Aquí puedes escuchar a Jonathan con su columna Parteaguas
¿Quieren comprar dólares? El dólar está barato. Ayer al mayoreo lo vendían a 18.90 pesos, lo que podría motivar en la cultura nacional la sensación de que estamos nuevamente ante un ‘súper peso’. Desafortunadamente no es el caso.
México no está motivando inversiones extraordinarias y la actividad económica abraza su histórica mediocridad. ¿Entonces? Sucede que es el dólar lo que pierde atractivo.
Menos mexicanos quieren billetes verdes, también menos brasileños, europeos…
Lo que en otros tiempos resultaba ilógico, ahora parece la norma. A partir de la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos también coquetea con el ambiente económico mediocre del resto del continente y ante esa circunstancia, prestarle dinero ya no suena tan tentador.
Recuerden que cuando compran dólares, en realidad prestan dinero a ese país.
Nadie quiere dólares en sí mismos, son solo números plasmados en un papel o en una cuenta bancaria. Lo que realmente quieren es lo que pueden comprar con estos, y estos pierden valor, por lo que cada vez podrán comprar menos. Es un círculo vicioso.
Ya casi se van seis meses de 2025 y en ese lapso, ustedes ganaron.
Ahora, usando sus pesos, pueden comprar 10 por ciento más dólares que al inicio del año. Bien por los que se van de vacaciones hacia el país vecino al norte.
Los brasileños podrán comprar 11 por ciento más, pues en ese porcentaje se apreció su moneda, el real, durante el periodo. El euro se apreció 12 por ciento frente al dólar en lo que va del año, y así podríamos seguir.
Las principales monedas del mundo ganan terreno al dólar, que es en realidad, una moneda que ha perdido fuerza.
Los grandes bancos de inversión –aquellos que prestan dinero al gobierno de Estados Unidos por miles de millones– pierden apetito por esa moneda. Se nota porque tampoco tienen tanto interés en los pagarés o bonos del gobierno de ese país.
Vean que los gobiernos asiáticos –que alguna vez fueron los compradores más fiables de esos papeles– pierden gradualmente el interés y las subastas recientes han visto una cartera de pedidos más reducida desde ese lado del mundo.
Ahora, el financiamiento de los vecinos se recarga más en sus propios bancos y ciudadanos y en inversionistas del Reino Unido y Canadá.
¿Esto va para largo? Ojalá que no.
Puede haber mexicanos que se emocionen con una mala gestión financiera de Estados Unidos, pero México depende de vecinos fuertes que compren y paguen bien. Una moneda que pierde valor también compra menos cosas procedentes del sur del río Bravo.
Además se asoma otro problema: el que aporta los bajos costos de manufactura a la región de Norteamérica es este país que huele a chilaquiles con huevo.
Una mayor baja en el valor del dólar justificaría ciertas inversiones de aquel lado de la frontera.
¿Por qué va mal la economía de Estados Unidos? Porque su presidente lo provocó.
Antes de que iniciara el año, empresarias y empresarios de ese país, estimaban que su economía crecería 3 por ciento en 2025. El registro lo tiene la US Chamber of Commerce.
En esa enorme economía, eso habría significado otros 800 mil millones de dólares para los negocios de allá, de lo cual algo salpicaría para los de acá.
Pero nuevos impuestos a la importación (aranceles) establecidos por Trump congelaron las inversiones en nuevos negocios relevantes. Muchos esperan a ver cómo quedará el escenario global, con sus nuevas reglas.
Lo que tenemos hoy es una epidemia de estancamiento económico que padecemos también de este lado. Más que un contagio de actividad, nuestras economías padecen el intercambio de una enorme flojera.
Como no los ven a ustedes vueltos locos por las compras, hoy el Banco de México podría bajar todavía más su tasa de referencia. ¿Qué significa eso? Que vuelven a reducir los motivos para guardar dinero en el banco, pues seguirán bajando las tasas para los ahorradores. También, que podría bajar de nuevo el costo de las hipotecas.
Bien, pero no abundan las inversiones en construcción de departamentos o casas, tampoco en nuevos centros comerciales o en fábricas.
Hay crédito barato, dólares baratos, pero ahí les va una pregunta seria: ¿Quién quiere comprar hoy? ¿Qué quieren comprar? Como que andamos sí, de flojera.