En su comparecencia ayer frente al Senado de la República, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, reconoció que el tema de la seguridad en México “no está resuelto”, pero que hay avances en el combate al crimen producto del trabajo coordinado.
Entre los hechos aceptados y reconocidos por el secretario, estuvo la siguiente perla: “Se han asegurado 98 millones de litros de huachicol” por parte de las autoridades.
La cantidad es apabullante. Si esa es la confiscada, imagine usted cuánta es la que logró pasar, internarse y comercializarse en territorio nacional.
En suma, ¿de qué tamaño es el negocio?
Para que una pipa de combustible camuflajeado en aceites naturales, o de coco, o de maquinaria, con una carga aproximada de 20 mil litros, logre cruzar la frontera, es necesaria una extensa red de complicidades y protección de las autoridades.
Unas 50 pipas de 20 mil litros alcanzan 1 millón de litros de huachicol. Para llegar a la estratosférica cifra de 98 millones de litros, hacen falta aproximadamente 4 mil 900 pipas disfrazadas, con fondos falsos o con boquillas disimuladas de otro contenido líquido.
¿Cómo pueden pasar 4 mil 900 pipas —solo las confiscadas— por los puntos fronterizos de México, aduanas, puertos —llegan buques tanque que descargan— sin que nadie se dé cuenta?
Insisto, este es solo el combustible confiscado según el secretario.
¿Representa el 20% del total del que logró cruzar? ¿El 30%, 50%?
Estamos hablando, en números generales, de miles de pipas con combustible de contrabando, en muchas ocasiones adulterado, que llega a México y, además, es distribuido en estaciones de servicio registradas, es decir, gasolinerías de Pemex y filiales (G500). Resulta inverosímil, ¿no cree usted?
El negocio del huachicol en México creció de forma desbordada en los últimos años. No solo porque el que se extraía ilegalmente de Pemex nunca fue detenido —como afirmó AMLO que ya había desaparecido—, sino que se diversificó.
Ahora hay combustible de contrabando, gasolinas, diésel y tal vez hasta combustóleo que viene de EU de forma ilegal.
La Marina maneja las aduanas de México desde el 2022. ¿No sabe nada? ¿Está involucrada? ¿Altas autoridades del gobierno de México sancionaron este negocio para que pudiera tener acceso a nuestro país y distribuirse? ¿Quiénes son los beneficiados?
Tiene auténticas dimensiones de robo multimillonarias, estafas billonarias y negocios que salpican recursos al poder, a los partidos, a la política y a los gobernantes.
¿Qué consume tanto dinero ilegal? Las campañas electorales, donde se reparte dinero a raudales.
Es encomiable el trabajo del secretario García Harfuch al enfrentar estas mafias hiperpoderosas, bajo la precisa instrucción de la presidenta de la República.
Digno de aplauso, no solo porque rompe con el total abandono en materia de seguridad nacional que prevaleció durante el gobierno anterior. Y que, a juicio de muchos expertos, corrompió a policías y agrupamientos militares en distintas zonas y regiones del país.
Sino porque apunta a un trabajo serio, profesional, para cerrar las llaves del crimen organizado.
Pero es insuficiente. Porque no hay un solo detenido, una carpeta de investigación, un dato que permita suponer no solo el decomiso y la incautación —¡bravo!—, pero ¿los responsables?
Para que una red de millones de litros de combustible de contrabando se mueva, distribuya, venda y comercialice incluso en estaciones de gasolina registrada, hacen falta muchos resortes, poderes, extorsiones y presiones. Es mucho combustible en circulación.
¿No se ha dado cuenta Pemex de que la demanda de gasolinas, diésel y tal vez otros ha disminuido? ¿Ha tomado alguna acción?
Porque en México no hay menos vehículos automotores, sino, por el contrario, cada vez hay más. Todos consumen combustible, aunque ciertamente el crecimiento de híbridos y eléctricos en el mercado nacional va en aumento, aunque no representan todavía ni el 8% del total del parque vehicular.
México es el vergonzoso país de la impunidad. Aquí no pasa nada. Empresarios no pagan impuestos, o los evaden y disfrazan; no pasa nada. Políticos se enriquecen frente a los ojos de la ciudadanía; no pasa nada. Partidos y funcionarios disponen de fondos ilimitados para campañas y propaganda electoral; nadie revisa, llama a cuentas, verifica los datos.
La familia del expresidente se hace de tierras, ranchos, viajes y muchos negocios; no pasa nada, son los nuevos ricos.
La estructura del Estado de derecho en México para acusar, perseguir, consignar o defenderse de actos abusivos del Estado se debilita en su conjunto, y no pasa nada.
Es el país de la impunidad, de los delitos gigantes Segalmex, Estafa Maestra, huachicol, y nadie va a prisión, nadie es detenido, consignado, encarcelado.
Por eso no se acaban los delitos, sino que, por el contrario, crecen y se multiplican.