La rendición de cuentas en este país es una de las áreas de la administración pública a todos los niveles más débil, frágil y pobremente desarrollada.
Cuando a un político o funcionario público se le cuestiona por cualquier asunto en el ámbito de su responsabilidad, somos generalmente los medios y las campañas de la oposición quienes quieren “lastimar” al buen gobierno.
¿Qué tal si en vez de “buscar culpables”, como dice la presidenta, hablamos de responsables?
¿Qué funcionario público da la cara y asume una responsabilidad cuando se ha actuado de manera incorrecta, en perjuicio de la ciudadanía, con el grave costo de vidas humanas?
¡Nunca! Ni los de antes, ni los de ahora, ni los de después.
Ser funcionario público en México implica un velo de impunidad que protege el trabajo, el desempeño, con frecuencia torpe, negligente, irresponsable y rebosante de omisiones.
El Servicio Meteorológico Nacional, que depende de la Comisión Nacional del Agua, informó con oportunidad y precisión días atrás el grave pronóstico de lluvias para varios estados del país. Lo vimos todos, lo escuchamos y lo difundimos en medios comunes.
La verdad es que los gobiernos estatales no cumplieron con su trabajo de forma responsable al no advertir, movilizar y evacuar a comunidades en zonas de riesgo.
Los desastres naturales y las tragedias humanas en México siempre son resultado del azar y de la casualidad, cuando en realidad son producto de la falta de previsión y del cálculo profesional y técnico de especialistas que comunican a los gobernantes acerca de los riesgos.
El huracán Otis en Acapulco demostró graves errores en el cálculo, los avisos a la población tardíos e ineficientes. Unas horas antes del impacto del meteoro en las costas del puerto de Acapulco, funcionarios del gobierno asistían a actos públicos y negaban la gravedad.
Luego vimos la dimensión de la tragedia, la pérdida de vidas, los multimillonarios daños materiales que azotaron al puerto hasta el grado de paralizar su economía.
Condición, por cierto, que el irresponsable gobierno federal abandonó a manos de los particulares en sus reparaciones y rehabilitación de espacios.
Hasta la fecha, a casi tres años de Otis, Acapulco no ha logrado recuperarse plenamente.
En este país nadie rinde cuentas porque es un sistema de tapadera política.
No vaya a ser que sacar a Adán Augusto del Senado para ser sometido a una investigación pueda provocar una ruptura al interior de Morena, que afecte su preferencia electoral. Mejor se opta por el encubrimiento.
La presidenta califica como “ruindad” buscar culpables de las tragedias, cuando, si este país fuera serio, ella sería la primera en pedir una investigación para saber por qué no se actuó con previsión y oportunidad para proteger a los ciudadanos en Veracruz, Puebla, Hidalgo, Querétaro y San Luis Potosí.
¿Qué pasa cuando los gobernadores y presidentes municipales no hacen caso al Servicio Meteorológico Nacional, a la Marina o a la Comisión Nacional de Agua?
Su torpeza e indecisión provocaron cientos de muertes porque las autoridades, los gobiernos, no hicieron su trabajo: proteger a la ciudadanía.
Entonces no se trata de buscar culpables, sino de llamar a cuentas a los responsables.
Nadie rinde cuentas, nadie explica qué y por qué actuaron de manera negligente, solo emiten informes de relumbrón para los simpatizantes políticos.
¿Dónde está el responsable de Segalmex después del fraude multimillonario más grande en la historia del país en tiempos de Andrés Manuel? Protegido y cobijado con otro cargo en otro sitio.
¿Dónde está la responsable de Energía que construyó una refinería que no funciona y que ha representado al erario tres veces su presupuesto original?
Le dieron otro cargo, ni más ni menos, como gobernadora de Veracruz, donde su torpeza ahora con las lluvias costó la vida a docenas de personas.
¿Dónde está el o los responsables del derrumbe de la Línea 12 del metro? ¿Se acuerda? Claudia Sheinbaum era jefa de Gobierno. Nunca supimos nada de ingenieros, ni constructores, ni responsables de obra. Nada.
Y así. El sistema político mexicano, aunque los morenistas pregonen ser diferentes, se sustenta en la misma premisa: el encubrimiento generalizado. “Hoy por mí, mañana por ti, hermanito”.
Con el agravante de que la justicia es un instrumento de persecución política contra los adversarios de los poderosos.