La ciudad tomada y amenazada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Las calles, avenidas, aeropuerto, casetas, carreteras y ahora hasta el Palacio Nacional, a merced de una organización gangsteril, construida y mantenida desde el poder político (PRI entonces y ahora Morena) para servir a los intereses gremiales.
Tal vez el ejemplo más ruin y mafioso de un sindicato.
Además de sus habituales exigencias de salarios (ya el 15 de mayo la presidenta Sheinbaum les otorgó el 9% directo al salario), más plazas para extender el control de su dominio sobre el magisterio en 4 estados esencialmente (Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán).
Ahora demandan la derogación de la Ley del ISSSTE que establece criterios de pensión, jubilación y retiro para los servidores y trabajadores del Estado.
Quieren “doblar” al gobierno para obtener retiros más tempranos o adelantados, con pensiones más abultadas y generosas. Es decir, someter la ley a sus intereses.
Por más de una semana, desde antes del 15 de mayo —Día del Maestro—, se han dedicado a provocar caos en la Ciudad de México: plantón permanente en el Zócalo; bloqueos en Reforma; bloqueos en Boulevard Aeropuerto, impidiendo la llegada de viajeros; bloqueo y cobro —robo de facto— de cuotas a vehículos que transitan por esas vías, y así por el estilo.
Ayer miércoles, en un exceso criminal, rodearon y bloquearon el Palacio Nacional, impidiendo el acceso de funcionarios y periodistas a la conferencia matutina de la presidenta.
Afuera, en el Zócalo, agresiones a periodistas, violencia a policías, desplazamiento de vallas y portazo en Palacio. La ley de la jungla impuesta por un grupo de cavernícolas que quieren imponer sus condiciones. O se las conceden al 100%, o seguirán provocando problemas.
La CNTE es el sector más radical del magisterio nacional, y en opinión de muchos, ni siquiera está integrado por auténticos maestros de esos estados. Son profesionales de la marcha, del bloqueo, de la extorsión y el control de grupos.
Entre las disparatadas alianzas políticas de Andrés Manuel por allá del 2016, con el objetivo firme de recibir su apoyo para la campaña rumbo a la Presidencia en el 2018, les prometió una serie de concesiones y privilegios. Eliminar la evaluación docente, el único instrumento en décadas que promovía al educador público con base en sus méritos, conocimientos, experiencia y capacidad; derogar la que torpemente bautizó como la “mal llamada reforma educativa”, que impulsaba la formación y capacitación docente; destruir el INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación), una institución ejemplar, integrada por profesionales, investigadores y académicos de primer nivel. ¡Y les cumplió! Faltaba más. Sí, solo se sacrificaba la educación de los mexicanos.
En síntesis, AMLO devolvió el poder y el control a los sindicatos, promovió otra reforma posterior, retardataria y regresiva, cuyos resultados están hoy a la vista con el desastre del Sistema Nacional de Educación.
La CNTE les tomó la medida, al mismo estilo con que el gobierno de Peña enviaba al célebre subsecretario y compadre, a repartir fajos de billetes para controlar protestas y manifestaciones.
Hoy la doctora Sheinbaum hereda el monstruo alimentado por la torpeza y la ceguera política electoral. ¿Cómo controlar a un extorsionador que siempre va a pedir más y a exigir más?
Como ya no tenemos INEE, no le puedo decir cuántos días reales de clase han tenido los estudiantes de educación básica en Oaxaca, Chiapas o Guerrero, donde estos hampones son dueños de la educación. Le puedo decir que las mediciones anteriores a la nefasta administración obradorista, de 200 días efectivos en el calendario escolar, las zonas controladas por la CNTE registraban cerca de 80 días efectivos en que las escuelas habían tenido clases y los maestros habían desempeñado su función. El resto del tiempo, en marchas, plantones, protestas o reuniones sindicales de planeación.
La CNTE y el SNTE son las peores desgracias que le han podido suceder a la educación en México, porque han ejercido por décadas un control férreo sobre criterios, principios educativos, formación docente, movilidad laboral y muchas otras variables invadidas por sindicatos corruptos, tóxicos, politizados.
Un sistema corporativista sostenido por organizaciones gremiales. Así fue el PRI hasta su debacle y ese modelo reproduce Morena en sus peores y más deleznables condiciones.
La CNTE es una organización cuya estrategia se sustenta en la extorsión, a la que los gobiernos de todos colores se han sometido religiosamente.
Claudia Sheinbaum no reprimirá, afirma, porque eso del ejercicio de la ley y la autoridad es algo incómodo a los gobiernos que han construido alianzas con extorsionadores.
Les darán lo que piden y hasta el año entrante cuando vengan de regreso.
¿Y la calidad educativa? Es un adorno innecesario. Lo que quieren son votantes, no ciudadanos pensantes.