Geoeconomía

Un plan para México

Jamieson Greer definió el miércoles de la semana pasada los objetivos de la política comercial de la segunda administración de Trump, las estrategias para alcanzarlos y algunas de las consecuencias en caso de que esto no suceda.

En el que ha sido calificado como su discurso más trascendente desde que asumió el cargo de Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR) en abril, Jamieson Greer definió el miércoles de la semana pasada los objetivos de la política comercial de la segunda administración de Trump, las estrategias para alcanzarlos y algunas de las consecuencias en caso de que esto no suceda. El mensaje principal fue que los esfuerzos de ese gobierno están encaminados a aumentar sustancialmente la participación de la producción manufacturera en el PIB para recuperar la hegemonía, aumentar el ingreso de las familias que trabajan en ese país y evitar una crisis que afecte la seguridad nacional. Y para ello, hay que hacer que las fábricas que se encuentran en otros países se reubiquen en territorio estadounidense, aunque ello genere problemas.

Greer enfatizó que es inaceptable el déficit en balanza comercial, el que superó los 604,224 millones de dólares en bienes durante los primeros cinco meses del año, aunque omitió aclarar que su crecimiento reciente se debe, en buena parte, a la caída en las exportaciones a consecuencia de las represalias tomadas por Canadá y otros países ante los aranceles de Estados Unidos. Los países con los que la Unión Americana tiene los mayores déficits en lo que va del año son China (101,963 millones de dólares), México (79,442) e Irlanda (76,997) —Canadá ocupa el décimo lugar (25,625)— lo que los coloca como candidatos a los aranceles más altos.

El USTR explicó el papel central de la manufactura en el esquema de gobierno de Trump como promotor de la innovación, de la mejora tecnológica y de la productividad; como un factor clave que evite una crisis de seguridad nacional y como un elemento que fortalece a las comunidades, al generar empleos bien remunerados. Y destacó el papel que la industria automotriz tiene para toda la economía, habiéndose importado la mitad de los 16 millones de vehículos nuevos que se vendieron el año pasado en Estados Unidos, por lo que resulta indispensable recuperar la producción en territorio estadounidense.

Greer dejó en claro que los aranceles no se eliminarán, quizá se reduzcan, de acuerdo con factores que no necesariamente serán económicos, como lo vemos con México, Brasil y Canadá. Además, el concepto de América del Norte ha desaparecido de la retórica del gobierno estadounidense y con ello la idea de promover la competitividad general o de industrias integradas a nivel regional que pudieran contribuir a enfrentar los retos de China. Hace tiempo que Canadá captó el mensaje, tanto así que la influencia de Trump trastocó las elecciones de abril.

Los aranceles de Trump alteraron los términos de intercambio del mundo con Estados Unidos, que sigue siendo el mayor mercado. Al ser diferenciados por país y además haber diversos productos e insumos con gravámenes adicionales, como el acero, el aluminio y el cobre, han redefinido las ventajas comparativas y competitivas de cada nación, con lo que, en el caso de México, el gobierno de Sheinbaum tiene que ayudar a que la industria reduzca costos, aumente su calidad y promueva la innovación que desarrollen nuevos sectores productivos. No se trata de renegociar sólo el T-MEC, ingresar al grupo de los BRICS o hacer un road show para promover el Plan México.

Esta tarea requiere de un diagnóstico que considere el nuevo entorno que México enfrentará, al menos hasta el 2029. En el Plan Nacional de Desarrollo (PND) se menciona el comercio internacional una vez, con relación a la logística, pero no como motor de la economía. La gran pregunta que Sheinbaum tiene que responder es: cuál va a ser la locomotora que jale la economía durante su sexenio, pues hasta el momento vemos que la inseguridad que afecta a la industria en el país, la incertidumbre generada por los aranceles de Estados Unidos y los cambios implementados por el gobierno que han afectado al propio T-MEC han alejado a los inversionistas y han detenido la producción.

Tanto el PND como el Plan México se basan en la promoción del mercado interno cuyo crecimiento depende del sector privado, pues la inversión pública ha tenido un efecto desplazador, no multiplicador. Una de las acciones que puede ser un detonante es definir el proceso y los tiempos para la renegociación del T-MEC, o explicar las razones para no hacerlo. Pero la solución de fondo será establecer las bases de una economía sin petróleo y empezar a poner las bases de un nuevo México. Las decisiones tendrán efectos más allá del 2030.

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