Los mexicanos entienden de economía por la vía del tipo de cambio. Cuando el peso se deprecia frente al dólar, hay problemas. Pero ese indicador permanece estable en estos días de tormenta de declaraciones.
Tal vez por esta vez mejor deberíamos considerar como maestra a Beyoncé.
El viernes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump advirtió nuevamente de aranceles contra México, debería estar cayendo la moneda nacional. ¿O no?
Pues no cae. Desde hace meses entramos en una etapa en la que el dólar pierde valor frente a otras monedas, y ahora parece estabilizarse.
¿Qué está pasando? Parece que más bien entramos, como seres humanos, en una etapa de adaptación de nuestros negocios y de compras que quizás no se esperaba ni el mismo Trump.
Vean el caso de Levi’s, la marca más conocida de pantalones de mezclilla. Cuando los aranceles presidenciales la amenazan, su equipo de mercadotecnia contraataca.
Beyoncé se puso unos shorts de mezclilla y posó para las cámaras de fotógrafos contratados por Levi’s. Pregunten a las más jóvenes:
¿Ha regresado una moda vaquera? Mi impresión es que sí, también la de Michelle Gass, directora general de esa famosa empresa productora de ropa.
Levi’s se asoció por primera vez con la superestrella el año pasado y recientemente comenzó a vender camisetas de edición limitada coincidiendo con su gira Cowboy Carter. La semana pasada, la empresa reportó un aumento en sus utilidades y advirtió que estará en condiciones de absorber entre 25 millones y 35 millones de aranceles, para no subir sus precios este año.
¿Y qué hay del impacto? Levi’s no revela la fuente de proveeduría, pero quienes conocen el negocio advierten que una parte de su producción está en China, otra en México.
En enero, antes de que el presidente Trump aplicara aranceles, analistas de Barclays advirtieron que los pantalones de mezclilla podrían aumentar su precio por la cantidad de veces que sus insumos cruzan la frontera entre México y Estados Unidos. Eso golpearía el consumo.
El precio de las acciones de la compañía cayó un 50 por ciento de septiembre a abril.
Pero de entonces a la fecha ya volvió a elevarse 77 por ciento, ante la evidencia de que el impacto arancelario no fue catastrófico, ante la estrategia de la empresa.
Los directores generales no se han quedado esperando a ver cómo las políticas de Trump golpean sus ventas. Cada quien arma estrategias que mantengan operando el negocio.
Atención, que hay otros factores que también podrían estar poco analizados aún y que están al margen de cualquier discurso pronunciado desde la Casa Blanca.
Consideren que los servicios no contienen aranceles y México cada vez vende más servicios.
¿Cuál es la exportación de servicios más conocida? La de hoteles, restaurantes y otros que atienden a los turistas.
Este rubro creció de 30 mil 694 millones en 2023 a 32 mil 956 millones en 2024. Luego están los servicios de transporte de carga y pasajeros: otros 10 mil 286 millones de dólares en 2024.
Y en esa bolsa entran los servicios que están en boga. ¿Qué creen que hacen muchos de esos individuos de la Roma y Condesa que llevan su laptop al café?
Los servicios de ‘tecnologías de la información y comunicaciones’ crecieron 46 por ciento solo el año pasado, de acuerdo con el Banco de México, hasta los 2 mil 400 millones.
Ahí deben estar empresas globales como Accenture con miles de empleados en la Ciudad de México, Monterrey y Mérida. También Softtek, que ofrece ciberseguridad, análisis de datos y atiende proyectos en sectores tan distintos como el financiero y el de la microbiología agrícola.
Ojo, que eso es el mercado formal. Conozco a gente que podría estar fuera de esa estadística.
Vaya, el presidente Donald Trump, un hombre acostumbrado a cobrar el acceso a sus inmuebles, pone en práctica sus habilidades cobrando por acceder al mercado de su país.
Pero aplicando aranceles a tantos países, nivela mucho el terreno, minimizando el impacto a la competitividad entre naciones.
Irónicamente, promueve acuerdos comerciales fuera de su territorio, para crear eficiencias.
En los hechos, sus decisiones han impactado primordialmente la decisión sobre nuevas inversiones y crecimiento, pero no sobre la operación de los negocios.
Quien la lleva de perder son los más jóvenes, incluidos los estadounidenses, que verán pocas aperturas de comercios y fábricas, pocos nuevos empleos para ellos, hasta que los inversionistas entiendan cuál será el juego de largo plazo.
Pero hasta ahora, la adaptación parece mantener un dólar depreciado y estable.