Muchos hablan de la recesión económica que va a detener las ventas de casi todos. Todo por culpa de las decisiones de un hombre… y por eso mismo también, hay que prepararse para un rebote positivo.
Reniego de una visión catastrófica que pintan analistas; incluso en las recesiones hay ganadores. Recuerdo que durante la crisis de 2009 me encontré en una pizzería de Davos, Suiza, a Alejandro Ramírez, líder de Cinépolis.
Le pregunté cómo estaban cayendo sus ventas en aquellos días en los que un montón de gente dejó de pagar sus cuentas y el dólar brincó de 9 pesos a 13.50 en cuestión de meses.
Me contradijo, explicó que sus ventas crecieron en ese invierno porque mucha gente que saldría de vacaciones, prefirió gastar menos e ir al cine. Curioso.
Luego supe que los días de recesión económica son buenos también para quienes venden chocolates, pues uno de estos consuela tanto como un beso.
Es cierto que hay noticias que incomodan. Ayer el economista en jefe para México de Citi, Julio César Ruiz, advirtió que la economía nacional ya tropezó. Que cayó en una recesión técnica al cierre de marzo de 2025, pues acumuló dos trimestres consecutivos con retrocesos al concluir el tercer mes del año. Es posible.
Pero cayó en ese hoyo en buena medida porque casi nadie abre negocios grandes en estos días.
¿Por qué? Porque no hay reglas claras, principalmente por los dichos (más que los hechos) del presidente Donald Trump (aunque también hay que ver el efecto del reciente cambio de leyes y la próxima sustitución de jueces en México).
Pero la narrativa que viene de Estados Unidos va a cambiar pronto. Reclamen luego si me equivoco.
Trump ha lanzado todos sus misiles comerciales, no queda un país relevante sin golpe de aranceles (salvo por Rusia, claro) y a unos días de su ofensiva, a una amplia mayoría de esas naciones ya les redujo el ‘castigo’. Faltaba una: China. ¿Leyeron lo que ocurrió ayer?:
“El gobierno de Trump está considerando reducir drásticamente sus elevados aranceles a las importaciones chinas —en algunos casos a más de la mitad— en un intento por reducir las tensiones con Pekín que han afectado al comercio y la inversión globales”, advirtió The Wall Street Journal.
Ojo, los chinos no aflojaron. Al parecer son los estadounidenses los que reculan.
La autoflagelación sobre su economía debe estar tocando hueso para que su presidente se eche para atrás sin conseguir todavía un premio proveniente del país asiático.
Trump no enfrenta animadversión solamente fuera de su país. Su aliado Elon Musk ha dicho que regresará a la oficina ante los problemas que se acumulan en su empresa Tesla, que pierde seguidores al ritmo de sus tuits y los de Trump.
Los ingresos de esta automotriz cayeron 9.2 por ciento en marzo respecto al año pasado. La realidad pega duro.
Pero hay algo que debe preocupar aún más al presidente: las masas. Las necesita para las votaciones intermedias, esas que ratifican o quitan legisladores afines a su ideología.
Están fechadas para el 3 de noviembre de 2026. Republicanos trumpistas competirán con los Demócratas por 435 escaños de la Cámara de Representantes y 100 del Senado.
Trump debe llegar al año entrante con una historia victoriosa y no de derrota para su país.
Hasta ahora, su entorno es más bien triste.
Un 54 por ciento de los votantes desaprueba su gestión, contra 41 por ciento que la aprueba.
Lean además la opinión de los representantes de los dueños de pequeños negocios en su país:
“Los aranceles están teniendo un impacto real y devastador en miles de pequeñas empresas en todo el país, ya que la incertidumbre, el aumento de costos y las cancelaciones están afectando gravemente a la población”, advirtió la Cámara de Comercio de los Estados Unidos.
Donald Trump luce incompetente en materia económica, pero es un experto en narrativa de televisión. Sabe que en algún momento tendrá que lanzar un ’plot twist‘, un cambio en la historia que lo convierta en ‘héroe’.
Lo único que debe hacer es dejar de decir y dejar hacer. No es necesario mucho más trabajo para ganar simpatías.