su último tren y está por estrellarse.
O será que Bonilla va a publicar el contrato que el ayuntamiento le otorgó a Rubach, por “servicios profesionales de campaña adelantada a la gubernatura y presión política a la gobernadora en turno”?
Ni siquiera creo que exista. Porque Rubach seguramente pidió un “formato directo”, en papel y sin contrato.
Gisela Rubach no tiene el nivel para presionar a Maru Campos, ni a nadie. Si Gisela Rubach quiere jugar a la política, que se vuelva funcionaria y que trabaje.
