Nuestro país vivirá un nuevo orden. No cabe duda de que las modificaciones realizadas por los integrantes del partido Morena en este periodo extraordinario de sesiones traen en consecuencia una nueva forma en la que nos vamos a relacionar los ciudadanos con el gobierno. Un gobierno que ha abandonado el concepto supremo de que son nuestros administradores y empleados, y ahora se asumen como dueños de México para continuar las venganzas de Andrés Manuel López Obrador, que de facto sigue siendo el presidente de México.
El pasado 1 de julio concluyó el periodo extraordinario de sesiones en el Congreso, que realizó 16 reformas, las cuales debían quedar listas para el próximo 1 de septiembre, fecha emblemática para el inicio del nuevo orden. Ese día se inaugura el periodo ordinario de sesiones, la encargada de la presidencia, Claudia Sheinbaum, dará su informe de gobierno y tomarán protesta de sus cargos los nuevos ministros, magistrados y jueces, que con solo un 10 por ciento de la participación del padrón y con resultados inflados, nueva revelación que conoce este servidor, conformarán el nuevo Poder Judicial. A partir del 1 de septiembre habrá un nuevo México. No mejor, posiblemente peor, pero lo que es un hecho es la involución evidente de nuestro país a tiempos que habíamos olvidado de un control total para críticos y adversarios.
Efectivamente, Morena ha hecho reformas que en los hechos sirven, no para perseguir al crimen o inhibir los secuestros, sirven únicamente para espiar a los adversarios y de esta manera tener elementos de presión, para que el actual régimen se haga del poder absoluto de México, como lo ordena el Grupo de Puebla, en lo que se constituye en una verdadera traición a la patria. Pero eso, al gobierno y al partido Morena no les importa. Están tan sedientos de venganza, de desquite, están tan llenos de soberbia que el que hoy sean los principales traidores a la patria al implementar, a pie juntillas, un programa de control emanado en el extranjero los tiene sin cuidado.
Sea como sea, los ordenamientos están aprobados ante la imposibilidad de la oposición de hacer algo en contra. Ni siquiera les permitieron el derecho de “pataleo” al momento de que legisladoras morenistas amenazaron a la senadora Lilly Téllez con unas tijeras para destruirle su megáfono, sin el cual, el Partido Acción Nacional se hubiera quedado sin voz.
Con todo tipo de pretextos, el Congreso de Morena aprobó reformas que permitirán la conformación de una nueva Clave Única de Registro de Población, la famosa CURP, que contendrá todos los datos biométricos que hemos otorgado a instancias privadas y no gubernamentales: perfil de rostro, estructura del iris, huellas dactilares, grupo sanguíneo, etc. Todo esto sin el consentimiento de los ciudadanos. El objetivo, dicen, es tener herramientas eficientes para el combate al crimen, a través de las actividades cotidianas y ubicación geográfica en tiempo real para realizar detenciones. La preocupación es que, sin mediar orden judicial, el gobierno podrá ubicar a críticos y opositores del régimen, saber dónde están, qué compran, con quién hablan, con quién se reúnen, establecer perfil de actividades y preferencias, padecimientos médicos, e inclusive establecer si tienen dobles o hasta triples vidas. Todo ello para generar temor hacia un gobierno que ahora lo verá y controlará todo. La presidenta mexicana asegura que lo que señala la oposición no es verdad y que todas esas investigaciones en su caso siempre serán ordenadas por un juez. Sin embargo, en los textos no se registra como obligatorio que el espionaje sea ordenado por un juez, basta que la presidenta o algún secretario ordene la ubicación de alguien incómodo para hacerlo en cuestión de segundos y empezar un seguimiento para después presionarlo. De eso se trata.
Lo aprobado en el Congreso en este periodo extraordinari, sobrepasa las acciones que en su momento han realizado regímenes proto comunistas como Venezuela, Bolivia, Cuba. Esto va más allá. Las capacidades que a través de la tecnología han aprobado los morenistas solo son comparables con las acciones de espionaje interno que en su momento la SS, de la Alemania Nazi, implementó para el control de las acciones políticas y opinión al interior de ese país durante la Segunda Guerra Mundial.
No sé qué me perturba más, la capacidad retorcida de los ideólogos del régimen mexicano para implementar este tipo de controles y cancelación de las libertades básicas, o el inmovilismo, apatía, “valemadrismo” de una sociedad mexicana que lo único que le importa es que le regalen dinero del erario a cambio de nada.
Posiblemente la sociedad mexicana merezca esto, que le pongan un grillete o una correa al cuello para que no se mueva como premio a su falta de interés por el país, por el futuro y por el buen uso de los recursos. Posiblemente este nuevo orden mexicano nos lo merezcamos por dejados y agachones, dirían algunos. Lo que no acabo de entender es cómo padres de familia con tal de tener dos billetitos del erario en la mano, son capaces de empeñar el futuro de sus propios hijos. Posiblemente tenga razón quien aseguró que los pueblos tienen el gobierno que se merecen.