Parteaguas

No sabemos hablar

Hablar con soltura en inglés, entender necesidades, hacer equipo a distancia con extranjeros… vaya que nos cuesta.

La gente de Google, Accenture o Microsoft no encuentran suficiente gente en el país. Tampoco abundan dueños de pequeños negocios, calificados a un nivel internacional.

Hay cada vez más profesionistas hombres y mujeres, pero algo pasó con nuestra mentalidad, pues esa habilidad de la que gozamos en la fiesta, la perdemos quizás cuando faltan cervezas. Hablar con soltura en inglés, entender necesidades, hacer equipo a distancia con extranjeros… vaya que nos cuesta.

Eso tiene un precio: solo algunos tienen acceso directo al mercado más grande del mundo, a una mayor prosperidad.

La solución podría estar en proyectos como el de la escuela ‘18 de Noviembre’.

El lugar es como lo imaginan, la rodean casas pobres, lodosas calles de terracería y la frecuente visita de un tipo que en una camioneta blanca instaló una báscula para vender frutas y verduras que lleva a donde dueños de tiendas no quieren instalarse, por miedo.

Armenta, en San Pedro Sula, es tierra de maras. Pero ahí mismo, poco más de 300 niños hondureños que la habitan están aprendiendo inglés, geografía y lo más importante, a usar ambos para expresarse en conversaciones con el resto del mundo, en persona o vía Zoom. Cuando llegan a los 14, pronuncian discursos estructurados en inglés ante sus maestros, con la soltura y el acento de alguien que nació allende el río Bravo. Es algo que poca gente puede presumir.

Son pobres, pero privilegiados. En este territorio centroamericano acaso la mitad de los estudiantes gozan de un salón de clases techado. Ni hablar de educación bilingüe sin costo.

Honduras, con un territorio del tamaño de la península de Yucatán, es un país verdaderamente pobre. Su PIB per cápita es de apenas una cuarta parte del mexicano, que a su vez es un cuarto del que tienen los estadounidenses. Allá llegó hace décadas un empresario llamado Yusuf Amdani y creó un conglomerado llamado GK Global que patrocina ese sistema educativo.

A 300 metros de la escuela en cuestión construyó una “ciudad inteligente”, Altia Smart City, digamos que es como la zona chilanga de Santa Fe, pero en miniatura. Tres torres reciben ahí cada vez más empresas estadounidenses, lo que obligó a construir una cuarta que está por terminar.

Sucede que durante la pandemia, incluso las más rezagadas empresas norteamericanas, pequeñas y medianas, entendieron que debían ‘digitalizarse’. Ahora piden centros de atención remota, servicios de marketing por internet, producción de software

Amdani, cuya fortuna proviene de la industria textil y agrícola, vio negocio allí. Las torres y ahora la escuela resuelven la ecuación. La ciudad inteligente convocó al limitado talento disponible.

El altruismo enfocado en sacar niños de un destino contaminado por las maras, también derivó en el entrenamiento desde chicos para potenciales candidatos a su empresa tecnológica.

En este siglo, invertir en la gente es más redituable que hacerlo en oro o en petróleo. Ya abordaré luego el tema.

Sucede que la misma fórmula está por llegar a México. En mes y medio, el equipo de Amdani, quien tiene negocios agrícolas y textiles aquí, abrirá una escuela en Campeche.

Es apenas una pieza de lolas que incesantemente aparecen en el sur contra pronósticos. Gas natural, plantas de generación de electricidad de la CFE… Amén de la polémica infraestructura del Tren Maya y el del Istmo.

Una improbable convergencia internacional parece empujar una región que fue olvidada, hasta que sus habitantes llenaron la frontera norte de México de migrantes.

La semana pasada también el gobierno de Estados Unidos presentó a varios estados del sureste su “Small Business Development Center” que ayuda a pequeñas empresas de su país con problemas como administración y marketing para su crecimiento.

Brett Hamsik, especialista económico de la Embajada de Estados Unidos y Cliff Paredes, director de la red de Small Business Development Centers (SBDC) en Massachusetts, protagonizan la aportación del know how.

Ahora, gobiernos del sureste mexicano preparan el modelo con el que financiarán su implementación en esta región, lo que podría acelerar negocios con el país vecino al norte.

Todo abona, de nuevo, para soltarnos y cerrar tratos con el mercado más grande del mundo.

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