Geoeconomía

Lo que dejó la visita de Carney

A diferencia de Trump, Carney habló de América del Norte como una región de alta productividad, de la continuidad del TMEC como un acuerdo trilateral y se refirió a México como un socio prioritario.

El gobierno de Canadá hizo todo lo posible para que la visita de Mark Carney -la primera de un premier canadiense a territorio mexicano en ocho años, sin contar las reuniones de “Los Tres Amigos”- transcurriera de la manera más tersa posible. A diferencia de Trump, Carney habló de América del Norte como una región de alta productividad, de la continuidad del TMEC como un acuerdo trilateral y se refirió a México como un socio prioritario, a pesar de la desconfianza que persiste en el gobierno canadiense a partir de la manera como el gobierno mexicano forzó el cierre de las negociaciones en 2018. El buen ambiente que prevaleció durante la visita no evitó que la prensa canadiense tocara el tema en la conferencia de prensa conjunta.

Anita Anand, Ministra de Relaciones Exteriores y una de las líderes del gabinete, y Domic LeBlanc, responsable del TMEC y uno de los ministros a los que Carney le tiene mayor confianza, encabezaron la delegación que incluyó once empresarios de primera línea, entre ellos Goldy Hyder, presidente del Consejo de Negocios de Canadá, equivalente al CCE; Scott Thompson, CEO de Scotiabank; Keith Creel, CEO de CPKC, la empresa ferroviaria más grande de América del Norte; François Poirier, CEO de TC Energy, una de las principales empresas de infraestructura energética en América del Norte; y Nancy Southern, CEO de ATCO, una de las principales empresas en energía de la región y que opera el gasoducto que surte a Texas.

Además, generó un amplio documento para crear una sociedad estratégica integral entre ambos países, que Sheinbaum presumió ante la opinión pública, contrastando con la experiencia con Marco Rubio, de cuya visita se esperaba la firma de un acuerdo bilateral en seguridad, migración y comercio. Se le denominó como el “Plan de Acción México-Canadá 2025-28”, el periodo de gobierno de Carney, y consta de cuatro ejes: prosperidad, seguridad, medio ambiente y sustentabilidad y movilidad, inclusión y bienestar. Está cuidadosamente redactado para no mencionar los problemas que el gobierno de López Obrador ocasionó a muchas empresas mineras canadienses que operaban en México.

Aunque el plan identifica diversas áreas de oportunidad para promover el comercio bilateral y la inversión en ambos países, las expectativas de que funcione son pobres hasta que México no corrija la mayoría de las barreras no arancelarias generadas por los gobiernos de Morena y que Estados Unidos identifica en el Reporte sobre Barreras Comerciales 2025, publicado en marzo. Canadá no emite un reporte similar, pero las autoridades canadienses comunicaron sus inconformidades a la secretaria de Economía como se indica en las minutas de las reuniones de la Comisión del TMEC. Las prioridades canadienses de inversión en México son en los sectores de litio, minería, fuentes renovables de energía y la agroindustria.

Al concluir el encuentro en Palacio Nacional, la pregunta entre varios miembros de la delegación canadiense era: ¿qué garantías hay de que México no buscará un acuerdo bilateral con Trump? Cuando la prensa canadiense le preguntó a Carney si la postura de Canadá era buscar la negociación de un acuerdo trilateral, el primer ministro contestó directamente que sí. Sheinbaum fue mucho más prudente y dijo que un acuerdo trilateral era la mejor opción para los tres países, pero en ningún momento se refirió a Canadá como un socio de la manera que Carney lo hizo en relación con México.

La desconfianza de Ottawa también viene de la indiferencia con que México ha tratado a Canadá y la poca importancia que le da a la relación política. El acercamiento del gobierno de México inició el pasado noviembre, cuando la presidenta buscó a Justin Trudeau y conversaron brevemente en la cumbre del G-20 en Río en relación con las declaraciones del premier de Ontario, Doug Ford, en favor de excluir a México del TMEC, y que Chrystia Freeland -entonces viceprimer ministro- secundó. Y siendo Carney una persona muy atenta a los detalles, la manera como Sheinbaum manejó la invitación a la cumbre del G-7 no pasó desapercibida.

Será México quien decida qué tan estrecha quiere que sea la relación con Canadá y una buena señal sería reabrir la oficina de representación que la Secretaría de Economía tenía en Ottawa. Queda la pregunta sobre una reunión de LeBlanc con Ebrard, sobre todo cuando ambos se han concentrado en negociar con Estados Unido por instrucciones de Carney y Sheinbaum, quien dejó claro que no hay indicios de una reunión trilateral con Trump este año.

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