Aquí pueden escuchar a Jonathan Ruiz con esta columna Parteaguas
Me preocupa un tema. ¿Qué pasará si mañana un presidente de una potencia económica, decidiera arbitrariamente que empresas de su país reduzcan o suspendan ciertos servicios?
Digamos, esos servicios de almacenamiento de datos. Que ese mandatario exigiera que los suspendan a esa nación que a su juicio ‘no lucha debidamente’ contra narcotraficantes.
¿Está listo México para reaccionar ante una crisis digital?
Hay centros de datos de empresas mexicanas, pero su tamaño es insignificante frente al de la infraestructura de la china Huawei, o la de estadounidenses como Google, Microsoft y AWS.
Me queda claro que esas empresas no pretenden limitar el acceso a sus servicios que hoy atienden, digamos, al SAT. Por el contrario, quieren más clientes en México.
Pero el país está en riesgo por su falta de soberanía. Olvídense ya de la energética, que parece una guerra perdida a decir de las imparables importaciones de gasolina… me refiero a la de administración de datos y ahora, la de inteligencia artificial.
Nuestro dinero en bancos, nuestros datos fiscales, hasta el Whatsapp, dependen de una red que sí es confiable, pero en cuya infraestructura, en última instancia, no manda el Gobierno de México.
¿Qué pasaría si un país poderoso condiciona la operación local de compañías en su país, a cambio de dejar de atender a otras naciones? Es un caso extremo, improbable, claro.
Es como si de pronto un gobernante rompiera tratados internacionales y las reglas de la Organización Mundial de Comercio e impusiera aranceles a medio mundo, o como si otra nación armara una guerra para anexarse un territorio brincándose a la ONU.
Entendamos el mundo en el que estamos. Todas las reglas que conocimos parecen haber entrado en riesgo cuando los votantes se inclinaron por individuos que prometieron recetas mágicas para solucionar problemas.
El mejor modo de jugar en este escenario es obtener influencia, involucrándose directamente en el nuevo campo de actividades: el tecnológico.
¿Quién movió esta semana la lista de los más ricos del mundo? Precisamente quienes controlan ese terreno.
Dos individuos poco conocidos en México sacudieron ese ‘top ten’ en el que hay ocho inversionistas en tecnología. Un empresario multipropósito como el mexicano Carlos Slim salió hace tiempo de esa selección y actualmente ocupa la posición 18, pese a que su fortuna está por alcanzar los 100 mil millones de dólares.
De acuerdo con el ‘Bloomberg Billionaires Index’, que es la lista de multimillonarios de esa plataforma, ahora los ‘jefes’ de esa mesa privilegiada venden, en síntesis, software.
Elon Musk ocupa el primer lugar, pero este mes Larry Ellison desplazó del segundo lugar a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y cabeza de Meta.
Ellison es el líder de Oracle, compañía que ofrece servicios tecnológicos a otras empresas, entre ellos, la administración de datos.
Pero lo que son las cosas. El mes pasado, Oracle avisó que xAI, la compañía de inteligencia artificial de Musk, entró a su cartera de clientes, y este empresario a su vez, lanzó su nuevo y polémico modelo Grok 4.
Además, esta semana busca capital para aumentar el poder de esa herramienta frente a sus competidores, dinero que podría salir de su otra empresa, Tesla.
Coincidentemente Oracle ganó valor y Ellison, un ascenso en la lista de millonarios.
Pero el caso más notorio fue el de Jensen Huang, que casi sacó al histórico Warren Buffett de la lista de los 10 más ‘billionaires’, cuando su empresa productora de procesadores, Nvidia –proveedora crucial de los centros de datos– se convirtió en la primera empresa en superar 4 billones de dólares (trillions) en el mercado de valores, revaluando con ello 857 millones de acciones que mantiene Huang en la compañía.
Es también él quien, con un posible interés de por medio, advierte a las naciones de la necesidad de obtener su soberanía de inteligencia artificial, invirtiendo en centros de datos propios y en energía eléctrica, antes de que sea tarde.
El hecho de que México siga invirtiendo millones en refinación en este siglo, equivale a fomentar la producción de pastura para caballos en los días en que Henry Ford sacó al mercado su coche Modelo T.