Visité recientemente una sala de Despecho de Monterrey, que en realidad está en San Pedro, su próspero municipio conurbado.
Me recordó lo que están mostrando las cifras de población en México y las oportunidades que eso abre para distintos negocios.
Mi primera impresión fue la de llegar a una fiesta que ya empezó y que está en su momento más álgido. Todos cantan a todo lo que les da la voz, lo que para los locales vecinos debe ser similar a tener una turbina de avión sonando en su ventana.
Supongo que un sicólogo podría considerar este recinto una suerte de terapia de shock para un deprimido:
Puede ser Paulina Rubio la que suena en las bocinas, o Mijares con “Uno entre Mil”, no importa, el DJ o la inteligencia artificial diseñaron una playlist saturada de canciones que sonaron al menos una vez por hora en la radio, en algún tiempo.
La conexión es inevitable y ustedes o cualquier asistente será cómplice inmediato del estruendo. Un micrófono de juguete de los que reparten los meseros en una mano, una cerveza en la otra y se verán cantando como si alguien les hubiera enseñado.
Pero ojo, es despecho, el nombre convoca a quienes quieren curarse una pena, cerrar heridas. Muchas mesas están llenas de mujeres sin pareja; otras por hombres que también acuden sin más compañía que la de sus compañeros de juerga.
El lugar está lleno. Eso y el hecho de que el formato ahora se repite en otros lugares de Monterrey y varias ciudades de México me hace pensar que el negocio refleja el cambio social presente en las estadísticas.
Antes la gente iba a los antros a “ligar”, ahora los lugares nocturnos de moda son para cantar separaciones. ¿Nos hemos alejado o nos estamos acercando?
Encuestas y datos oficiales muestran que en general, los mexicanos se casan menos, lo hacen a mayor edad y muchos jóvenes ya no consideran el matrimonio una prioridad absoluta.
El número de divorcios aumenta rápidamente. La mayoría de estos ocurren después de los 40 años de edad de los “participantes”. Un golpe de realidad: los millennials más avanzados ya cumplen unos 44 años en 2025.
Si viven en Nuevo León, son casados y andan en sus cuarentas, enfrentan un alto riesgo de terminar su matrimonio este año.
Los jueces en ese estado reciben 61 separaciones por cada 100 matrimonios. El promedio nacional es de 33 divorcios por cada centenar de bodas, de acuerdo con los datos más recientes del INEGI.
Los matrimonios aún superan en número a las separaciones, pero es posible que eso cambie pronto. A ustedes o a sus hijos les está costando trabajo casarse.
La mayoría de los jóvenes mexicanos posponen formar una pareja estable o casarse hasta después de los 30 años, de acuerdo con datos del INEGI.
De hecho, entre la población menor de 29 años, casi tres de cada cuatro personas se reportan solteras (72.7 por ciento), mientras que solamente 7 por ciento están casadas antes de llegar a los 30.
¿Qué significa ese cambio para los negocios? Oportunidades, como la que ven quienes abren esos bares para despechados.
Hice una búsqueda en Google Maps y encontré al menos una propuesta similar en cada ciudad relevante de México. En la capital hay una sobre la Avenida Masaryk, al parecer.
Otra opción la toman quienes atienden el negocio de mascotas que cada vez ocupan más espacio que los niños en los parques.
Unas más evolucionadas están en camino. Elon Musk busca que su robot Optimus entre al mercado pronto para atender, entre otros clientes, a quienes se sientan solos.
Parece que se le van a adelantar los chinos. La empresa UBTech Robotics planea presentar este año un robot humanoide de 20 mil dólares que puede servir como acompañante doméstico, con el objetivo de expandirse más allá de las fábricas.
Su director Michael Tam presentó su plan este viernes, de acuerdo con Bloomberg.
Por cierto, sí canté, más de una. Y no por despecho, sino por la fiesta.