Luego de meses de intenso trabajo, enorme paciencia y mucha creatividad, los sherpas responsables de la organización de la cumbre de Kananaskis acordaron la agenda para la que se espera será una de las reuniones más trascendentes en los 51 años del grupo. El gran reto era establecer áreas de discusión con temas de interés común y con un lenguaje que Estados Unidos no objetara, para lo que se aprovecharon los acuerdos alcanzados en las reuniones preparatorias entre los secretarios de relaciones exteriores, finanzas y los directores generales de los bancos centrales de los ocho miembros.
Las tres directrices generales de la reunión serán: 1) la protección integral de las comunidades de los estados a través de la promoción de la paz y la seguridad, del combate al crimen trasnacional y la atención a las fuerzas que generan la migración, entre otros factores; 2) la generación de la seguridad energética y la aceleración de la transición digital, fortaleciendo particularmente la cadena de suministro de minerales críticos; y 3) asegurar la colaboración a través del respeto mutuo, que atraiga inversión privada para la construcción de infraestructura y la preservación de mercados globales abiertos y dinámicos, donde las empresas puedan competir y tener éxito. Estas se discutirán hoy y mañana, habiendo sesiones en las que estarán presentes México y los otros siete países invitados. Se acordó que esta vez los líderes emitirán declaraciones puntuales sobre los temas discutidos, pero no habrá un comunicado final para evitar los problemas ocasionados por Trump durante su primer periodo de gobierno.
Destaca que en la agenda no se mencionan de manera explícita dos de las grandes preocupaciones a nivel mundial: la guerra en Ucrania y la guerra comercial. Por ello, es que en esta ocasión se prevé que los contactos formales e informales entre los asistentes jueguen un papel mucho más importante que en otros años y así generar posturas comunes y alianzas respecto a estos y otros temas. Hasta el miércoles pasado, Canadá, Francia, Reino Unido y Australia habían solicitado reuniones formales con la presidenta Sheinbaum, quien debió haber llegado esta mañana y se marchará mañana por la noche, luego de reunirse con Trump.
Uno de los objetivos del primer ministro Carney es acordar el proceso y la modalidad de negociación del TMEC con Sheinbaum y con Trump, razón por la que México fue invitado a esta cumbre. Si Estados Unidos procede de acuerdo con el Trade Promotion Authority -el que se comentó en este espacio hace tres semanas- ello implicaría que las reuniones de negociación iniciarían en el primer trimestre del 2026. Por ello, es que un grupo de 683 organismos civiles, sindicatos y organizaciones ambientales enviaron este jueves una carta al Representante Comercial, Jamieson Greer, exigiendo que Estados Unidos salga del tratado, a menos que detenga la pérdida de empleos, atienda las causas de la migración, detenga los abusos de las grandes empresas tecnológicas y haga más asequibles los medicamentos, entre otros objetivos.
Cualquier anuncio sobre la renegociación del TMEC tendrá un impacto inmediato sobre los mercados financieros, el tipo de cambio y las expectativas de producción, inversión y crecimiento de toda la región. El gobierno mexicano ha restringido hasta ahora la mayoría de la información, pero se espera que el nuevo tratado será mucho más complejo que el actual, con nuevos capítulos sobre seguridad nacional, migración, control de estupefacientes y energía que funcionarían bilateralmente y el establecimiento de cuotas para ciertos productos considerados estratégicos por Estados Unidos para reducir el déficit comercial. Además, será necesario generar nuevos mecanismos que atiendan los efectos de la reforma judicial y la eliminación de varias agencias reguladoras en México, que pueden afectar a la inversión extranjera directa.
La relevancia y alcance de la cumbre hacen difícil entender la renuencia de Sheinbaum para asistir y permanecer en Kananaskis sólo el tiempo indispensable. De haber viajado ayer, pudo entrevistarse con otros de los asistentes, promocionar el Plan México, hablar con la prensa internacional y despejar las dudas para invertir en el país. Hasta la fecha, la presidenta no ha explicado cómo es que su gobierno trabaja para reducir la percepción de riesgo que existe en muchos países y las medidas que piensa implementar para aminorar los índices de riesgo político. Esta es una tarea para la que nadie está mejor calificado.