Desde el otro lado

Aquí seguimos, dice el PAN

La pobreza conceptual del evento del sábado puede decepcionar. Ni siquiera permite identificar a favor de qué está el PAN, más allá de estar contra Morena.

La semana pasada escribí que, de cara a su relanzamiento, los dirigentes del PAN hablaban de cambiar el logo, abrirse a la sociedad y ser más propositivos, pero no ofrecían nada que trascendiera la mercadotecnia.

El acto del sábado confirmó en alguna medida esa impresión: no hubo autocrítica que permitiera pensar que ya les cayó el veinte, ni grandes ideas conceptuales, ni planteamiento programático claro o nuevas figuras que transmitieran renovación. Si buscaban deslumbrar y reconectar con el electorado, no lo lograron.

Sin embargo, el evento sí dejó ver la lógica que hoy guía a los dirigentes del PAN. Su estrategia es convertirse en el refugio de quienes no están con Morena o de los que el partido en el poder vaya desechando en el camino.

No fue una sacudida ni un replanteamiento ideológico, sino un acto de supervivencia: aquí seguimos, dicen, dispuestos a recoger los restos.

Veamos primero los anuncios del sábado, aunque lo más revelador —anticipo— vino después, en las entrevistas posteriores.

Del encuentro rescato tres anuncios. El primero fue lo que lució como un intento del PAN por apropiarse, ya sin pudor, de la derecha dura en el espectro ideológico.

Durante años fue un partido de derecha avergonzado; ahora pareció decidido a asumirse como tal. Su nuevo lema —Patria, familia y libertad— marcaba un viraje simbólico que lo alineaba con los movimientos que impulsaron a Bolsonaro, Milei o Meloni. Solo faltó añadir a Dios para dejar absolutamente claro el lugar donde buscaba situarse.

El segundo fue el anuncio de dejar atrás las alianzas con otros partidos, particularmente con el PRI. Las coaliciones con el tricolor, si bien pudieron sumarles votos en algunas elecciones, también potenciaron su descrédito ante el electorado.

Romper con esa estrategia, de cumplirse, marcaría una ruptura con el camino seguido durante años. Esas alianzas, pareció decirnos el PAN el sábado, se acabaron.

El tercero fue la promesa de abrir la militancia “con un clic” y elegir candidatos mediante primarias abiertas. Para sobrevivir, entienden que necesitan muchas más adhesiones y mirar más allá de las fronteras de su propia militancia.

Pasado el evento, vinieron los matices, las ambigüedades y, con ellos, la revelación del cálculo real del PAN.

Sobre el nuevo lema, por ejemplo, aclararon que la “familia” no excluye a las del mismo sexo, ni a las que en lugar de hijos tienen mascotas, ni a ninguna otra forma de convivencia. Una definición tan amplia que se aleja justo de la noción tradicional que el lema pretendía reivindicar y que los movimientos de derecha dura esgrimen como bandera identitaria.

Queda por verse qué significa realmente, pero no establece fronteras ni define condiciones de pertenencia. Suena más bien a que quisieron “apartar” ese nicho ideológico sin dejar a nadie fuera.

Sobre las alianzas, tras anunciar su ruptura, llegaron las aclaraciones: no habrá alianza con el PRI, pero tal vez sí con Movimiento Ciudadano, y en todo caso —dejaron entrever— nada está completamente cerrado. No es tanto una definición estratégica, sino un cálculo táctico. Si conviene, ya verán.

Lo que sí permanece firme es la apertura del partido para captar tantas adhesiones como sea posible en el amplio campo anti-4T.

Eso lo confirmó con nitidez el presidente del PAN, Jorge Romero, en entrevista con Ciro Gómez Leyva.

En algunos momentos casi le restaba importancia al relanzamiento. “Podemos hacer diez mil relanzamientos”, dijo, pero eso no es lo esencial. “Por supuesto que no, nada más es cambiar un logo, tener un evento bonito... claro que refrescar, modernizar sirve, pero nosotros no le estamos apostando todo a un relanzamiento publicitario”.

A lo que le apuestan, insistió, es al trabajo en la calle: “Esto no va a ser de espectaculares, ni de entrevistas, ni de tweets... El PAN tiene que tener más barrio, más tenis, más sudor, menos maquillaje, menos entrevistas y más tocar puertas”.

Suena activo, comprometido, de regreso a las bases. Pero en la misma conversación Romero reveló que el cálculo no descansa solo en el trabajo del PAN, sino en el error de Morena: “Los de enfrente se van a matar entre ellos”, le dijo a Ciro, “y te aseguro que ahí el PAN también lo está considerando como factor”.

Ahí está la jugada real: esperar a que Morena se desgaste o se fracture, y estar listos para captar a los desencantados, sean o no de derecha.

La pobreza conceptual del evento del sábado puede decepcionar. Ni siquiera permite identificar a favor de qué está el PAN, más allá de estar contra Morena.

Pero las entrevistas posteriores aclararon que la estrategia opera en otro plano: el que describió Romero, el del trabajo en calle con las puertas abiertas para convertirse en el refugio de todos los anti-4T.

Y en ese terreno, absolutamente pragmático, puede que el cálculo no sea tan descabellado.

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