Geoeconomía

La supervivencia del TMEC con 2 strikes

El gobierno mexicano inició de inmediato una campaña para asegurar que el tratado habrá de permanecer, enfatizando que hoy es ley en Estados Unidos y que el congreso tendría que avalar cualquier intento de denuncia.

A partir de la declaración que hizo Trump el pasado 7 de octubre, de que no ha tomado una decisión sobre si renegociar el TMEC o negociar dos nuevos acuerdos bilaterales con México y Canadá, la reacción en Palacio Nacional y Rideau Hall no ha podido ser más diferente. El gobierno mexicano inició de inmediato una campaña para asegurar que el tratado habrá de permanecer, enfatizando que hoy es ley en Estados Unidos y que el congreso tendría que avalar cualquier intento de denuncia. Por su parte, el gobierno canadiense poco ha dicho al respecto.

Durante su comparecencia ante el senado la semana pasada, el secretario Ebrard dijo que “el tratado va a permanecer, va a sobrevivir”, aunque no explicó las razones de su optimismo. De acuerdo con los comentarios que me han hecho en Washington desde abril, es posible que haya una nueva versión del TMEC, pero diferente. La intención del gobierno de Trump es pactar a nivel trilateral las reglas generales de comercio, como procesos aduaneros, obstáculos técnicos y medidas sanitarias y fitosanitarias, así como compromisos para propiciar condiciones de competencia en los mercados.

El resto se negociaría a nivel bilateral en base, sobre todo, a los intereses de seguridad de Estados Unidos, a pesar de que México y Canadá son los principales proveedores de ese país en lo que va del año. En el Project 2025, se establece que la seguridad nacional depende de la seguridad económica, por lo que resulta indispensable revertir el déficit en balanza comercial, reiniciando la producción en territorio estadounidense de aquellos bienes que se consideren estratégicos y de medicamentos de última generación y, en los casos en que esto no sea posible, controlar su cadena de suministros y garantizar el abasto del mercado. El Representante Comercial, Jamieson Greer, reconoció que esta estrategia tiene costos políticos importantes pero que no existe un plan alternativo.

Al revisar la agenda de seguridad de Estados Unidos con México y Canadá hay pocas coincidencias. Por ejemplo, Trump quiere que Carney se comprometa a financiar una parte importante del Domo Dorado, aumente la contribución de Canadá al presupuesto de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte y de acceso a los metales estratégicos en ese país, sabiendo que el fentanilo no es importante. En el caso de México, los grandes temas son la migración ilegal, el tráfico de estupefacientes, detener la expansión del control de los narco-cárteles del territorio mexicano y el acceso al litio mexicano.

Un segundo tema que indica que la relación con Estados Unidos se convertirá en bilateral y no trilateral, es que el TMEC está diseñado para operar en economías de mercado y los diversos cambios implementados por el gobierno de López Obrador y avalados por el de Sheinbaum no son congruentes, como la desaparición de agencias reguladoras independientes, la reforma judicial y el resto de las barreras no arancelarias identificadas. Esto no implica que Estados Unidos y Canadá vayan a romper relaciones con México, pues necesitan de un instrumento que proteja los más de 200,000 millones de dólares en inversión directa que tienen las empresas de esos dos países en territorio mexicano. Pero hasta el momento no se ha encontrado un modelo que sustituya al actual mecanismo de solución de controversias y que funcione de manera confiable en los tres países.

En las últimas dos semanas surgió en Canadá un tercer tema que apunta hacia la negociación de dos acuerdos bilaterales: el control sobre la información de los usuarios de cada país. Ottawa quiere evitar que las grandes compañías tecnológicas sigan manteniendo el monopolio sobre la información de los usuarios canadienses, sobre todo cuando Estados Unidos ha indicado que pretende incluir el tema de la inteligencia artificial en el nuevo tratado. Esto implicaría aplicar muchas de las disposiciones que ya operan en la Unión Europea, a las que Washington se ha opuesto implementar.

Canadá no está en contra de la negociación de dos bilaterales. Incluso, es un escenario que fortalecería a Carney frente a las críticas del partido conservador y reflejaría su compromiso de “Canada First”. Miembros de la delegación canadiense que lo acompañaron a Palacio Nacional comentaron que no hubo ningún ofrecimiento por parte de Sheinbaum de evitar repetir lo que sucedió en 2018. De esta manera, México tiene que considerar los cambios que implicarán un acuerdo bilateral con Trump y empezar a manejar las expectativas de los empresarios.

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