Puedes escuchar a Jonathan leyendo su columna parteaguas, aquí.
Unos compramos dólares o bitcoin; otros oro, unos más se compran empresas.
Hay un millonario que tiene la intención de comprar bufetes de abogados, porque los ve anticuados, pero lucrativos, una mezcla que huele a oportunidad.
¿Han tratado con un abogado? ¿Cuánto tiempo les pide para ‘estudiar su caso’?
Ustedes saben que ahora es posible subir cientos de documentos en torno a casos del pasado similares al suyo y la inteligencia artificial (IA) se encarga de ordenarlos, analizarlos y en minutos, sugerir opciones de estrategias legales a un abogado o dos, que son los más brillantes… ¿pero qué hacen las decenas restantes que trabajan en esos despachos?
Elad Gil se llama el inversionista que empezó a apostar por la IA antes de que la mayoría del mundo se diera cuenta de que una ola se acercaba.
Ahora él se centra cada vez más en una nueva oportunidad: usar la IA para reinventar negocios tradicionales y escalarlos mediante fusiones, reveló hace unos días el medio especializado en tecnología Techcrunch.
“La idea es identificar oportunidades para adquirir empresas consolidadas con un alto nivel de personal, como bufetes de abogados y otras firmas de servicios profesionales, ayudarlas a escalar mediante IA y, a continuación, utilizar los márgenes mejorados de ganancias para adquirir otras empresas similares y repetir el proceso. (Gil) lleva tres años en eso”.
No es muy científico el esquema. Estoy seguro de que la tendencia llegará a México. Inversionistas buscarán oportunidades en la actividad jurídica, en la contable o en otras más, que se han ciclado y han innovado poco.
Al sector financiero esta ola llegó hace tiempo y ustedes ahora son testigo de los cambios que trajo Nubank, un negocio financiero creciente que no necesitó sucursales. ¿Para qué las quiere?
La velocidad de los avances tecnológicos provoca que por casos como el de Gil, cada vez más dinero vaya a los millonarios y menos a los trabajadores, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo.
Los empresarios saben en dónde está el valor y lo aprovechan.
Los gobiernos latinoamericanos francamente no entienden este ritmo y por razones incomprensibles o por contubernios, entorpecen la difusión de educación que brinde a los más jóvenes el entrenamiento que necesitan para involucrarse en actividades de alto valor agregado.
En México, gobernadores y secretarios de estado se toman la foto, sonríen en ferias y promueven el turismo como si se tratara de una industria en bonanza que paga altos salarios.
En el otro extremo, los países árabes vuelcan a su población al conocimiento, entrenándolos para una era de inteligencia artificial generalizada.
¿Vieron que los Emiratos Árabes Unidos abrieron el servicio de Chat GPT Plus a toda su población? Ese servicio cuesta 20 dólares mensuales por usuario.
¿Resultado?. “África, América, Europa y Asia Central experimentaron descensos notables: la participación del trabajo en los ingresos disminuyó aproximadamente 0.5 puntos porcentuales en África; 1.3 puntos porcentuales en el continente americano y 1.7 puntos porcentuales en Europa y Asia Central, respectivamente”, divulgó la OIT.
“En cambio, los Estados Árabes y las regiones de Asia y el Pacífico registraron aumentos de 4.6 puntos porcentuales y 0.3 puntos porcentuales (en los ingresos de los trabajadores), respectivamente, durante el mismo período”.
Los empresarios se encargan de entrenar a su equipo. Entrenar a una población es tarea del Estado.
Si Elad Gil preparó a su equipo para encontrar oportunidades de compra de bufetes, bien por él, es cosa suya.
Pero si el gobierno insiste en defender actividades de bajos salarios en detrimento de aquellas que producen más riqueza –como las de tecnología avanzada– es de esperarse que la mayoría de la gente sea desplazada y que pierda ingresos aceleradamente, en beneficio de una minoría.