Pocas elecciones pueden resultar de tanta trascendencia como la de hoy en Canadá, en la que se decidirá al sucesor de Justin Trudeau. Y al hablar de trascendencia, me refiero a que quien resulte ganador entre Mark Carney y Pierre Poilievre, heredará una economía con problemas importantes de inflación, baja productividad, caída en el producto interno bruto per cápita, falta de vivienda, una tensión que crece ante los niveles de inmigración y la necesidad de definir el papel que jugará el país en el nuevo orden internacional, siendo una de las economías más abiertas.
Sobre todo, el próximo primer ministro será responsable de redefinir la relación del país con Trump y los Estados Unidos, por mucho su socio más importante, quien desde noviembre empezó a hablar de Canadá como el “51er estado” y hasta la fecha no ha dejado de generar roces, como cuando en marzo le dijo a Trudeau que era necesario revisar el acuerdo que establece la frontera entre ambos países, pues hay aspectos que ponen en duda su legalidad. Carney, quien en las últimas encuestas del pasado viernes tenía una ventaja de tres o cuatro puntos sobre Poilievre, ha dicho que la relación que hubo con sus vecinos ya no existe, a pesar de que 77 por ciento de sus exportaciones son para la Unión Americana y de donde provienen 50 por ciento de sus importaciones.
Trump es responsable de haber invertido la dinámica de la elección canadiense, pues hasta el 6 de enero, cuando Trudeau anunció su renuncia, Poilievre tenía una ventaja de 20 puntos en las encuestas y se consideraba imposible un nuevo triunfo de los liberales. Sin embargo, el constante hostigamiento de Trump, la cercanía de la plataforma de Poilievre con la del partido republicano y el sentimiento de unidad que ha generado Carney entre la población hacen prever un cuarto periodo liberal consecutivo, lo que sucedería por primera vez en 50 años.
Ambos candidatos saben de la importancia que tiene el comercio internacional para Canadá y el papel central que juega el T-MEC. Poilievre es partidario de adelantar la revisión del tratado e iniciar la renegociación este mismo año, si es posible, y nunca se opuso al premier de Ontario —Doug Ford también del partido conservador— cuando dijo que se debería excluir a México del T-MEC por permitir la triangulación de productos chinos. Por su parte, Carney habló con Claudia Sheinbaum en abril, luego de ganar la elección interna del partido liberal, pero no han habido otras señales que indiquen que alguno de los dos países haya buscado un mayor acercamiento con el otro, o que Carney se oponga a transformar el T-MEC en bilaterales.
Canadá considera a México como su principal competidor en su mercado más importante, Estados Unidos, y México no ha buscado incrementar su participación de mercado en Canadá por lo que el comercio entre ambos países no se ha desarrollado. México exporta a Canadá el 3 por ciento de sus productos, importa el 2 por ciento, con lo que el comercio total representa el 2.5 por ciento. Para Canadá, México representa el 1 por ciento de sus exportaciones, el 6 por ciento de sus importaciones y el 2.6 por ciento de su comercio total y hasta la fecha el gobierno canadiense no se siente satisfecho con la manera como han sido tratadas las empresas de ese país, que fueron afectadas por la reforma energética y las nuevas restricciones a la minería.
La prensa internacional ha destacado los contrastes en la manera como México y Canadá han reaccionado ante la aplicación de un arancel del 25 por ciento en marzo. Mientras que Sheinbaum no ha tomado ninguna represalia, Canadá anunció un primer paquete de medidas por 21 mil 610 millones de dólares (estadounidenses) el 4 de marzo, otro por 21 mil 460 millones en respuesta al arancel del 25 por ciento al acero y al aluminio, y un 25 por ciento a los autos importados de Estados Unidos que no cumplan con las reglas de origen del T-MEC. Hasta la fecha, Estados Unidos aplica a las importaciones mexicanas un arancel efectivo del 19.51 por ciento —el quinto más alto— en comparación con el 17.70 por ciento que se aplica a las importaciones canadienses.
¿Qué puede hacer México para posicionarse como un socio confiable? Además de la industria automotriz, existen pocos vínculos con Canadá que auguren una relación más estrecha. Por eso se habla de que la renegociación del T-MEC se enfocará a definir reglas sectoriales, así como la exclusión de sectores que se han vuelto vulnerables por los cambios en la legislación en México. En este sentido, el gobierno mexicano puede poner la pauta en los próximos meses y demostrar si es capaz de trabajar con otros gobiernos respetando las reglas de mercado.