El Globo

Adiós Cuomo

Cuomo, figura predominante de los demócratas en NY, gobernó tres periodos continuos por un total de 10 años. Ahora optó por el retiro voluntario en vez de enfrentar la humillante destitución.

La partida de Andrew Cuomo como gobernador de Nueva York, efectiva a partir del día de hoy, abre todo un nuevo capítulo en torno a la ética política y el acoso sexual.

El señor Cuomo, figura predominante de los demócratas en Nueva York, gobernó tres periodos continuos por un total de 10 años, un récord que supera a su propio padre, gobernador del estado en su tiempo, Mario Cuomo.

En un mensaje pregrabado el día de ayer en su última día de gobierno después de la anunciada renuncia hace 10 días, el señor Cuomo intentó todavía defenderse al señalar que sufrió una persecución mediática y que, algún día, la verdad saldrá a la luz.

Pero la verdad es muy simple: existen 11 acusaciones probadas de mujeres que trabajaron a su lado en la última década, asistentes, excolaboradoras, que coinciden en señalar la conducta “fuera de tono” y acosadora del hoy exgobernador.

De origen italiano, con estilo frontal de negociación política, constructor de aliados en el gran estado y la gran ciudad para mantener una base extendida de simpatizantes, Cuomo pensó que el cargo venía con novias y conquistas, seducidas por su poder y su carisma.

El tiempo probó lo contrario al demostrar la forma en que estas arraigadas conductas sociales, corporativas, institucionales y sí, también frecuentes en política, no son ya aceptables.

La Fiscalía del estado, joya del sistema jurídico estadounidense que goza de una auténtica autonomía, realizó 178 entrevistas con testigos, las demandantes y colaboradores para construir un caso. Y lo consiguieron.

Ahora, Cuomo no se va por la defensa de la “nueva ética política” como señaló en su video, sino simplemente porque sabía que el juicio de desafuero en su contra lo tenía perdido y que, si se rehusaba, lo iban a destituir. Eligió con prudencia, retirarse con cierta elegancia aduciendo imprecisión en sus acusadoras y que jamás le faltaría el respeto a ninguna mujer, en vez de enfrentar la humillante destitución.

Pero la nueva era radica en que este tipo de señalamientos provenientes de grupos de mujeres valientes que se atreven a señalar el acoso, la persecución, el hostigamiento de sus superiores en cualquier posición de poder, no serán tolerados nunca más.

El movimiento Me Too ha demostrado abrir una auténtica ruta de oxigenación cultural, donde las mujeres han aprendido a que no tolerarán nunca más el abuso de sus superiores.

Recuerdo la explicación del muy admirado y respetado Plácido Domingo, cuando se retiró de los escenarios hace dos años por razones muy similares quien dijo: “en mis tiempos se entendía como galanura, cortejo”, cuando hoy es una línea de respeto que se cruza en detrimento de la dignidad de otra persona.

Ciertamente hay parámetros culturales que permitieron, toleraron y promovieron estas conductas, que pueden transitar del piropo y el respetuoso cortejo, al acoso y la falta de respeto. Pero siempre, y que no se olvide, significaron el uso de una posición de poder para intimidar y obtener provecho de alguien indefenso, necesitado o dependiente laboral o profesionalmente. Alguien podrá decir que era un gesto de caballerosidad, pero en el fondo hubo siempre abuso, invasión indigna de la intimidad femenina.

Por cierto, Plácido acaba de reaparecer en escenarios, como un acto de arrojo y valentía que fue bien recibido por su público. Seguramente hay sopranos, artistas que sufrieron sus abusos, quienes preferirían que se hubiera quedado en el retiro permanente.

Y esa es la gran interrogante de Cuomo ahora: regresará a la política, o se quedará en la privacidad del retiro solitario, de alguien extremadamente poderoso, con aspiraciones presidenciales incluso, que concluyó su carrera de forma penosa, sino es que deshonrosa.

Bienvenida esta nueva era que ojalá alcance a México al más corto plazo posible, en todos los ámbitos de la vida pública y profesional.

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