Aquí puedes escuchar a Jonathan Ruiz con esta columna Parteaguas
Hasta este jueves, mucho de lo que impactó las decisiones de negocios tuvo que ver con negocios. Conviene que la presidenta Claudia Sheinbaum se concentre en regresarlas ahí.
Pero la política es terca y quiere filtrarse, y la historia de México conoce de turbulencias provocadas en la economía por los políticos. Hace 30 años este país pataleaba para no hundirse como consecuencia de decisiones ajenas a los negocios, en los revueltos días posteriores al ‘error de diciembre’.
¿Pusonde’ anda? Ayer, varios legisladores buscaban al ex secretario de Gobernación, el senador Adán Augusto López Hernández, gran aliado del ex presidente Andrés Manuel López Obrador.
Hasta la noche de este jueves, políticos y periodistas buscaban la ubicación de este poderoso personaje que también fue gobernador de Tabasco.
Su perenne ausencia coincide con la de otra persona que ahora es buscada incluso por la Interpol, Hernán Bermúdez Requena, quien fue secretario de Seguridad en ese estado del sur de México durante la administración de López Hernández.
Vaya, Adán López y Hernán Bermúdez trabajaron juntos por el bienestar tabasqueño. Porque eso hacen los políticos, buscar el bien común.
Pero algo se rompió, porque algunos actos de Bermúdez que provocaron su persecución motivaron también que ayer su partido político, Morena, lo rechazara. Suspendió los “derechos partidarios” del ex secretario de Seguridad, ante las acusaciones en su contra de tener vínculos con un cártel criminal.
Ojalá que ambos aparezcan pronto y nos platiquen el contexto, que expliquen el posible malentendido, vaya. Es importante, porque no andamos paseando por el parque.
Hace unos días, autoridades de Estados Unidos provocaron un papelón del Gobierno de México: bloquearon las operaciones en ese país de tres instituciones financieras (Intercam, CIBanco y Vector).
Fue luego de ese escándalo y no antes, que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores reconoció y castigó públicamente probables actividades de lavado de dinero y otros actos indebidos en esas instituciones que operan bajo su supervisión.
Curiosamente, no hubo filas de ahorradores reclamando su dinero en las sucursales de esos negocios.
¿Podemos validar la hipótesis de que su negocio principal no tiene que ver con los ahorradores, como suele ocurrir con la banca tradicional?
Son bancos pequeños, poco relevantes. Imaginen lo que ocurriría si de pronto el gobierno de Estados Unidos disparara acusaciones, pero esta vez en contra de uno de esos cinco bancos grandes que dominan las transacciones en México.
Asumo que en estos días los auditores de esas compañías trabajan horas extra para revisar riesgos en cada cuenta bancaria, cancelando muchas de éstas y negando transacciones que impliquen una ligera sospecha de lavado.
Porque, insisto, todo lo anterior parte de la política, de un país o de otro. Acá no hay nada de choques de oferta o de demanda. Nada de escasez o sobreproducción de algo.
También de la política, extranjera, surgen aranceles que golpean ahora a los tomateros que en este país mayoritariamente se ubican, miren nomás, en Sinaloa. Un 17 por ciento sobre su precio deberán pagar quienes quieran importar tomate a Estados Unidos, o jitomate, como le llamamos en el centro de México.
¿Tendrá eso algo que ver con actividades ilícitas, como ocurre con el aguacate de Michoacán? Solo la hueste del presidente Donald Trump lo sabe.
Todo lo anterior conforma una pila de riesgos sobre un escenario que parecía estabilizarse ahora que empresarias y empresarios dan la impresión de entender la dinámica de la guerra comercial de Donald Trump.
Todo, también, opera sobre la estabilidad de las finanzas públicas y del sistema financiero nacional que hace unos 30 años dejaron de dar dolores de cabeza.
El problema es que los pilares en los que mucha de esa estabilidad descansa son vigilados en última instancia por políticos que hoy son reactivos y no proactivos.
Actúan después del golpe y no en un ánimo estratégico y preventivo. Ojalá que la presidenta Sheinbaum cambie esa dinámica, para que las cosas de negocios regresen al terreno de los negocios.