Ojos que sí ven

Seguros o inseguros

La percepción de la ausencia de 9 mil 600 armas de fuego, la percepción de la ausencia de 18 mil criminales no se da de un día para otro. La percepción de una acción puede llegar meses, inclusive años después.

El gobierno mexicano que encabeza la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum se metió de manera gratuita en un terrible galimatías en el tema de la seguridad en el país. Si hay algo sensible para la sociedad mexicana es la percepción y la certeza de tener seguridad en nuestras actividades cotidianas. Gobierno que no logra que sus gobernados se sientan seguros está en una situación de fracaso en su encomienda administrativa.

Hace unos años, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, pronunció un discurso, por cierto, muy comentado, en el seno de la Organización de las Naciones Unidas. En el mensaje habló sobre el concepto de democracia. Bukele explicó en esa ocasión que la democracia no solo es ir a un proceso electoral y elegir libremente a sus servidores públicos. Democracia, dijo, es la posibilidad de salir de casa con toda seguridad, de ir a trabajar y saber que se llegará bien a casa, lograr todo eso, puntualizó Bukele, es democracia.

Bajo el concepto de democracia del presidente salvadoreño, es claro que el gobierno mexicano aun se encuentra lejos de lograr ese objetivo. Hay que reconocer que mitigar las distorsiones en materia de seguridad nacidas de los “abrazos” del expresidente Andrés Manuel López Obrador no es una tarea sencilla ya que más que disminuir la incidencia delictiva, los criminales se rieron en la cara de autoridades y población ante la garantía de impunidad. Los abrazos lograron que los niveles de extorsiones se incrementaran de manera preocupante.

Tan solo en el último informe que dio a conocer el gobierno mexicano, se reconoce que el delito de extorsión se incrementó en un 24 por ciento, ante los datos inverosímiles de que otros delitos han bajado en mas de 40 puntos porcentuales.

En esta semana que concluye, tres acontecimientos demuestran que el gobierno ha entrado en una preocupante incongruencia en su discurso sobre la inseguridad. La sociedad mexicana, aunque haya votado por Morena, ya no se cree ese discurso de que la percepción está muy distante del dato duro. En esa desesperación que tiene el gobierno de la presidenta Sheinbaum de demostrar que su estrategia de seguridad, diametralmente opuesta a la de López Obrador, sí funciona, destacó el pasado martes los logros alcanzados por la secretaría de seguridad ciudadana federal, que dirige el super secretario Omar García Harfuch.

Aunque hay que reconocer que la secretaría del delfín de Claudia Sheinbaum ha hecho un trabajo muy intenso, completo y comprobable en el desmantelamiento de grupos del crimen organizado, así como la incautación de armamento y drogas, parece que aún no es suficiente para que estas acciones se conviertan en una percepción palpable.

A principios de la semana se informó que el actual gobierno ha detenido a 18 mil 712 personas, una cifra impresionante de personas que podrían llenar dos veces el Estadio Azul. Se destacó el decomiso de 144 toneladas de diversas drogas y se aseguraron al menos 9 mil 600 armas de fuego de todo tipo de calibres. Las cifras son extraordinarias si tomamos en cuenta que la nueva estrategia de seguridad que ya no se fundamenta en los abrazos ni en las acusaciones con las mamás y las abuelitas, apenas lleva seis meses, pero no ha sido suficiente para impactar el dato de percepción de seguridad que dio a conocer al día siguiente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Ahí está el problema. Sorprende que la presidenta de México no conozca, o que sus asesores no se lo hagan ver que una percepción nunca llega al mismo tiempo que un dato duro. La percepción de la ausencia de 9 mil 600 armas de fuego, la percepción de la ausencia de 18 mil criminales no se da de un día para otro. La percepción de una acción puede llegar meses, inclusive años después. Si este dinamismo no lo entiende el gobierno de Claudia Sheinbaum, terminarán peleándose de manera infructuosa con la opinión pública, tal y como el Quijote guerreaba a los molinos de viento.

La más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana levantada por el INEGI y dada a conocer el miércoles revela que el 69.9 por ciento de los mexicanos se sienten inseguros en sus lugares de residencia. El INEGI explica que esta tendencia ha ido al alza desde que inició el sexenio, con un incremento de 11.3 puntos porcentuales. Además, el INEGI complementa esta información, con una proyección de los mexicanos consultados, quienes en un 31.6 por ciento consideran que la crisis de seguridad se mantendrá igual, al menos por los siguientes 12 meses. Y aún más devastador, un 22.9 por ciento de los consultados consideran que la inseguridad empeorará en los siguientes meses.

Los datos de esta institución autónoma cayeron como un balde de agua helada en el gobierno morenista. Y luego, como una tremenda cereza en este pastel de inseguridad, integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación se enfrentaron a balazos con integrantes de la Marina Armada de México, lo que provocó una verdadera guerra campal a lo largo de varios kilómetros de carreteras y autopistas entre Jalisco, Michoacán y Guanajuato. Ningún detenido por increíble que parezca y varias decenas de autos, camiones y negocios incendiados durante la refriega.

La realidad destroza el discurso y la narrativa de un México de flores, de cielos azules y crepúsculos arrebolados. La realidad nos habla de un México crispado, apático, enfrentado, ambicioso del dinero del erario y con una economía quebrada. Jamás se dijo que esto sería un día de campo para la presidenta Sheinbaum.

COLUMNAS ANTERIORES

El efecto Blanco
Viene una crisis

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.