Aquí puedes escuchar a Jonathan Ruiz con esta columna Parteaguas. También disponible en Spotify.
Surgen indicios de un 2026 que puede ser muy interesante para hacer negocios en México.
Eso no significa que ya brincamos el año y que las cosas no van a complicarse en la economía hacia el cierre de este 2025. Pero sí, se acercan tiempos mejores.
“The best is yet to come”, cantaba Frank Sinatra con la letra escrita por Carolyn Leigh.
Los más pesimistas podrían señalar que este año la economía de México crecerá apenas uno por ciento. También problemas inmediatos, como el de Poza Rica, en donde la crisis no empezó por las lluvias y refleja un lío más gordo.
La ciudad fue abandonada por Pemex con el desdén de la era de Enrique Peña Nieto, luego con la negligencia del equipo de Andrés Manuel López Obrador y ahora por la anemia de recursos de la administración de Claudia Sheinbaum.
La producción de gas en “Poza” cayó 70 por ciento en 10 años; la de petroquímicos, 87 por ciento. Allá no hay trabajo y los que ahí viven ahora deben reponer lo poco que tenían.
Me dicen que en Poza Rica hasta los Oxxo cierran por falta de clientes y el hotel Xanath, que recibía a empresarios, fracasó hace años y sus dueños aún no pueden venderlo.
Es la fotografía de una apuesta malograda por el negocio petrolero venido a menos que merma año tras año la economía del Golfo de México.
También es el ejemplo de lo que ocurre cuando una región (o un país) no se prepara para trabajar en negocios nuevos, distintos, en diversificar sus ingresos.
Y a eso voy con las señales de mejora. México debe apurarse a dar vuelta hacia donde hay.
Ahora mismo, el dinero fluye como océano hacia actividades cuyo destino cuesta trabajo comprender. Centros de datos para la inteligencia artificial, por ejemplo.
Hay un debate en torno a si existe una burbuja en ese negocio y si ésta podría estallar y golpearnos a todos. Es posible, y tristemente nadie puede predecir su momento.
Pero aún ese potencial crack y su consecuente recesión no detendrán un fenómeno de largo plazo: los humanos están compartiendo ideas a un ritmo sin precedente y procesan esa información a una velocidad frenética.
En 2025 la economía global generará aproximadamente 181 zettabytes de datos, cuando en 2020 produjo 64 zettabytes. ¿Qué es un zettabyte? Equivale a la grabación en alta definición de todas las palabras habladas por la humanidad.
La estimación es de Vanguard, el administrador de fondos de inversión con más de 10 billones de dólares (trillions) en su portafolio y que posee, entre otras, la mayoría relativa de las acciones del principal banco de Estados Unidos, JP Morgan.
El economista en jefe de Vanguard, Joseph H Davis, hizo un análisis del Multiplicador de Ideas de la organización, un indicador que predice la innovación.
Es simple: indica cuántas buenas ideas subsiguientes surgen de una sola buena idea. En 1980, una idea dio lugar a 40 ideas más. Pero desde 2005, el multiplicador de ideas se había estancado en torno a 200 por una.
Las ideas generan productos, como un avión o un Iphone; los productos, empresas.
El multiplicador se sitúa ahora en 400 por una, el doble de su nivel durante la mayor parte de las dos últimas décadas. Porque surgen más ideas de más partes del mundo.
En China, donde la población envejece rápidamente, la prisa por innovar llevó a la creación de Tevimbra, un inhibidor de PD-1 aprobado para diversos tipos de cáncer, como los tumores de pulmón y gástricos.
Es el principal medicamento de los laboratorios BeOne (antes Bei Gene), que recibió la aprobación por parte de la FDA en marzo y ahora comparte información con laboratorios occidentales. Davis habla de medicamentos que están siendo creados en mes y medio.
A la luz de recientes hallazgos, JP Morgan reveló ayer que planea invertir hasta 10 mil millones de dólares en empresas que considera cruciales para Estados Unidos.
Los robots móviles autónomos, la energía nuclear, la energía solar, las naves espaciales, la construcción naval y la inteligencia artificial se encuentran entre los subsectores a los que se dirige inicialmente. No hay petróleo a la vista.
El destino de la economía mexicana está atado al de Estados Unidos e inversionistas de ese país perciben que más allá de la retórica nacionalista de Donald Trump, México es parte de la producción competitiva de ese país.
Quizás vengan declaraciones hirientes durante la renegociación del T-MEC, tal vez México deba renunciar a ciertos negocios vinculados con los automóviles, pero el foco debe estar en el largo plazo y este país produce y debe hacer más que coches y petróleo.
Lo he explicado aquí. En 2026, Trump enfrentará elecciones y querrá mostrar una economía estadounidense en auge. Hay bases y recursos para una derrama en toda Norteamérica.