Trascendió que, en diversas reuniones de alto nivel entre México y Estados Unidos para tratar temas de seguridad, nuestros vecinos del norte dieron un voto de confianza a Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. En contraste, en esas mismas reuniones hubo una explícita desconfianza en el Ejército y la Guardia Nacional. Aunque también se demostró que la Marina sigue siendo confiable. Esta situación no es nueva, desde el sexenio de Calderón era evidente que, dentro de nuestras fuerzas armadas, era la Marina la que hacía los operativos contra los capos de alto nivel y la que tenía acceso a los planes de la llamada “guerra contra el narco”.
Sin embargo, para García Harfuch no ha sido fácil empoderarse y tener el control de la seguridad nacional como él quisiera, son dos grandes elementos los que se necesitan para este fin: manejar las áreas de inteligencia nacional, a las que ya tiene acceso en buena medida, aunque no completamente, y control de los elementos que operan la seguridad como la Guardia Nacional y el Ejército, es aquí donde aún no se ha podido consolidar.
¿Y qué se lo impide? Aparentemente, los intereses de los morenistas leales a López Obrador y no a Claudia Sheinbaum que están tratando de encubrir sus corruptelas y alianzas con el crimen organizado. Para ejemplo tenemos el caso del senador morenista Adán Augusto López, quien fue secretario de gobernación con AMLO y sobre el que pesan fuertes acusaciones, por parte de Estados Unidos, de empoderar al grupo criminal la Barredora cuando fue gobernador de Tabasco. Esta acusación no es cualquier cosa, ya que el senador Adán Augusto es el principal operador de López Obrador en el senado y se ha opuesto abiertamente a decisiones de la presidenta Sheinbaum.
Así que ligar a Adán Augusto directamente con el crimen organizado nos hace recordar las duras palabras de AMLO: “Nada de que el presidente no sabía, no se enteraba, lo engañaban, eso es falso el presidente de México esta informado de todo lo que sucede y de las transas grandes que se llevaban a cabo y que pudiesen realizar... todas esas transas llevan el visto bueno del presidente, aunque no firme”.
Otro ejemplo, son los golpes que se dieron al “huachicol”, donde se detuvo a buques tanque y trenes cargados de gasolina robada para exportarla a EUA, lo que deja varias preguntas como: ¿Cuántos funcionarios corruptos se necesitan para poder llenar un buque tanque con millones de litros de gasolina? o ¿cuántos de estos buques y trenes llenos de gasolina robada ha habido y desde cuando lo hacen? Y, sobre todo, ¿quiénes tienen tanto poder para coordinar una operación así? La reconocida periodista especializada en temas de narcotráfico, Anabel Hernández, acusó abiertamente a los hijos del expresidente López Obrador de estar detrás de este negocio, aunque no aportó pruebas concretas.
Finalmente, la documentación de los lujos excesivos y viajes internacionales de las vacaciones morenistas, que incluyeron a Andy López Beltrán y que se filtraron a la prensa, son un signo inequívoco de una lucha interna por el poder, donde la estrategia de Claudia Sheinbaum pareciera ser la de la paciencia, la prudencia y el paulatino desmantelamiento de las grandes figuras heredadas del sexenio anterior, aunque nunca directamente atacando a AMLO. La salida de Pablo Gómez de la UIF en favor de Omar Reyes Colmenares, cercano a García Harfuch, es un ejemplo más de estos cambios.
En política lo que nos dicen rara vez es la realidad, es mejor observar las acciones de nuestros políticos. Así que, cuando Trump afirma que “México hace lo que le decimos” no quiere decir que Estados Unidos no haga cosas que México le pide, o cuando Claudia habla de unidad entre los morenistas, no quiere decir que ella no esté afianzando su poder o que se haya resignado a vivir en un maximato.
Esperemos que la lucha contra el crimen organizado finalmente haya encontrado un lugar en los intereses reales de la agenda pública y siga avanzando por el bien de la ciudadanía, que es la que padece las extorsiones, asesinatos y violencia todos los días, somos más los que queremos la paz.
En otras latitudes digitales…
Años de propaganda, películas de Hollywood, documentales, libros de historia, legislaciones anti discriminación, en resumen, la creación de una cultura que condenara con fuerza el holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial, acaban de irse por la borda ante el terrible genocidio del estado Israelíta contra los habitantes de la Franja de Gaza. Denunciar esto no es antisemita, pero no hacerlo sí es antihumano.