Parteaguas

¡Gasolina barata, bebé!

México, una ‘aspiradora’ de gas natural y gasolina estadounidense, podría beneficiarse de bajos precios de combustibles debido a Donald Trump.

Nos hemos acostumbrado a pagar ¿Quién se queja ya de una gasolina de 25 pesos por litro?

Si hay quienes todavía esperan que el precio baje, deberían saber que el alivio podría venir de donde menos lo esperan los mexicanos: del presidente Donald Trump.

En Estados Unidos este combustible costaba este lunes el equivalente a 16.50 pesos por litro, en promedio, y si el nuevo mandatario cumple su palabra, podría bajar desde ese nivel.

Los inversionistas del mercado ayer validaron la hipótesis.

Durante el primer día de operaciones de bolsa durante la nueva administración de la Casa Blanca, perdieron valor conocidos productores de crudo:

Chevron, la corporación energética originaria de San Ramón, California, que moverá sus oficinas al área de Bridgeland, en Houston, Texas, fue de las pocas compañías que cayó durante un día de fiesta de aquel lado de la frontera; el precio de sus papeles bajó dos por ciento.

¿No debería beneficiarse del ‘drill, baby drill’ (perfora, bebé, perfora) que promueve Trump para aumentar la explotación de recursos petrolíferos de los Estados Unidos?

Efectivamente, se beneficia de que el mandatario anuncie la reducción de limitantes para explorar en Alaska y la eliminación de otras barreras que entorpecen la producción de hidrocarburos. Pero a decir del mismo presidente, el éxito en esa estrategia provocará una baja de precios de la energía en su país y en los que éste influye, México incluido. A mayor oferta, menores precios. A menores precios, menores ventas.

No fue un caso aislado el de Chevron. La emblemática Exxon también perdió valor marginalmente ayer durante el primer día de gobierno de Trump. La baja acumulada desde el día de la victoria electoral republicana de noviembre ya es de casi 8 por ciento.

Trump pretende que Estados Unidos exporte sus recursos a todo el mundo. Actualmente abastece mucho del gas natural que requiere Europa en ausencia de suministro proveniente de países miembros de OPEP+, que deliberadamente limitó su producción para hacer presión sobre los precios.

México, una ‘aspiradora’ de gas natural y gasolina estadounidense, podría beneficiarse de bajos precios de combustibles.

Hay señales. Un ejemplo lo brinda una de las compañías que consumen grandes volúmenes de estos insumos, como la fabricante de plásticos y varios derivados de crudo, 3M.

Esta empresa metida hasta en la cocina, dependiente además del intercambio comercial entre los países de Norteamérica, se apreció cuatro por ciento precisamente ayer. La empresa entregó datos positivos respecto a sus negocios del año pasado y la perspectiva que tienen los analistas acerca de su futuro es promisoria a partir de las políticas de Trump.

El mercado de bancos y otros inversionistas respondió a los hechos, no a los dichos:

Desde su primer día en funciones, Donald Trump declaró una Emergencia Nacional Energética, la primera de este tipo, para impulsar la producción de combustibles fósiles y el desarrollo de infraestructura.

Sus órdenes ejecutivas buscan expandir la perforación doméstica en tierras federales.

También firmó para revocar regulaciones que apoyan las energías renovables, como las relacionadas con vehículos eléctricos y proyectos eólicos marinos.

Lamentables desde el punto de vista de conservación ambiental, el pragmatismo económico premia esas decisiones tomadas en la Casa Blanca que impactan la actividad petrolera.

¿Y los aranceles?

Contrario al caso energético, Trump no ha decretado la imposición de aranceles en contra de país alguno.

La noche del lunes respondió a una pregunta directa y reconoció que aún está considerando impuestos de 25 por ciento para productos de México y Canadá, países a los que acusa de exportar fentanilo a su nación.

Es el estilo Trump. Los aranceles son una herramienta con la que él consigue una ventaja, una influencia, antes de empezar a negociar. Este método está consignado en sus libros y no debe tomarse a la ligera, pero tampoco conviene anticipar desastres antes de los hechos.

La posición de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ayer dijo que solo responderá a decretos y no a declaraciones, es la adecuada. Ayer finalmente se sumó Canadá a esa postura.

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