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A los brasileños les costó unos 75 millones de dólares, así que la nuestra debe costarnos algo más que eso. ¿No podrían pedir ‘paquete’ y comprar otra en Pemex?
Lo que ayer presentaron es un parteaguas, un cambio en el tiempo en el que juega México, herramientas que nos mueven de hacer cuentas en libreta a hacerlas en Excel.
Pobre de quien menosprecie lo presentado ayer en Presidencia: la llegada de México al supercómputo actual. Alguna Presidencia debía hacerlo y ocurrió en la de Claudia Sheinbaum, bien por ella, pero mejor por todos.
¿Qué anunciaron ayer? El Centro Mexicano de Supercómputo que iniciará operaciones en Barcelona; el Clúster Nacional de Supercómputo y a partir de la siguiente semana, la supercomputadora más grande de América Latina, que será mexicana.
A eso me refería con lo de Brasil. Petrobras, la petrolera de ese país, acaba de recibir Harpia, una supercomputadora que le ayudará a ‘atinar’ a los yacimientos productivos, en lugar de gastar fortunas fallando, como ocurre en empresas sin estas herramientas.
“Es como crear un mapa 3D de las capas de roca bajo la superficie, con imágenes mucho más nítidas y precisas de las estructuras geológicas, lo cual es esencial para identificar sistemas petrolíferos y posibles yacimientos de petróleo y gas”, explica Sylvia Anjos, directora de Exploración y Producción de Petrobras.
Es al menos la quinta supercomputadora de Petrobras. En Pemex no saben qué es eso.
La brasileña tiene un margen de utilidad impresionante del 51 por ciento sobre sus ingresos, antes del pago de deudas e impuestos. En Pemex, ese mismo indicador (EBITDA) es del 15 por ciento y ya sabemos cómo le va después de pagar sus deberes, cuando lo hace.
Eso puede darles pistas del valor de la supercomputación en los negocios y en un país.
La verdad es que echar al costal de la petrolera nacional otros 75 millones sobre su brutal deuda de 100 mil millones le haría apenas una roncha y con tecnología de verdad al menos empezaríamos a buscar cosas distintas. Es un fastidio ser de los tecnológicamente rezagados.
Por eso debo regresar al punto de lo anunciado ayer.
España, miren nomás, España abrió su supercomputación para México vía Cataluña.
Mexicanos como Jorge Luis Pérez tendrán la posibilidad de hacer análisis acelerados, digamos, de lo que cruza la frontera entre México y Estados Unidos. Quien sabe de negocios entiende el valor de esa información.
También podrán anticipar golpes climáticos como los que traen a Acapulco en calidad de pera de boxeo.
Pérez es Coordinador Nacional de Infraestructura Digital, en el Gobierno de México, es físico matemático por el IPN y presume de certificaciones internacionales de la American Management Association y la Universidad Rey Juan Carlos de España.
Curiosamente, en el anuncio oficial de este miércoles fallaron en un dato. La máquina que podrán usar los mexicanos, MareNostrum 5, no es la número 19 del mundo como informaron, sino la 14, de acuerdo con The List, de Top500, la fuente del ranking global para estos casos.
En esa misma lista, las tres más poderosas del mundo están en Estados Unidos: El Capitán, Frontier y Aurora son sus nombres. Harpia, de Petrobras, aparece en el lugar 36.
Ya veremos qué lugar ocupa la mexicana cuando esté lista.
Mateo Valero, del Barcelona Supercomputing Centre –al que ya tendrá acceso el Centro Mexicano de Supercómputo– explicó ayer en Palacio Nacional la relevancia del acuerdo.
Vino a decirnos lo que sabemos, pero conviene repetir: “la educación es lo más importante” porque nos alinea a todos, independientemente de nuestro origen.
“Pero la investigación es el mecanismo que tenemos los países pobres, como España, para intentar hacer algo”. Negocios, por ejemplo.
Valero dijo que su función es producir puestos de trabajo en nuestros países. Que son un centro que trabaja con las empresas, que les ayuda y que, además, crean empresas “spin-off”, particularmente bien.
“En estos 20 años hemos traído 600 millones de euros de empresas competitivas. Y cuando vienen es porque lo que hacemos les hace ganar mucho más dinero. El ejemplo más claro fue para Repsol, para decirles dónde pinchar en ambientes difíciles de obtener petróleo, como es el Golfo de México; ganaron centenares de millones de euros”.
Eso lo dijo, repito, Valero, invitado por la presidenta Sheinbaum y desde ahora, socio de México en esta aventura.