Soy de los que alguna vez cruzamos la frontera hacia el norte para comprar la despensa. En Monterrey hay mucha gente con esta experiencia.
Pero ahora los de allá están sumamente preocupados. Los dueños de pequeños negocios en Estados Unidos temen que no podrán controlar la subida de precios que provocarán los aranceles y que deberán pasar a sus clientes, por la misma razón podrían perderlos.
¿Ese problema sembrado desde la Casa Blanca representa una oportunidad para negocios mexicanos fronterizos?
¿Si sus parientes de San Diego, los de ustedes que leen esto, van a remodelar el baño o la cocina, preferirán cruzar a Tijuana para ahorrarse los aranceles de su país?
Consideren que lo que llegue de Europa a Estados Unidos traerá un impuesto nuevo del 20 por ciento. Lo chino, ni hablar, posiblemente de más del 100 por ciento. ¿Quién va a pagar el doble en California teniendo la opción de hacer compras en Baja? ¿Viene más trabajo para otros? Digamos dentistas, médicos.
La poderosa Cámara de Comercio de Estados Unidos (US Chamber), que apoyó la campaña republicana del ahora presidente Donald Trump, ha dado un giro tan pronto arrancó esta administración en el gobierno.
Sus líderes cambiaron la narrativa y sacaron a la calle sus armas más efectivas, su carne de cañón, en afán de detener la aplicación de aranceles a casi todo lo que importa su país.
Ustedes leerán en sus comunicados las siguientes frases que ellos atribuyen a comerciantes de pequeños establecimientos, instalados en Estados Unidos:
“Temo que tendremos que cerrar, porque la gente no tendrá dinero para comprar nuestros productos”, dijo a la US Chamber, Yesi Noyola, dueña de Kandy Queen Dulcería en North Richland Hills, cerca de Dallas, Texas.
Su local está pegadito a una paletería llamada Las Delicias de Michoacán. Vaya, atienden a un mercado que puede estar al tanto de los precios de ambos lados de la frontera.
Un ejecutivo estadounidense de la zona cercana a Reynosa, Tamaulipas, me dice que desde hace tiempo la gente empezó a comprar productos de acero del lado mexicano, al menudeo. Ese material, junto con el aluminio, está expuesto allá a un arancel del 25 por ciento.
Hay productos que ya estaban más caros en el país vecino y que podrían elevar aún más su precio: “Otro ejemplo puede ser los paneles de policarbonato que puse en la terraza, aquí salían 3 veces más caros respecto a México”, me dijo el amigo texano.
Pero en la mayor cámara empresarial estadounidense no solo refieren las afectaciones para quienes habitan la frontera de su país.
Reúnen diariamente expresiones que publican en su sitio web. Les dejo algunas.
“Tendría que duplicar mis precios, y eso me llevaría a la quiebra”, Annie Bassin, fundadora, Annie’s Ginger Elixir, Brooklyn, Nueva York.
“Ya recibí numerosas cartas sobre incrementos de precios. No puedo absorber todo esto”.— Jim Arpe, dueño, Learning Express Toys & Gifts, Palm Beach Gardens, Florida.
“Estas tarifas son ridículas y no tienen sentido. Las pequeñas empresas como la mía deben pagar estos aranceles, y no es poca cosa, es muchísimo. No hay forma de ver esto como algo bueno para nadie. La gente compra mis zapatos porque les gustan, pero son un artículo de lujo”, advirtió Devlin Carter, fundador, SIA Collective, Nueva York, Nueva York.
“Si sienten que sus empleos están en riesgo y la economía es inestable, entran en modo supervivencia, y en ese estado la mayoría no gasta. Eso termina perjudicando al pequeño comerciante”, agregó.
Si las versiones recogidas por la US Chamber representan la visión de una mayoría de quienes venden en la calle, se sumarán como una bola de nieve al discurso que parece unánime en otra calle, en Wall Street: quiten ya los aranceles.
La contra propuesta de esta cámara empresarial fue desde un inicio la de “cero por cero”.
En pocas palabras, conseguir tratados de libre comercio con el resto de las naciones, como el que ya tenía sobre la mesa el presidente Donald Trump, con Asia y buena parte de América. Pero decidió rechazarlo, para mandar “un mensaje” durante su primer mandato.
Ahora, él presume que consiguió que políticos asiáticos se sienten a negociar justamente eso en los siguientes días. No busquen lógica en estos tiempos, no abunda.