La Aldea

Primer informe: todo bien

El gobierno de Sheinbaum es una extensión casi automática de la administración anterior. Los mismos procesos, el mismo encubrimiento a las élites del partido, los respaldos a los políticos pendencieros y con tintes de actividades sospechosas.

Nada de qué sorprendernos. Este gobierno, como todos los anteriores, y de hecho como todos los políticos del planeta, hace énfasis en los logros, maquilla los fracasos, fustiga a la oposición y rechaza cualquier crítica o señalamiento evidente.

La presidenta pronunció un mensaje autocomplaciente, carente de autocrítica, en el festejo y la celebración de la continuidad.

Todas las obras iniciadas han sido concluidas… Habrá que verse. Sería necesaria una corroboración puntual contra la realidad, para demostrar que, en efecto, todas están concluidas. Por lo pronto, Dos Bocas sigue acusando incapacidad operativa y graves carencias en la planeación de partes que no se construyeron.

“Pese a calumnias, avanza la distribución de medicamentos”. ¿De verdad? ¿Por qué médicos, enfermeras, centros hospitalarios, asociaciones de enfermos siguen gritando a voz batiente que hay carestía? ¿Todos mienten? ¿Es un complot contra el gobierno?

No se sostiene la versión presidencial después del fracaso en la adquisición, distribución y entrega puntual y eficiente de medicamentos.

El gobierno puede presumir de los indudables programas sociales y del mucho dinero que se reparte. Pero no puede presumir que el sistema de salud pública no se ha privatizado.

La ineficiencia en los hospitales, la saturación del IMSS y del ISSSTE, además de la calamitosa cancelación del Seguro Popular en tiempos de AMLO, arrojaron a millones de mexicanos a buscar atención médica de primer nivel —consulta y receta— en consultorios privados de farmacias y tiendas departamentales.

En los hechos, la salud se privatizó como un efecto perverso debido a la cancelación de programas y la evidente reducción de cobertura. El gasto de bolsillo en salud familiar ha aumentado considerablemente. La presidenta Sheinbaum podrá decir que no es un negocio y es un derecho, pero en los hechos, las políticas de la 4T impulsaron la proliferación de consultorios privados que atienden a millones de mexicanos.

La espinosa y siempre compleja relación con Estados Unidos defiende el principio de colaboración sin subordinación. En la retórica suena fantástico; en los hechos hay avances en coordinación en materia de seguridad, aun con enormes áreas de oportunidad.

El gobierno de Claudia Sheinbaum presume la infausta y fraudulenta elección judicial, que desde ayer colocó a más de 700 magistrados, jueces y ministros de posiciones vitales de impartición de justicia. Se equivoca la presidenta al exaltar un seudoavance, con una elección ilegal, que hizo uso de recursos públicos, que utilizó instrumentos de propaganda —acordeones— que ni el Tribunal ni el INE se atrevieron a sancionar.

Es un momento de grave retroceso democrático, cuando ambos órganos electorales se plegaron a los designios del gobierno, sin mencionar el daño estrepitoso a la independencia y autonomía del Poder Judicial. El gran fracaso de su primer año de gobierno podría ubicarse en este trascendental paso jurídico y constitucional, que nulifica el equilibrio de poderes.

El gobierno de Claudia es una extensión casi automática de la administración anterior. Los mismos procesos, el mismo encubrimiento a las élites del partido, los respaldos a los políticos pendencieros y con tintes de actividades sospechosas. La misma mañanera, aparato de propaganda esencial del Ejecutivo.

El mismo discurso, poca innovación, la misma cerrazón absoluta a un diálogo político con la oposición. La 4T se niega sistemáticamente a construir un debate político que rescate la deteriorada democracia en 7 años de morenismo. Los únicos avances pueden registrarse en materia de seguridad pública, con un profesional al frente —uno de los pocos del gobierno— cuando exista una auténtica disminución en las cifras de asesinatos —cifras preliminares— y una creciente coordinación con Estados Unidos.

Los presumidos y aclamados programas sociales reproducen los vicios del pasado: cero padrones, cero rendición de cuentas.

La afirmación más cuestionable es la de “el fin del nepotismo y la corrupción”. Me parece que la presidenta excede en las palabras lo que no se sostiene en los hechos. Especialmente después del escándalo de Andy y su viaje en Tokio.

No necesita afirmar algo que es vox populi, y multiseñalado como los negocios de los altos mandos morenistas y los de la familia del expresidente.

Los escudos a los protegidos no se construyen con palabras, y la presidenta podrá afirmar en repetidas ocasiones que todo es limpieza y pulcritud, pero ahí están los escándalos de Segalmex, Pemex y varios otros.

Un primer informe sin novedades… Todo es Disneylandia, pero sin sustento total.

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