Uno de los conceptos más antiguos en la historia de la humanidad es el crédito. Si la agricultura fue la primera industria, el crédito surgió poco después. Es fácil entender por qué la agricultura estaba tan intrínsecamente ligada al crédito. Al final del día, los frutos de la agricultura requieren una fuerte inversión inicial, como semillas, y en muchos casos, los resultados se verán hasta después de un año. Es comprensible que se requiriera alguna especie de motor de extensión de crédito para poder mantener la agricultura y hacerla crecer.
Hoy en día, el crédito es una industria en sí misma, un producto. Diferentes instituciones ofrecen diferentes tipos de crédito que obedecen a distintas necesidades. Desde instituciones que ofrecen micropagos a tasas muy altas de interés, hasta aquellas que ofrecen productos crediticios más tradicionales como una hipoteca.
De la misma forma, todas las instituciones del planeta necesitan crédito, desde los gobiernos hasta las personas como tú o yo, y siempre habrá instituciones dispuestas a crear productos crediticios.
El crédito es una de las primeras aplicaciones de inteligencia artificial en las finanzas. Múltiples artículos y empresas han aprovechado la fusión de herramientas avanzadas de ciencia de datos y finanzas para poder ofrecer créditos de manera más eficiente y segura.
Y sin embargo, parece que en nuestro país, el grueso de las empresas sigue utilizando scores crediticios donde todos nosotros somos iguales, definidos por reglas duras y viejas que algún buró de crédito estableció hace tiempo.
La realidad es que hay tantos créditos como personas en el planeta, y uno de los objetivos principales del otorgamiento del mismo es ofrecer el crédito perfecto para cada persona, incluyendo la tasa de interés, el esquema de pagos y las cantidades máximas a prestar.
Lamentablemente, nos encontramos en una encrucijada. Para poder crear dichos modelos necesitamos datos, y es en esto que las instituciones grandes tienen la mayor de las ventajas. Pero al mismo tiempo, instituciones grandes como los bancos se encuentran limitados por los inversionistas y las regulaciones sobre el tipo de productos crediticios que se pueden ofrecer, lo cual hace que muchas veces, esos datos no puedan ser explotados adecuadamente.
Por otro lado, tenemos empresas de nueva creación tipo fintech, que tienen ideas muy interesantes sobre la creación del crédito y exploran alternativas para poder hacer scores que en realidad agreguen valor a los clientes. Sin embargo, se ven limitadas por la escasa cantidad de datos que hay sobre los clientes para poder hacer scores verdaderamente interesantes y atractivos.
Me parece que la solución es que un banco pueda de alguna manera generar un poco más de flexibilidad, como lo está haciendo Banorte con Bineo, entonces puede tener acceso a la gran cantidad de datos que tiene, al mismo tiempo que puede crear modelos muy innovadores. O por ejemplo, Oxxo y su producto de crédito, donde seguramente en muy poco tiempo logrará tener información acerca de muchas transacciones financieras como lo son remesas.
Y de la misma forma, considero que estamos acercándonos al fin de la era de microcréditos. FAMSA parece haber sido la primera pieza en caer, y otros corporativos deberán personalizar sus productos crediticios si no quieren pasar por la misma suerte.