Parteaguas

El proyecto aburrido de la presidenta

Insistir en un proyecto científico no le atraerá muchos votos a Claudia Sheinbaum, pero puede ser lo más importante para México en lo que va del siglo.

¿Por qué insiste en eso? El presidente López Obrador ni se metió en el tema, menos Peña Nieto. Ni hablar de los anteriores. ¿Por qué la presidenta Claudia Sheinbaum insiste en un proyecto como este?

“Como me comprometí: México será una potencia científica”, dijo. Ese discurso no le atraerá muchos votos. Pero, atención, puede ser el proyecto económico más importante para México en lo que va del siglo. Esa debe ser la razón.

Recientemente tuve una conversación con directores y dueños de fábricas cuyo foco y preocupación está en la política. Tanto en la local, como en la extranjera, ante la inminente llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.

Ninguno de ellos habló de la otra política que está metida en nuestra televisión, en nuestra sala y hasta en la cama, cuando llevamos el teléfono al buró.

Hoy Meta influye más en nosotros y en nuestros hijos que Morena, el partido de la Presidenta. Google, TikTok, también. Provocan aspiraciones y cambios de comportamiento con un poder que no lo hacen ya los partidos políticos. El que esté libre de filtros de Instagram, que arroje la primera piedra.

La gente más poderosa en el mundo es en realidad la que gobierna empresas multinacionales con estrategias de largo plazo que incluyen la selección y apoyo a determinados políticos. ¿Alguien dudaría que X, de Elon Musk, tuvo algo que ver con la elección de Trump en las recientes elecciones? ¿Acaso Musk encara elecciones cada cuatro o seis años para mantener su puesto?

Amazon o Microsoft guardan todos nuestros datos y los de los vecinos. Incluso los médicos, nuestro doctor recurre a ellos para conocer antecedentes de nuestras enfermedades.

No pretendo criticar esa realidad, sino reconocerla y actuar en consecuencia. Tengo la sensación de que la presidenta Sheinbaum, también.

Los otros presidentes fingieron interés y se llenaron la boca de palabras bonitas hacia Pemex o CFE. ¿Cómo nos fue con eso? Esas empresas son cada vez más una carga que una ayuda para fines de nuestro presente y futuro.

Nos vimos muy lentos con el negocio digital que ahora gobiernan empresas de Estados Unidos y de China. No hemos sido capaces siquiera de participar en la cadena de suministro, como sí lo hicimos con la era antigua de la industria, que dejó una herencia de manufactura en Querétaro, en Chihuahua o en Guanajuato. Pero el presente no es de fierros, sino de datos.

Por eso encuentro relevante que lo dicho ayer por la Presidenta en torno a convertir a México en una “potencia científica” no se centra en el antiguo discurso vacío de conseguir patentes.

Ella mencionó ayer tareas específicas que sí conectan con el mercado actual.

“Ya se encuentran trabajando y se destinarán recursos suficientes para implementar los proyectos científicos de desarrollo tecnológico, como el auto eléctrico mexicano Olinia, el taller de diseño de semiconductores, y en los siguientes días se instalan los grupos de científicos que diseñarán aviones no tripulados, boyas marinas para medición, métodos de extracción de litio, la fábrica de software libre e inteligencia artificial, entre otros desarrollos propios”, dijo Sheinbaum.

Si esos proyectos derivan en centros de producción, Claudia Sheinbaum cambiará el destino de México con ese mensaje discreto y aburrido para una mayoría.

Aquí critiqué el pobre presupuesto de 25 millones de pesos asignado para el desarrollo de Olinia. Me dicen que es solamente para las actividades de investigación y desarrollo. Si el proyecto es serio, merece más capital.

Pero atención a lo demás. No hay inteligencia artificial sin semiconductores; los drones y las boyas aportan la otra materia prima de esa tecnología: datos. Nuevos métodos como la Extracción Directa de Litio (DLE) lo obtienen directamente de la salmuera, sin pozas de evaporación. Es más rápido y deja una menor huella ambiental.

Cuando México extraiga sus reservas lo hará con tecnología propia o extranjera. Lo de afuera puede resultar caro en esta era de las baterías.

En la producción de software y de inteligencia artificial, este país debe participar.

En general, la breve mención que hizo Sheinbaum de esta estrategia habla del bajo capital político actual que otorga hablar de ciencia a los mexicanos.

Pero si lo hace bien, puede ser la clave para que otras generaciones la recuerden como quien cambió los negocios en el país.

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